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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Lo que dicen de nosotros

José Luis Leal

De vez en cuando es interesante consultar lo que dicen las principales organizaciones internacionales de nuestra economía y de la del resto de Europa para hacernos una idea más cabal de dónde estamos y cuáles son las perspectivas a corto y medio plazo para los agentes económicos.

 Concluida la ronda de primavera de proyecciones de los tres principales centros de predicción y análisis (OCDE, Fondo Monetario Internacional y Comisión Europea), es interesante constatar las diferencias de sus diagnósticos sobre la evolución de la eurozona en general y de la de España en particular. Hasta la reciente puesta al día de las previsiones del FMI, la más pesimista era la OCDE, que pronosticaba para la eurozona una caída del 0,6% este año y un crecimiento del 1,1% el que viene. El FMI coincide ahora con la OCDE para 2013, pero rebaja hasta el 0,9% la previsión para el año próximo. Hay que constatar que cuanto más recientes son las previsiones mayor es el pesimismo.

Por lo que se refiere a la evolución de la economía española este año, la caída prevista del PIB se mueve en una horquilla comprendida entre el 1,5% y el 1,7%. Para el año 2014, la nueva previsión del FMI es la más pesimista, pues augura el estancamiento puro y simple, lo que contrasta con el 0,9% de crecimiento previsto por la Comisión Europea. Las diferencias proceden de la estimación de la caída de la demanda interna y tienen que ver esencialmente con la corrección del déficit presupuestario, con el fin del ajuste (o no) del sector de la construcción y con el comportamiento de consumo (y ahorro) de las familias.

Como era de esperar, la caída de la demanda interna prevista por la OCDE debería influir en el volumen de las importaciones y de las exportaciones, por lo que el excedente previsto de la balanza por cuenta corriente alcanzaría el 3,5% del PIB, frente al 2,9% de la Comisión Europea. Por último, el impacto de las previsiones de la OCDE sobre el empleo llevaría a una tasa de paro media en 2014 del 28% (frente al 26,4% de la Comisión Europea), si bien en el último trimestre se reduciría un par de décimas.

En el caso de España, la financiación a empresas ha caído más que en los otros grandes países europeos

La Comisión Europea se plantea en sus previsiones para el conjunto de la Unión cuál ha sido la influencia de la crisis en el potencial productivo del conjunto de los países que la forman. Estima que se ha perdido un 5% de producción para el conjunto de la zona, pero, y esto es fundamental, piensa que no se ha producido un daño estructural irreparable que podría reducir el potencial de crecimiento de la economía de manera duradera, lo cual es relativamente tranquilizador incluso si se considera el bajo crecimiento en los años que precedieron a la crisis actual.

De vuelta a nuestro país, es interesante constatar, como hace la OCDE, el perfil que ha tenido la recesión hasta ahora. Hay una diferencia fundamental entre la evolución de países como Alemania o Francia, en los cuales la recesión tiene una forma de uve aunque esta tienda a deformarse y parecerse cada vez más a una ele, y lo sucedido en Italia y España, en donde la recesión ha adquirido una clara forma de uve doble, en la que aún no hemos entrado en el tramo ascendente de la misma.

La caída de la actividad ha sido bastante más acusada en Italia que en España a pesar de la burbuja inmobiliaria que hemos padecido. La razón se encuentra, probablemente, en el menor impacto anticíclico de la política presupuestaria en Italia al principio de la crisis, lo que ha colocado a la economía de este país en una mejor posición de salida ya que se prevé que el déficit de sus Administraciones públicas baje del 3% este mismo año. Es cierto que al ser la deuda del sector público italiano bastante mayor que la española, la fuerte caída de los tipos de interés les ha ayudado considerablemente a reequilibrar sus cuentas públicas y que, en cualquier caso, sus Administraciones son más vulnerables que las nuestras ante una eventual subida de tipos de interés. Tienen sin embargo a su favor el que una parte considerable de su deuda pública está en manos italianas.

En nuestro caso, hay que dejar constancia de lo sucedido en 2007-2009 cuando el sector público pasó de un excedente del 1,9% del PIB a un déficit del 11,2%, es decir, un total de 13,1 puntos de PIB en tan solo dos años. Ningún otro país experimentó un deterioro de esta envergadura. Este desmesurado impacto anticíclico ayudó entonces, pero la incidencia fue transitoria y la calidad del gasto en su vertiente discrecional fue más que discutible cuando al fin se reconoció, precipitadamente, que había una crisis y que había que hacer algo para luchar contra ella.

Queda por último el problema de la financiación de la economía, abordado tanto por la OCDE como por la Comisión Europea. La constatación de ambos organismos es que las inyecciones de liquidez y la caída de los tipos de interés promovida por el Banco Central Europeo no han conseguido abrirse camino de hasta las empresas y las familias.

En el caso de España, la financiación a empresas ha caído más que en los otros grandes países europeos. Ello se debe al esfuerzo de saneamiento del sector financiero, cuyo balance se ha visto muy dañado por la crisis inmobiliaria. También en este caso, la diferencia entre Alemania y Francia por un lado e Italia y España por el otro es notable.

En aquellos países, los créditos a empresas y particulares en el primer trimestre de este año, aumentaron ligeramente, mientras que en países como España e Italia disminuyeron, más en nuestro país que en Italia. Es uno de los graves problemas de la política monetaria de la eurozona: el mecanismo de transmisión de los impulsos monetarios está, por el momento, roto, lo que hace que los beneficios de una política monetaria expansiva lleguen considerablemente atenuados a las empresas del sur de Europa que son, precisamente, las que más necesitan el crédito.

En lo que todos parecen coincidir es en que la salida de la crisis será lenta. La creación neta de puestos de trabajo tardará en producirse si bien es de esperar que las reformas que se están llevando a cabo reduzcan significativamente el umbral a partir del cual el crecimiento de la actividad se refleja en un aumento del empleo.

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