Llega el 4G, desatascador de pantallas
La telefonía móvil veloz va a cambiar el modelo de tarifas y de negocio de las empresas
Una cuarta parte de los usuarios abandonan las páginas web tras cuatro segundos de espera mientras se carga. Y la mitad se van tras esperar diez segundos. Los datos los proporciona Mikael Eriksson Björling, cuya tarjeta de visita reza: “Evangelista de la Sociedad en Red de Ericsson”. El singular cargo y el apellido no son pura coincidencia. La compañía sueca, fundada por Lars Magnus Ericsson (con c y no con k como el evangelista), es pionera en el lanzamiento del 4G, la cuarta generación de telefonía móvil, un milagro tecnológico (otro más) que permite cargar una página en un móvil o una tableta de forma instantánea, incluso más rápido que desde el PC o el portátil, por muy buena que sea la conexión de ADSL o de wifi.
Desde la sede de la multinacional sueca, en el barrio de Kista, el Silicon Valley vikingo a las afueras de Estocolmo, un grupo de periodistas españoles (invitados por Yoigo y el fabricante nórdico) prueba en primicia el maná digital del 4G. Un vídeo de YouTube sobre los últimos disturbios de Suecia se carga y se ve de un tirón, sin retardo alguno. Y es que el 4G, aunque técnicamente sea un estándar tecnológico, en la práctica es un desatascador de pantallas. ¿Quién no se ha desesperado porque nada más pinchar en un vídeo la imagen se detiene y un círculo en el centro de la pantalla da vueltas interminablemente hasta que la imagen recupera el movimiento? El 4G elimina por fin ese atasco, conocido como buffering, que es el principal freno para que los usuarios confíen en sus aparatos móviles para ver vídeos (streaming) o jugar online.
La clave está en la velocidad. El 4G permite descargas de entre 20 y 40 megabit por segundo de media (y puntas de 150 megabits por segundo), diez veces más que el 3G y más del triple que una conexión ADSL.
Los operadores aún esconden su oferta pero descartan la tarifa plana
En Suecia, y de la mano de TeliaSonera, principal accionista de Yoigo, fueron los primeros en engancharse a ese vértigo con el lanzamiento en diciembre de 2009 de la primera red 4G del mundo, en Estocolmo y Oslo. Ahora, 200.000 abonados disfrutan de esta tecnología en el país. En el mundo alcanzan los 65 millones, pero Johan Haeger, director de marketing de Ericsson, estima que los usuarios crecerán a un ritmo del 75% anual hasta los 2.000 millones en 2018 y el 60% de la población mundial tendrá cobertura LTE (Long Term Evolution, como se conoce también al 4G).
En España llegamos con retraso. Incluso Portugal nos lleva un año de ventaja. Vodafone abrió el fuego inesperadamente el 29 de mayo pasado en siete ciudades (Barcelona, Bilbao, Madrid, Málaga, Palma de Mallorca, Sevilla y Valencia), con el 55% de cobertura. La respuesta ha sido inmediata. Aunque no desvelan cifras de abonados, se han registrado 5.000 prereservas y 150.000 visitas a su página de 4G, que desde el 4 de junio ya se puede contratar. Orange se unirá a la carrera el 8 de julio (Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Málaga y Murcia) y Yoigo lanzará el servicio el 18 de julio en Madrid. Telefónica aún no ha anunciado sus planes, aunque se espera un anuncio inminente.
Pero el 4G no solo supone un cambio en los hábitos de los usuarios. También significará una revolución en el modelo de negocio. Hasta ahora, la telefonía móvil vivía de la voz. Cuando se acabó el chollo de cobrar por llamada o por SMS (con márgenes de beneficio inmensos) se pasó a un modelo de semitarifa plana que incluía llamadas a todos los operadores. A medida que se han generalizado los smartphones (teléfonos inteligentes) y las tabletas, se les ha añadido una tarifa de datos limitada (entre 500 megas y 5 gigas, según la tarifa). Cuando rebasas ese límite, la velocidad se reduce al mínimo. Con el 4G esos límites resultan ridículos porque si para algo vale esta tecnología es precisamente para consumir y compartir datos masivamente. De hecho, se estima que el tráfico de datos por redes móviles se va a multiplicar por 12 hasta 2018. Solo el de las tabletas crece a un ritmo anual del 85%. No tendría sentido capar esa capacidad como se hace ahora, pero que nadie sueñe con una tarifa plana (o similar) porque los operadores quieren rentabilizar sus inversiones. “No puede haber tarifa ilimitada como en la voz o la banda ancha fija porque acabaríamos de un plumazo con la capacidad de crecer de esta tecnología, saturando las redes. Vamos a cobrar según los gigas. Aunque aún no hemos decidido la oferta comercial”, señala Eduardo Taulet, consejero delegado de Yoigo. En Suecia, hay tarifas desde dos hasta 16 gigas para el 4G. La de 10 gigas cuesta 92 euros (con voz y SMS ilimitados).
Pese a que permite descargas masivas, se limitará el ‘streaming’ y el p2p
¿Dónde se pondrá el límite en España? ¿Se cobrará giga a giga como una recarga de prepago? ¿Se podrán descargar películas y otros archivos pesados? Por ahora solo contamos con la pista de Vodafone. Está dando el 4G gratis hasta septiembre y luego ha anunciado que, salvo las tarifas más elevadas (Red3 y Red4), los demás clientes deberán pagar una cuota de nueve euros al mes. Su primera tarifa de 10 Gb de 4G por 45 euros al mes (más IVA) advierte en la letra pequeña que el streaming y el p2p están limitados. Hasta que no se generalice el servicio no sabremos qué modelo se impondrá, aunque poner puertas al campo (aunque sea espacio radioeléctrico) no suele funcionar. Lo más probable es que volvamos a ver una guerra de tarifas y, tras las escaramuzas iniciales, bajen los precios y aumenten los datos.
Un obstáculo del caso español es que para dar una buena cobertura en el interior de los edificios es preciso disponer de las frecuencias de 800 MHz, aún no disponibles porque están ocupadas por las cadenas de televisión. El Gobierno ha prometido desalojarlas antes de enero de 2014, pero ya les ha advertido a los operadores en reuniones de alto nivel que será muy difícil que cumpla su promesa pese a que los operadores pagaron 2.600 millones por ellas.
“El lanzamiento del 4G es un hito en el desarrollo de la economía digital en nuestro país. El despliegue del 4G requerirá fuertes inversiones, todas ellas financiadas con capital privado, y es necesario buscar modelos tarifarios que sean atractivos para el usuario y que, a su vez, permitan rentabilizar las fuertes inversiones. Por otra parte, el ritmo de despliegue dependerá en gran medida de la disponibilidad de la banda de 800 MHz que hará posible una implantación de la red más eficiente y mejorará la cobertura dentro de edificios. Por eso es necesario que el Gobierno adelante su liberación y podamos acelerar el despliegue masivo del 4G”, señala António Coimbra, consejero delegado de Vodafone España.
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