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Kazajistán encandila a las empresas

Compañías españolas buscan (y encuentran) oportunidades en el país euroasiático

Pilar Bonet

Kazajistán se presenta como una tierra de oportunidades para las empresas que huyen de la crisis en Europa. Esta imagen, que el país euroasiático ha ofrecido de sí mismo en el VI Foro Económico de Astaná, celebrado entre el 22 y el 24 de mayo, tiene algo de verdad. Lo corrobora el incremento de empresas españolas que se abren camino en este Estado, que crece entre el 5% y el 6% este año, tras haberlo hecho un 5% en 2012. Kazajistán espera ingresar este año en la Organización Mundial de Comercio y es miembro de la Unión Aduanera con Rusia y Bielorrusia, por lo que una empresa extranjera que produzca en Kazajistán puede exportar sin aranceles a los otros dos países.

“A las empresas españolas, los destinos tradicionales de expansión, como Latinoamérica, se les están quedando cortos, así que han comenzado a venir nutridamente a Asia Central”, explica Cristina Santamaría, jefa de la Oficina Económica y Comercial de España en Kazajistán. La afluencia se refleja en las inauguraciones de tiendas de moda, desde Inditex, que ya tenía comercios en Astaná y Almaty (la antigua capital) y que planea abrirlos en otras ciudades, hasta Pronovias, que ha abierto un local en Almaty este año. Cortefiel, Mango, Chiruka, Tous, Desigual y la firma de muebles y decoración Colección Alexandra tienen también comercios en Kazajistán.

Grandes empresas como Maxam (fábrica de explosivos de aplicación militar y minera en Karagandá) o Talgo están sólidamente asentadas en Kazajistán. Asociada con los ferrocarriles nacionales, Talgo desarrolla ambiciosos planes para renovar 3.800 vagones en su fábrica de Astaná. Los trenes españoles forman una red cada vez más densa entre las ciudades de la estepa.

Aparte de las compañías clásicas, a Kazajistán llegan hoy empresas de todos los tamaños y sectores. Las de infraestructuras, energía y construcción se interesan por la Expo 2017, que se celebrará en Astaná, y que estará centrada en las energías del futuro. Los servicios personalizados de la Oficina Económica y Comercial de España se han multiplicado por cinco entre 2011 y 2012, afirma Santamaría.

La Unión Aduanera permite usar el país como plataforma para entrar en Rusia

Anka, especializada en desmantelamiento de estructuras metálicas, llegó por azar a Kazajistán, empujada por la crisis de la construcción, que encogió su plantilla en España de 450 personas, en 2008, a 40, en la actualidad, dice Celso Anka, fundador de la compañía, que emplea a 30 personas en Kazajistán.

Idom, una firma de arquitectura e ingeniería con sede en Bilbao, ha realizado un estudio de viabilidad para la implantación de un parque eólico en la región de Almaty, dice Dmitri Avdeev, del departamento internacional de la empresa. Entre 2009 y 2011, Idom desarrolló la ingeniería de la ampliación de la planta generadora de energía de Atyrau, en el Caspio.

Por su parte, la empresa de ingeniería Eptisa, en Kazajistán desde 2012, elabora una hoja de ruta para el desarrollo de las energías renovables. Kazajistán planea que el 10% de la energía consumida sea renovable en 2020 y que este porcentaje aumente al 50% en 2050, dice José Ignacio Soriano, subdirector de Eptisa, que califica de “muy abierta” la economía kazaja.

La empresa de infraestructuras Isolux acaba de abrir una representación en Kazajistán. Dispuesta a instalarse allí está Indox Cryo Energy, del grupo Ros Roca, que ha firmado un memorando de entendimiento para organizar un sistema de recogida de desperdicios y otro de distribución de gas natural en Astaná y que tiene buenas perspectivas para diseñar un sistema de transporte y distribución de gas natural de mayor ámbito geográfico.

Para tener oportunidades en las licitaciones de grandes proyectos conviene tener un socio local “con reputación”, explica Santamaría. También hay que cumplir la ley local que obliga a las empresas a contratar personal autóctono.

La Unión Aduanera abre puertas, pero también las cierra. Las restricciones que el servicio veterinario ruso impuso en abril a los productos de origen animal importados de España tienen el rango de restricciones de la Unión y son aplicadas por Kazajistán. La medida ha perjudicado a Anatoli Golchenko, primer importador de productos alimenticios españoles, quien subraya la buena acogida de estos. “Cuando trajimos los primeros jamones no podíamos venderlos y, desde hace un año y medio, los vendíamos todos”, afirma.

Las nuevas rutas transcontinentales benefician a Kazajistán. El 11 de mayo, los presidentes de Kazajistán y de Turkmenistán inauguraron un trayecto de 900 kilómetros de línea férrea que une los dos países y que es un tramo de la ruta que se prolonga hasta Irán y el golfo Pérsico.

Grigori Marchenko, Gobernador del Banco Central

Los empresarios internacionales empiezan a comprender que la Unión Aduanera les permite instalarse en Kazajistán y acceder desde aquí al mercado de Rusia y Bielorrusia, afirma el gobernador del Banco Central de Kazajistán, Grigori Marchenko, refiriéndose a la organización que en 2010 unió a los tres países en un espacio con aranceles comunes.

La UE, que está poblada por más de 170 millones de potenciales consumidores, es considerada el ejemplo de integración económica más logrado hasta ahora entre los países herederos de la URSS. En opinión de Marchenko, Kazajistán ofrece oportunidades a las empresas del sector agroalimentario y energético de España.

“Esas extensiones de Murcia y Almería, cubiertas de invernaderos y recorridas por camiones que exportan a Holanda, Alemania o Escandinavia, podrían reproducirse aquí a escala mucho mayor para exportar a Rusia y a China”, afirma el ejecutivo en una conversación con EL PAÍS. Kazajistán, uno de los primeros productores de trigo del mundo, tiene una extensión equivalente a más de cinco veces España, pero su población es de 16 millones de habitantes. En el coste de la mano de obra, muy superior a la de sus vecinos, Kazajistán no puede competir con Uzbekistán o China, donde los sueldos son más bajos. El 80% de las inversiones extranjeras se centran en el petróleo, el gas natural y la minería y sectores que requieren inversión de capital y tecnología.

Desde su independencia en 1991, Kazajistán ha atraído un total de 170.000 millones de dólares en inversión extranjera, siendo Estados Unidos el principal inversor, con 39.000 millones de dólares, dice Marchenko. Kazajistán, a su vez, invierte en Occidente mediante el Fondo Nacional, que dispone de 62.000 millones de dólares de activos, de los cuales el 40% está en América del Norte; el 35%, en Europa; el 20%, en países del sureste asiático, y el 5%, en mercados emergentes. En el futuro, Marchenko no descarta incrementar la proporción de inversiones en los mercados emergentes.

Opina el jefe del Banco Central que la crisis del euro es aleccionadora para Kazajistán y sus socios. “Ahora podemos ver que la Unión Monetaria no funciona sin unión fiscal y que no se puede realizar una unión financiera y bancaria sin una política coordinada en el sector laboral y de pensiones”, dice. Sobre el telón de fondo de la crisis, el Banco Central ha rebajado sus reservas en euros, que han pasado del 35% al 30% del total, frente a un 45% en dólares, afirma Marchenko.

Los países de la unión aduanera no tienen por objetivo la unión monetaria. “La idea es tener un mercado financiero común en 2020, pero no una moneda única, aunque posiblemente podríamos introducirla en el plazo de 10 a 15 años, si comenzamos a trabajar en ello mañana, pero no vamos a hacerlo”.

A diferencia de Bielorrusia y Rusia, Kazajistán ha realizado reformas estructurales de gran calado. Marchenko fue el artífice de un sistema de fondos de pensiones privados que ha sido revisado tras resultar menos ágil de lo esperado. Los 22.000 millones de dólares de activos de los fondos de pensiones privados (un 11% del PIB de Kazajistán) se integran ahora en un fondo único que será gestionado por el Estado de forma centralizada.

Marchenko es un defensor de la reforma por la cual Kazajistán acaba de incrementar la edad de jubilación de las mujeres de 58 a 63 años. Bielorrusia y Rusia mantienen las edades de jubilación de la época soviética (60 años, para los hombres, y 55, para las mujeres), y el banquero cree que, a la larga, el desembolso que esta política supone resultará insostenible y lastrará gravemente la economía de sus socios.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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