Vigilantes del balance
Los comités de auditoría de los consejos de administración se quejan de las previsiones poco realistas y claras de la dirección y se vuelcan en el control de riesgos
El caso Pescanova ha hecho saltar todas las alarmas, al fallar todos los sistemas de control, internos y externos. "¿Cómo es posible que pueda ocurrir esto en una empresa cotizada?", se pregunta José Manuel Muries, presidente del Instituto de Auditores Internos de España y director general del área en Mapfre, entre la sorpresa y la incredulidad de que se desconozca el alcance de la deuda de la compañía, tras el rechazo de sus cuentas por parte de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), "¡con el deterioro de la imagen que supone para España como país! Hace falta reforzar el sistema de gobierno corporativo español", afirma rotundo.
La carencia de contrapesos en los órganos rectores de Pescanova ha quedado patente y ha demostrado una vez más la importancia de que existan administradores verdaderamente independientes en los consejos de administración y de que sean ellos quienes presidan las comisiones de auditoría, donde se supervisan los estados financieros de las compañías y se vigilan los riesgos en que incurren con sus negocios, tal y como aconsejan las normas de buen gobierno. Manuel Fernández Sousa no solo ha controlado la gestión de Pescanova y de su consejo, sino también la comisión de auditoría hasta hace unos meses.
A medida que los inversores exigen mayor transparencia y mejor cumplimiento de los códigos de gobierno corporativo, crecen las responsabilidades de los miembros de los consejos de administración y, con ellas, los requerimientos de los administradores para poder tomar decisiones. Y parece que, aunque se ha avanzado en los últimos años, todavía queda mucho trabajo por hacer en este sentido. Esa es la opinión que se desprende de la encuesta global realizada por KPMG (designada auditor forense de Pescanova) entre 1.800 integrantes de comités de auditoria de compañías de 21 países.
Aunque están satisfechos con su labor de supervisión de la información financiera presentada por la empresa, casi uno de cada tres encuestados reconoce la necesidad de profundizar en la comprensión de las hipótesis y estimaciones contables que ofrece la dirección. No las entienden. Y consideran que cumplir objetivos presupuestarios o de plan de negocios “poco realistas” (43%) o las estimaciones de beneficios que elaboran los analistas bursátiles (35%) suponen un riesgo importante para la integridad de los estados financieros de las compañías que representan.
Uno de cada tres administradores está insatisfecho con el plan de respuesta ante una crisis de la compañía
Los comités de auditoría recurren por ello cada vez más a los auditores internos y externos (cuyo trabajo valoran muy positivamente en ambos casos) para obtener mayor precisión en la información y así centrar su labor de vigilancia en los riesgos principales que debe afrontar su empresa, que se han convertido en uno de los puntos principales de su agenda y cada vez les lleva más tiempo, según dice la encuesta y corroboran las fuentes consultadas. El grado de atención que los consejeros prestan a las medidas de cumplimiento global ha aumentado significativamente, especialmente ante la intensificación de la aplicación de leyes, véase la normativa contra el soborno. Pese a ello, casi uno de cada dos opina que los programas de gestión de riesgos tienen muchas tareas pendientes y que la calidad de la información que recibe el comité de auditoría sobre los riesgos cruciales que amenazan a la empresa son un gran motivo de preocupación. De hecho, el 77% cree que los procesos de gestión de riesgos no se extienden lo suficiente hacia el futuro y uno de cada tres administradores está insatisfecho con el plan de respuesta ante una crisis de la compañía.
Los riesgos que más inquietan en el mundo son la incertidumbre económica (el riesgo sistémico, que tiene mayor incidencia entre los consejeros brasileños, de Países Bajos y Japón) y el impacto regulatorio. Entre los miembros de los comités de auditoría españoles estos dos problemas también aparecen en primer lugar, pero en orden inverso debido al marasmo de legislación producido por el Gobierno, y a poca distancia se sitúa la posible alteración del modelo de negocio de la empresa, cuyo peso en otros países está muy por debajo.
La seguridad cibernética y el ritmo del cambio tecnológico son grandes preocupaciones de las comisiones de auditoría mundiales, según KPMG. Brasil, Chile y Japón son los más inquietos con la seguridad cibernética, y Francia, Países Bajos y Rusia, con el ritmo del cambio tecnológico. En España los protocolos de seguridad y de privacidad de datos solo satisfacen al 19% de los encuestados.
La digitalización, la globalización y el aumento de la regulación gubernamental y la intensificación en la aplicación de las leyes están modificando el entorno de negocios y de riesgos, con importantes consecuencias sobre la agenda del comité de auditoría. Para mejorar su eficacia muchos indican la necesidad de contar con conocimientos especializados adicionales (en tecnologías, fusiones y adquisiciones y riesgos), dice KPMG. “Los miembros del comité tienen que tener el perfil profesional adecuado, como sucede en las empresas del Ibex 35, pero que ha podido fallar en algunas cajas de ahorros”, indica Muries. Mejorar el proceso de autoevaluación del comité de auditoría es otro de los retos, ya que uno de cada cuatro encuestados piensa que no es tan sólido como debería.
El fracaso es consustancial al negocio
Hay una tendencia creciente en los últimos años en la vigilancia de los riesgos, afirma Paloma Sendín, consejera independiente de Red Eléctrica y presidenta de su comisión de auditoría. En su caso, como en el resto de las compañías eléctricas, dice, son los riesgos regulatorios los que figuran en primer lugar de vigilancia, más aún en un año en el que se han sucedido muchos cambios normativos. La compañía le da mucha importancia al cumplimiento legal y cuenta con un código ético serio, indica. Cree que en el caso de REE, los riesgos están bien identificados, valorados y seguidos.
Algo que, según uno de sus colegas, que pide anonimato, es tan vital como el control de la información financiera, “que nos va a volver locos a todos porque las normas contables están evolucionando hacia la complejidad más absoluta”. El presidente de dos comisiones de auditoría de empresas cotizadas considera que el riesgo país es el que más preocupa a su círculo (dada la internacionalización de las empresas), pero vuelve a la complejidad de su trabajo para recomendar a los inversores que tengan en cuenta que invertir en compañías internacionalizadas que trabajan en entornos volátiles, en los que la información sólida es muy difícil, es arriesgado. Cualquier negocio tiene riesgo, y el fracaso es consustancial al mundo de la empresa, asegura.
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