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Chipre evidencia otra vez el problema de una banca demasiado grande

Las entidades dependían de la deuda pública griega, que sufrió una quita

Íñigo de Barrón

La caída de Chipre ha resucitado el debate sobre cuál debe ser el tamaño adecuado del sistema financiero respecto al PIB. Desde que estalló la crisis financiera en 2008, este es un tema recurrente en todos los foros económicos internacionales, pero aún no se han tomado medidas claras para atajar esta situación.

Nadie tiene una respuesta numérica y los reguladores discrepan sobre un asunto que les causa dolores de cabeza. En caso de Chipre, la banca era 7,1 veces su economía; lo mismo ocurre con Irlanda, ambos rescatados. No parece una casualidad. Estas cifras demuestran que ambos países unieron su suerte a la buena gestión de sus banqueros, una apuesta arriesgada, y perdieron. Lo mismo le sucedió a Islandia, donde su banca era 11 veces más grande que el PIB; a Suiza —Credit Suisse y UBS estuvieron a punto de arruinar el plácido país—, o a Luxemburgo, territorio euro con un gigantismo bancario excepcional: 21,7 veces. La banca privada juega aquí un papel clave.

En Chipre, como en Irlanda, el tamaño de la banca equivale a más de siete veces el PIB

Si el sistema bancario es demasiado grande, la única forma de corregirlo es reducir el tamaño de las entidades. Si son unas pocas las que dominan el mercado, el remedio es claro: achicar a las grandes. En Estados Unidos, por ejemplo, solo sus tres principales entidades —JPMorgan, Citigroup y Bank of America— suponen el 40% del PIB del país. Tras la quiebra de Lehman Brothers, el G-20, la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), el BCE y el Banco Internacional de Pagos de Basilea (BIS) han debatido sobre las reglas que deben cumplir los “bancos demasiado grandes para existir”, lo que diplomáticamente se denomina “entidades sistémicas”.

El Consejo de Estabilidad Financiera ha anunciado una lista de 29 entidades “sistémicas para la economía mundial”. A ellas se les aplicará, a partir de noviembre de 2014, un recargo de capital de entre el uno y 2,5 puntos. Si aumentan su riesgo en el futuro podrían incrementar el capital en 3,5 puntos. Estos requisitos se añadirán al 7% que exigen las normas de Basilea III. Además, todas ellas han tenido que elaborar un testamento vital, que es un plan establecido de cómo vender activos si llegan problemas.

En la lista de entidades sistémicas hay dos españolas, el BBVA y el Santander. El consejero delegado del banco, Alfredo Sáenz, defiende que el tamaño no sea la única variable para determinar si una entidad es sistémica. Sáenz cree que debe vigilarse la solvencia, la liquidez, la gestión del riesgo y la interconexión con otros bancos.

Joaquín Maudos, catedrático de Economía de la Universidad de Valencia, coincide en que “el tamaño del balance sobre la economía no es lo único importante, sino también la buena supervisión, la diversificación de riesgos y el tipo de inversiones que se realizan”. Maudos añade que la banca irlandesa cayó porque tenía un empacho de ladrillos. Un caso parecido al español. Las entidades chipriotas estaban inundadas de deuda griega, por lo que la quita en los bonos helenos “anunció este triste final, que se ha gestionado muy mal. Los daños colaterales de la decisión de la troika superarán los 5.800 millones que pagarán los depositantes”. Este economista recuerda que la banca española cada vez tiene más deuda pública del Estado, “porque la utilizan para financiarse en el BCE, lo cual es una debilidad” si llegan problemas, advierte.

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Sobre la firma

Íñigo de Barrón
Es corresponsal financiero de EL PAÍS y lleva casi dos décadas cubriendo la evolución del sistema bancario y las crisis que lo han transformado. Es autor de El hundimiento de la banca y en su cuenta de Twitter afirma que "saber de economía hace más fuertes a los ciudadanos". Antes trabajó en Expansión, Actualidad Económica, Europa Press y Deia.

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