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La industria japonesa lucha por recrear glorias pasadas

Empresas de un barrio de Tokio desarrollan un trineo de carreras para que participe en los Juegos de 2020 y dar un impulso a la economía del distrito

Detalle de una maqueta de las infraestructuras destinadas a los Juegos Olímpicos de 2020 en Tokio.
Detalle de una maqueta de las infraestructuras destinadas a los Juegos Olímpicos de 2020 en Tokio.EFE

Parece una fuente inverosímil de salvación para el decadente barrio industrial de Ota, en Tokio: un bobsled (trineo de carreras) negro para dos personas, que se encuentra en un estudio abarrotado. No obstante, si los sueños de sus creadores se hacen realidad, participará en los Juegos Olímpicos de Invierno que se celebrarán el año próximo en Sochi, Rusia, como una orgullosa demostración de que los pequeños talleres artesanos familiares de esta zona pueden construir bobsleds de mayor calidad que los principales fabricantes del mundo, un grupo que incluye a Ferrari y BMW.

“Los ánimos están muy decaídos en el sector de la fabricación japonés”, admite Junichi Hosogai, de 46 años y líder del grupo de 32 propietarios de pequeñas fábricas que el año pasado se unieron para crear el bobsled del equipo olímpico japonés. “Superar a Ferrari supondría un gran espaldarazo”, concluye.

Con la mira puesta en ese objetivo, el grupo de Hosogai se plantea un desafío que recuerda los días gloriosos de Japón en los sesenta y setenta, cuando el país conquistaba el comercio mundial a base de trabajo duro, unidad y firmes esfuerzos para superar a las empresas punteras de Occidente. Pero Hosogai y su pequeño equipo de constructores de bobsleds dice que esto es más que un ejercicio de nostalgia o para levantar la moral.

El grupo trata de recuperar una tradición de artesanía industrial que en su día convirtió a Ota en un centro de la fabricación de gran calidad que llevó a Japón a la grandeza económica. Cuando el distrito vivía su momento álgido, en sus abarrotados barrios había unos 20.000 talleres pequeños que producían en masa los magníficos componentes que utilizaban los automóviles, barcos y productos electrónicos de fabricación japoneses. El Gobierno local calcula que hoy en día sobreviven menos de 4.000.

En su momento álgido, en este distrito había 20.000 talleres; ahora sobreviven 4.000

Los propietarios de las pequeñas fábricas de Ota, ya entrados en años, están excesivamente aferrados a sus costumbres. Según el propio Hosogai y otros, muchos han llevado a los talleres locales a la quiebra al intentar competir con países de producción masiva como China o Corea del Sur. En lugar de eso, sostienen, Ota debe adoptar la producción más personalizada y de calidad que ahora dominan países como Alemania e Italia. También en estos países se construyen los mejores bobsleds del mundo. Una victoria contra ellos en los Juegos Olímpicos sería una prueba de que Ota también puede ganarles en otros terrenos, señala Hosogai.

Aun así, muchos fabricantes reconocen que romper viejos hábitos es difícil, sobre todo en el envejecido Japón. Ota y sus pequeñas empresas deberían dejar de depender de que las grandes corporaciones o el Gobierno señalen el camino y aprendan a innovar por sí mismas. “Tenemos que dejar el hábito de seguir irreflexivamente a las grandes empresas”, opina Koji Okuda, director de la Organización de Promoción Industrial de Ota.

En este lugar, donde la fabricación comenzó hace un siglo, dicha tradición se deja entrever en un orgullo todavía evidente por su artesanía.

El año pasado, Hosogai y sus colegas se propusieron sacar más partido a esas habilidades empleándolas para revitalizar Ota. Hosogai se decantó por los Juegos Olímpicos porque el año pasado Tokio presentó su candidatura como sede de los Juegos de Verano. Su primera idea fue fabricar arcos compuestos para el tiro con arco, que ahora se producen en Corea del Sur, pero lo descartó al averiguar que Japón limita enormemente cualquier cosa que pueda ser utilizada como arma.

“Los ánimos están muy decaídos en el sector de la fabricación japonés”, admite Junichi Hosogai

A un empleado de la oficina de Okuda se le ocurrió la idea del bobsled, que requiere piezas metálicas de precisión. El grupo de Hosogai aplicó un poco de ingeniería inversa [el proceso de descubrir los principios tecnológicos de un objeto] a un viejo modelo alemán. En dos semanas habían fabricado sus propias piezas, que, según dicen, son más fuertes que las alemanas porque se moldearon con un solo trozo de acero en lugar de soldar partes separadas.

En diciembre fue utilizado por un equipo de mujeres, que quedaron en primer lugar en las pruebas nacionales. El grupo piensa construir un segundo bobsled para hombres, y espera convencer a ambos equipos de que utilicen los trineos de Ota en Rusia.

“Necesitamos un logro espectacular para convencer a Ota de que sea más abierta de mente y creativa”, afirma Hosogai. “Una medalla de oro resolvería el problema”.

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