El ‘smartphone’ mata al teléfono móvil
Los terminales inteligentes y las tabletas revolucionan los hábitos sociales y el negocio tecnológico, y alumbran la nueva generación de internet ultrarrápido
Cae en picado la venta de ordenadores. Se desploman los ingresos y los resultados de los grandes operadores de telefonía móvil. Los whatsapp desplazan a los email. Desciende la venta de libros, música o DVD, mientras el mercado de las aplicaciones se dispara. Microsoft, el padre de la industria del software, y Nokia, otrora el primer fabricante mundial de móviles, se abrazan desesperadamente intentando engancharse al último bote antes de que se hundan sus viejos titanic. Cuando parecía que el reinado de Apple duraría mil años, gracias a sus icónicos iPhone e iPad, aparece Samsung, unos coreanos anteriormente conocidos por sus televisores, que le arrebatan el cetro del móvil y hacen tambalear la cotización de la marca de la manzana. Y de todo ello, y de fenómenos aún más extraños que están por venir, tienen la culpa los smartphones, o teléfonos inteligentes, el aparato/hábitat más popular de la historia de la humanidad.
Los smartphones se han convertido en el “centro de la vida digital personal”, como dice el informe La sociedad de la información 2012 de la Fundación Telefónica. Su necesaria omnipresencia es casi una amenaza no ya a nuestra intimidad —el operador sabe dónde está su abonado las 24 horas del día—, sino a nuestra propia identidad. El 80% de los usuarios duerme con su smartphone y el 40% lo ha cambiado por la revista cuando visita el baño (estudio Intel, abril 2012).
El teléfono inteligente se ha convertido en la primera pantalla desplazando a la televisión, incluso en los momentos de prime time (máxima audiencia). En la reciente final de la Superbowl, el acontecimiento televisivo más importante del año en EE UU, los telespectadores migraron masivamente hacia sus smartphones o tabletas cuando el balón ovalado no estaba en juego. Solo la intervención inicial de la cantante Beyoncé les mantuvo pegados al televisor cuando los jugadores de San Francisco 49ers y los Baltimore Ravens no estaban en acción.
Los anunciantes, que pagan cuatro millones de dólares por un spot de 30 segundos, han visto cómo sus potenciales clientes se pasaban a la pantalla de cuatro pulgadas de sus móviles. En los intermedios comerciales, el uso de las aplicaciones creció un 19% respecto a la anterior edición de la Superbowl, y se mandaron 24 millones de mensajes de Twitter relacionados con el acontecimiento, según la firma especializada Flurry.
No, no les llame teléfonos móviles, porque no lo son. Es más, a medida que pasa el tiempo se usan menos como teléfonos y más para todo tipo de utilidades. Llamar y recibir llamadas ha dejado de ser su función primordial. Como dice Javier Nadal, vicepresidente ejecutivo de la Fundación Telefónica, “los usuarios usan distintos dispositivos según la hora del día; por ejemplo, el móvil es el dispositivo más utilizado para conectarse a Internet al despertar y a la hora del desayuno y la comida, mientras que en otros momentos el predominio es del PC y la tableta aparece con fuerza”.
En un universo crecientemente digitalizado, la comunicación personal pasa cada vez más a un segundo plano: los usuarios de las redes sociales se comunican diariamente con más gente a través de estas (23 individuos de media) que en persona (16 individuos).
Esa explosión de la conectividad móvil se produce precisamente en un marco de crisis a la que no es ajena el sector. En 2012, y por primera vez en la historia, disminuyó la venta de teléfonos móviles. Se comercializaron un 1,7% menos (1.750 millones de unidades). Ese hito negativo se debe al declive de los móviles básicos, aquellos que solo se usan para poco más que hablar y mandar mensajes de texto. En el pasado ejercicio se vendieron 9 smartphones por cada 10 básicos, según la consultora Gartner. Pero esa situación está a punto de cambiar. En 2013 se invertirá justamente la proporción y se venderán 1.000 millones de smartphones frente a los 900 millones de los básicos.
El arranque esplendoroso de las tabletas como hermano menor de los smartphones, aunque le supere en pulgadas, también está cambiando los hábitos de los usuarios y, lo que es más importante, de los consumidores. El comercio electrónico está pasando rápidamente de e-commerce a m-commerce. En el cuarto trimestre, las transacciones realizadas tanto desde smartphones como desde tabletas representaron en EE UU el 11% del total del gasto en comercio electrónico.
Y es que si 2012 fue el año de los smartphones, casi todos los expertos pronostican que 2013 será el de las tabletas. Digitimes Research estima que, por primera vez, la venta de tabletas —sumando las de marca y las blancas (fabricadas para terceros, por ejemplo, para operadoras)— superará a la de portátiles. El mercado crecerá un 38,3%, hasta alcanzar unas ventas totales de 210 millones de unidades. Ese tránsito hacia la pantalla más fina ya se ha producido. Dos de cada seis ordenadores vendidos en el último trimestre de 2012 eran tabletas, según los datos de Canalys.
Por el contrario, en 2012 se vendieron 352 millones de PC, un 3,2% menos, en la primera caída anual desde 2001, según IDC. Ni siquiera la aparición del Windows 8, el nuevo sistema operativo de Microsoft, ha podido frenar el declive.
Paralelo a este cambio, también se ha producido un vuelco total de los protagonistas. Hay nuevos jugadores, pero los liderazgos ya no duran décadas. Apple, que parecía que había llegado para quedarse, ha hincado la rodilla ante los competidores. Como fabricante, Samsung ha demostrado con su línea Galaxy que hay vida más allá del iPhone. La firma surcoreana dominó no solo el mercado mundial de teléfonos, sino el de los smartphones, con más de 200 millones de unidades, frente a los 120 millones de iPhone.
Pero más preocupante aún para la marca que fundara Steve Jobs es el recién estrenado reinado de Android, el sistema operativo de Google que usan la mayoría de los fabricantes. El robotito verde, logo del sistema, está instalado en el 68,8% de los smartphones distribuidos en 2012, ganando casi 20 puntos en un solo año, y dejando muy atrás a iOS, el sistema propio de Apple, que tiene una cuota del 18,8%.
“Android tiene ahora una demanda muy fuerte. Ronda el 90% del mercado en valor y el 70% en volumen, y por eso trabajamos con él, pero esto no implica que no contemplemos otras alternativas”, dice el director de la división Móvil de LG España.
Y es que los sistemas operativos son la puerta a las tiendas, donde se acaba ese mundo onírico del gratis total y el consumidor decide sacar la cartera. Aunque AppStore sigue siendo líder tanto en número de aplicaciones como en ingresos, Google Play, la tienda del buscador, le gana terreno. Tiene casi el mismo catálogo (700.000 aplicaciones frente a 800.000 de su rival). En el último trimestre del año se duplicaron sus descargas, mientras que las de AppStore crecieron un 20% (AppAnnie).
Aunque el universo físico del móvil sea el espacio radioeléctrico, en el negocio lo que se sustancia es quién se come la parte más grande del pastel. Los operadores, que hasta ahora atrapaban la mayor parte de los ingresos que generaba la telefonía móvil, ven reducir su porción año a año, y en los mercados maduros como Europa, también su facturación. Según Wireless Intelligence, la facturación mundial de los operadores móviles aumentó un 5,2% en 2012, hasta los 1,16 billones de dólares, pero solo gracias al impulso de los mercados emergentes, que ahora representan cuatro de cada cinco nuevas conexiones móviles a escala global.
También está cambiando la estructura de los ingresos. La consultora Ovum estima que los ingresos por voz, que ahora representan un 64% del total, solo serán el 52% en 2017. El crecimiento de la banda ancha móvil supondrá ingresos crecientes, a una tasa anual prevista del 8,2% hasta 2017.
Fuera del negocio de las aplicaciones, con los usuarios dispuestos a gastarse sus ahorros en el último smartphone mientras presionan por obtener una tarifa plana más asequible, los operadores no han dado aún con la tecla para conservar su parte de la tarta. Solo los llamados Over The Top (OTT) como los servicios de mensajería y llamadas gratuitos como WhastApp, Skype o Line tendrán un impacto negativo en los ingresos de las operadoras de 370.000 millones de dólares hasta 2020.
Al mismo tiempo, son los operadores los que deben hacer casi en solitario un enorme esfuerzo inversor para tender las nuevas líneas de fibra óptica y de móvil de cuarta generación (LTE), necesarias para absorber el crecimiento exponencial del tráfico que provocan los intrusos como Google o Apple. En 2011, los ingresos de Google, Amazon, Microsoft, Apple y Facebook alcanzaron los 200.000 millones de dólares, frente a los 350.000 millones de los cinco primeros operadores mundiales (Vodafone, AT&T, China Mobile, Telefónica y Verizon).
Solo el mercado de aplicaciones en el mundo supuso más de 15.000 millones de dólares en 2012 y se estima que alcance más de 24.000 millones durante este año. “Los ingresos están concentrados mayormente en la plataforma/tienda que en el operador, que solo se beneficia del tráfico generado por la aplicación, en función del plan de tarifas del cliente, aunque también indirectamente gracias a la fidelización del cliente en el caso de apps de gran demanda”, dice Pedro Jurado, director de Tecnología de Accenture.
José Arias, vicepresidente de la consultora Booz & Company en España, alerta de que “las infraestructuras actuales están llegando a un punto de saturación, obligando a inversiones agresivas tanto en aumentos de capacidad como en mejoras tecnológicas. Dada la tasa de crecimiento anual del tráfico de datos móviles, cercana al 80%, y del 28% en las redes fijas, se espera que el volumen de tráfico de datos en el mundo se duplique cada dos años y medio”.
Para asumir ese incremento del tráfico y los nuevos servicios, los operadores se enfrentan al desafío de poner en marcha la cuarta generación del móvil conocida como Long Term Evolution (LTE), que permite velocidades de descarga de más de 100 megabytes por segundo. Se necesita rentabilizar cuantiosas inversiones mientas que los OTT se benefician de esa infraestructura sin poner un céntimo. Hasta el momento, hay 152 redes comerciales de LTE a través de 65 países, y a finales de 2013 habrá 114 millones de suscriptores, que se duplicarán en 2014, según un informe de Yankee Group.
“Los operadores no solo tienen que invertir en el despliegue de redes de LTE a un ritmo cada vez más rápido (en un clima económico decididamente adverso), sino que también deben encontrar formas innovadoras de monetizar esas nuevas redes, a la vez que luchan con la cada vez más intensa competencia de los OTT, que quieren robarles su pan con mantequilla que son los ingresos por voz y por mensajes”, según Declan Lonergan, de Yankee Group.
Esa amenaza de los OTT es muy real. Los ingresos por voz de los operadores móviles, que fueron 769.000 millones de dólares en 2011, se habrán reducido un 9% en 2016 pese al aumento de suscriptores. No obstante, Juniper Research cree que la costosa inversión que exige el LTE acabará teniendo una recompensa. Para 2017, ya representará el 31% de todos los ingresos globales, alcanzando los 250.000 millones de euros (en 2012 han supuesto solo en torno a 55.000 millones).
Por ahora, están en cabeza del despliegue los operadores norteamericanos (AT&T, Verizon y Sprint), que ofrecerán cobertura casi total en 2014, y los de Asia-Pacífico. También se está activando el mercado de terminales LTE. Casi todos los fabricantes, con Apple y Samsung a la cabeza, ya tienen teléfonos en el mercado. En 2012 se vendieron 103 millones.
España llegará con retraso una vez más y tendrá que esperar al menos hasta 2015. Por el momento, el LTE solo se podrá ver y tocar en los proyectos pilotos del Mobile World Congress que comienza mañana en Barcelona.
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