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AUSTRIA MÚSICA

Viena, santuario de una larga tradición de música clásica

El director de orquesta Franz Welser-Most conduce a la Filarmónica de Viena durante el tradicional concierto de Año Nuevo 2013 en la Sala Dorada del Musikverein en Viena (Austria). EFE/Archivo
El director de orquesta Franz Welser-Most conduce a la Filarmónica de Viena durante el tradicional concierto de Año Nuevo 2013 en la Sala Dorada del Musikverein en Viena (Austria). EFE/ArchivoEFE

Viena no es solo la capital con mayor calidad de vida en el mundo sino que se autoproclama como la "ciudad de la música" por antonomasia, un título que sustenta con orgullo y que atrae a millones de visitantes cada año.

La ciudad tiene en su cartelera funciones diarias en tres teatros de óperas, diversas orquestas de excelencia, como los filarmónicas o sinfónicas, el célebre Concierto de Año Nuevo, numerosos museos y fundaciones musicales para los visitantes.

Además, cientos de estudiantes de todo el mundo se trasladan año tras año a la capital austríaca para aprender y perfeccionarse en sus exigentes universidades y academias musicales.

Los orígenes de esta centenaria tradición musical radican en la Casa Real austríaca de los Habsburgo, que en búsqueda de atraer a los compositores más célebres del continente, consolidaron su capital imperial como centro cultural de referencia.

Hasta su caída en 1918, esta familia real dominó durante siglos el centro y sureste de Europa, y en ciertas épocas también otras regiones europas como la Península Ibérica y Flandes.

Ante tal dominio durante tantos años no asombra pues que se consideraran los "portadores del arte europeo", y el instrumento utilizado para exhibir su gloria y opulencia fuera la música.

"Solo los poderosos podían ocupar el patio de butacas durante las funciones teatrales y las óperas palaciegas. Era en actos musicales donde el escenario reflejaba la división de clases y la jerarquía social", explica la historiadora Elisabeth Fritz-Hilscher.

Los Habsburgo se dedicaron a promover la música desde temprano porque "eran una dinastía muy arraigada a la vida musical", agrega.

Algunos de sus emperadores incluso eran compositores apasionados o intérpretes musicales, como Fernando III, Leopoldo I o José I, recuerda la historiadora, integrante de la Comisión de Investigación Musical de la Academia de las Ciencias de Austria.

La emperatriz María Teresa I (1717-1780) en ocasiones actuaba en la corte como cantante, y su sucesor, José II (1741-1790), fue un activo músico de cámara, además de un gran aficionado a la ópera.

La música no se desarrolló tanto en territorios hispánicos como en los centroeuropeos, pues "por aquellas zonas, el oficio de la música no se profesionalizó", explica Fritz-Hischer.

A partir del siglo XVIII los Habsburgo lograron atraer a la corte de Viena a los más ilustres compositores de todos los tiempos, como Wolfgang Amadeus Mozart, Ludwig van Beethoven o Joseph Haydn.

Y fueron precisamente Haydn y Mozart quienes catapultaron definitivamente a esta capital como foco de la música europea.

Les siguieron otros genios universales, como Franz Schubert, Gustav Mahler, Johannes Brahms, los integrantes de familia Strauss, o el italiano Antonio Lucio Vivaldi, entre otros.

En esa época se consolidaron los denominados "viajes artísticos" que se emprendían desde todos los puntos de Europa hacia Viena para poder acercarse a los compositores famosos.

"Ese peregrinaje era una manera de hacer realidad el mito, de poder aproximarse a los grandes genios y estrecharles la mano o hablar con ellos", asegura la historiadora.

Pero luego llegó un momento en que la corte se vio obligada a reducir costes y así comenzó a retirarse paulatinamente de la primera línea musical.

"La burguesía europea tomó el relevo y alteró las formas de representación, llegando a apreciar la música como algo meramente placentero, más allá de su antigua concepción de instrumento de poder", apostilla Fritz-Hilscher.

También entre los instrumentos Viena ha dejado un impacto duradero, con algunos instrumentos de viento que cuentan hasta hoy con una variante específicamente austríaca, que los distinguen de sus hermanos en otras partes del mundo.

Así sucede con el corno vienés ("Wiener Horn"), una trompa de auténtica rareza, utilizada solo por las orquestas de la capital austríaca y conocida por su colorido abanico de sonidos, además del fagot y el clarinete.

La música es hoy un importante factor económico para Viena, con más de 12 millones de pernoctas turísticas el año pasado, muchas de ellas atraídas por la oferta musical y cultural.

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