Un año más de recesión
En términos de análisis macroeconómico, las expectativas económicas españolas para 2013 se resumen en dos palabras: más recesión. Cuando se despliega el contenido de esas dos palabras empiezan a surgir matices, la mayor parte de ellos interesados y de escasa fiabilidad. Así, el Gobierno asegura que el año próximo viviremos una suave contracción, prácticamente nada, cuantificada en el -0,5%. Y en este punto surgen las primeras contradicciones internas ya glosadas (no coincide la previsión del empleo con la hipótesis de crecimiento) o externas, poco mencionadas, pero relevantes. Porque la proyección de los ministerios de Economía y Hacienda no fundamenta las razones de esa “suave pendiente” recesiva de 2013. Así que hay que tomarse las previsiones oficiales como un artículo de fe; se cumplirán porque así lo dicen Guindos y Montoro. Los no creyentes pueden informarse mejor en el Fondo Monetario Internacional (FMI) o en otras instituciones de análisis económico y llegarán a la conclusión de que la contracción del PIB en 2013 estará entre el 1,3% y el 1,5%. Con estas cuentas, la tasa de desempleo probablemente llegue al 28%.
¿Dónde están los motivos de crecimiento que ve el Gobierno para dar por sentado que en 2013 se iniciará la recuperación? El crecimiento económico internacional será débil, Estados Unidos llegará tarde o temprano a un compromiso de ajuste, el crédito para los bancos y las empresas españolas no funcionará a pleno rendimiento al menos durante los próximos tres trimestres (y es posible que esa sea una predicción muy optimista, dada la confusión con que se está desarrollando el rescate bancario), el mercado de la vivienda sigue en franca depresión, el sector público y el privado seguirán despidiendo, al menos durante un trimestre, y el consumo seguirá cayendo empujado por los recortes salariales y el paro. Es verdad que la fuga de capitales se ha atemperado, pero no hasta el punto de que los capitales presentes se empleen con dinamismo empresarial. La economía española es una gran pregunta (cuándo y en qué condiciones se solicitará el rescate o intervención del BCE en el mercado de deuda) y una miríada de incógnitas sobre el déficit público, el autonómico, los ajustes en sanidad o educación y el recorte de la actividad pública, entre otras, que no dejan margen a la confianza empresarial. Todas las cuestiones mencionadas dependen de las decisiones que ha tomado o tomará el Gobierno central; no cabe culpar de la crisis española a la falta de confianza en la estabilidad del euro.
O las incógnitas se despejan o la recesión española no concluirá en 2014. El primer paso para despejarlas es aceptar que 2013 será un año económico similar a 2012, que las decisiones de recorte del gasto no han conseguido recortes reales de déficit público (salvo contabilidad creativa) y que el año que viene habrá más recortes públicos, de gasto y de empleo. Es muy difícil sostener que se aproxima el inicio de una recuperación, entendiendo por tal un crecimiento suficiente para crear puestos de trabajo. Cuente lo que cuente en el resultado final, y seguro que tiene importancia, hay que decir que la gestión de la política económica española ha sido deplorable durante el último año. Por lo tanto, a la pregunta de si las medidas económicas madurarán el año próximo en forma de reactivación moderada, la respuesta es sí… en Estados Unidos.
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