Déficit y paro, las lacras de nuestra economía
Los datos apuntan que el PIB volverá a intensificar su caída en el cuarto trimestre
A partir de los datos de ejecución presupuestaria del Estado y la Seguridad Social hasta octubre, comentaba la semana pasada en esta columna la dificultad de que este año se alcanzara el objetivo de déficit público, fijado en el 6,3% del PIB para el conjunto de las administraciones públicas. Unos días más tarde el Ministerio de Hacienda ha publicado las cuentas de estas administraciones hasta el tercer trimestre. Los datos no pueden ser más desalentadores.
Sin incluir los gastos extraordinarios por las pérdidas que han ocasionado hasta la fecha las ayudas a instituciones financieras (medio punto porcentual del PIB en 2011 y un punto en 2012), el déficit acumulado en los tres primeros trimestres alcanza el 5,3% del PIB estimado para el conjunto del año. Esta es prácticamente la misma cifra que se registró el pasado año en las mismas fechas, lo que quiere decir que apenas se ha avanzado en la corrección de este desequilibrio. De hecho, si hacemos las cuentas en términos de sumas móviles de cuatro trimestres para evitar la acusada estacionalidad de estos datos y disponer de ejercicios completos móviles, el déficit al finalizar el tercer trimestre se situaba en el 8,6% del PIB, solo cuatro décimas por debajo de la cifra registrada en el cuarto trimestre del pasado año.
Bajar del 8,6% al 6,3% del PIB en un solo trimestre es imposible, a pesar de las medidas que se tomaron a finales de julio (aumento del IVA, modificaciones en el impuesto de sociedades y eliminación de la paga extra de Navidad a los funcionarios) y de la decisión de no actualizar las pensiones con la inflación de noviembre. Como mínimo, podría cerrarse el año con un déficit del 7,5% del PIB, más de dos puntos por encima del irracional 5,3% inicial que impusieron las instituciones europeas. Nuestras autoridades deberían empezar a tomar medidas sin más dilación, después de haber perdido mucho tiempo por unas u otras razones, lo que implica el reconocimiento de que se va a producir un desvío sustancial y el análisis de sus causas. Este análisis debe responder a una primera e importante cuestión: cómo es posible que, pese a las medidas tomadas, muchas de ellas generadoras de huelgas y protestas sociales, no se esté avanzando en la corrección del déficit.
Bajar del 8,6% al 6,3% en un solo trimestre es imposible, pese a las medidas de julio
Además de estos datos, en la semana se publicaron las estadísticas de afiliados a la Seguridad Social y parados registrados. El dato bruto de afiliados nos dio un gran susto: en noviembre se habían perdido nada menos que 205.700 afiliados, casi el doble que los que se perdieron en el mismo mes del pasado año, que ya fue uno de los peores de la crisis. No obstante, esta cifra no refleja la evolución real y tendencial de este indicador de empleo. Por un lado, al cambiar la normativa se dieron de baja más de 85.000 cuidadores no profesionales cuyas cotizaciones, según la Ley de la Dependencia, las pagaba desde 2008 el Estado (por cierto, en diciembre volverá a ocurrir algo parecido). Por otro lado, la estacionalidad en estos meses del año es desfavorable. Corrigiendo ambos fenómenos, los afiliados descendieron en unos 58.000, que ya es una cifra muy elevada. El ritmo anual al que se han reducido los afiliados en los tres últimos meses respecto a los tres precedentes alcanza el 4,8% y todavía no ha tocado fondo. Ello nos indica que el PIB va a intensificar su caída en el cuarto trimestre y, en otro ámbito más preocupante, nos muestra que el sistema de pensiones empieza a tener un serio problema (estructural, no solo cíclico) para equilibrar sus cuentas.
Los datos del paro registrado también se vieron afectados por la baja de los cuidadores no profesionales, ya que a estos, aunque se hubieran apuntado como demandantes de empleo, no se los consideraba parados, mientras que a partir de ahora sí. Corrigiendo este efecto, la cifra de parados aumentó en 36.300, cifra notablemente inferior a la del mismo mes del año anterior. Pero, como viene sucediendo desde hace meses, no cuadra el hecho de que ahora se esté destruyendo más empleo que hace un año, que la población activa apenas varíe y que, a pesar de ello, el paro aumente menos. Los registros de las oficinas de empleo están perdiendo capacidad para explicar correctamente la evolución de una de las variables más importantes de nuestra economía.
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas).
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