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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Pocos bancos y gigantescos

Ayuda de 215.000 millones: ¿Gana el demagógico lema de que el pobre subvenciona al rico?

Xavier Vidal-Folch
El ministro de Economía, Luis de Guindos.
El ministro de Economía, Luis de Guindos.PACO CAMPOS (EFE)

Las ayudas públicas a la banca española desde el inicio de la crisis ascienden a la módica cifra de 215.691 millones de euros, un 21% del producto interior bruto (PIB), entre inyección de capital, compra de activos, préstamos, y avales directos o vía protección de activos. ¿Quién paga esa factura? Este es el primer problema de la actual reconversión bancaria.

Gran parte de las ayudas se convertirá en coste. Del total, los 48.500 millones procedentes del rescate europeo costarán desde el principio, pues devienen deuda, y sus intereses anuales, déficit, ya que el Mecanismo Europeo de Estabilidad aún no rescata directamente a bancos. Pero el peaje, el tipo de interés, se reduce del 3% previsto a menos del 1%, brava gestión en esto de Luis de Guindos. De las ayudas a futuro, lo que se recupere dependerá de si se gestiona bien o mal el banco malo. Por ahora es un frankenstein de banca privada, obligada a contribuir, y diktat gubernamental; ahíto de conflictos de interés (venderá pisos que aquella le traspasó) y con capitana pública desde antes de su bautizo solemne. No es obligatorio creer a Guindos cuando asegura que la operación costará cero al contribuyente y brindará a los bancos del Sareb réditos anuales del ¡15%! Ese pastiche público / privado a pocos satisface.

Los contribuyentes son los paganos / acreedores de la operación. Parte la pagan con sus impuestos. El resto, con su aval, porque es el Estado y no el Mecanismo quien responde. Y el todo, porque afrontan su coste de oportunidad: esos recursos podrían dedicarse a otros objetivos.

Los contribuyentes son los paganos / acreedores de la operación

De modo que los ciudadanos merecen una explicación a la altura del dinero que ponen. Salvar a los bancos (no a los banqueros) conviene para evitar pánicos financieros, la crisis del sistema de pagos (que circula por vía bancaria), la de creación de dinero (los bancos lo crean al conceder créditos) y la financiación de la economía real. Pero la factura es tan desmesurada que deben correr parejas la transparencia en cada paso; la garantía de que no se produzcan favoritismos ni distorsiones a la competencia; y la expectativa razonable de que el Tesoro recuperará el grueso de ayudas y préstamos al final de la operación. ¿Cómo? Ojalá mediante el compromiso formal de los bancos salvados, los sólidos y los mediopensionsitas de devolver los apoyos, aunque sea en cómodos plazos mediante, por ejemplo, el Fondo de Garantía de Depósitos. Si no, ganan los demagogos: es el pobre quien subvenciona al rico.

La segunda cuestión es si resulta más barato liquidar bancos en crisis o integrarlos mediante absorción en otros sanos. El salvamento a través de estos parece óptimo, pero depende de las cifras. Una entidad sólida puede, con gestión paciente, transmutar créditos dudosos en ciertos, y morosos en puntuales; puede vender con tiempo y a precio razonable activos mediocres y no liquidarlos a derribo. ¿Pero hasta el punto de justificar el nivel de ayudas otorgadas al BBVA por Unnim, al Sabadell por la CAM y a CaixaBank por Banco de Valencia (BV)? Este último y más reciente caso merece desarrollos. Se suponía que el BV se iba a liquidar. Pero recibe una inyección de 5.500 millones para integrarse, algunos más que los 3.462 millones necesarios para reflotarlo según Oliver Wyman: el resto beneficiará largamente al comprador. Dicen el Banco de España y Bruselas que ese dinero supone más / menos la mitad del que requeriría una liquidación ordenada. Seamos crédulos. Pero, ¿les importaría, queridos supervisores, detallar la comparación, céntimo a céntimo?

Tercero, y crucial. ¿Cuál será el escenario al final de la merienda? No cerramos nada porque sería caro. Solo salvamos a Bankia como entidad independiente porque es “sistémica” y capaz de hacer peligrar al sistema, cuando el carácter sistémico no lo da el tamaño, pues crisis menores lo han volteado... Alemania se queda con unas 600 entidades financieras. España tendrá una decena, a lo sumo. El oligopolio es carcoma de la competencia. Y el excesivo poder roe la división de poderes. ¿Sí? Veamos. ¿Cuál sería el peso / influencia de los tres primeros bancos? Medido en medida tosca (activos ponderados por riesgo, 2011, según las pruebas de estrés de la EBA), en España supondrían el 106% del PIB. A larga distancia del 80% en Francia. El futuro parece, pues, este. Pocos bancos: asfixiantes. Y gigantescos, supersistémicos: ergo rescatables. Un escalofrío.

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