Scalextric sin mandos
Tecnitoys, licenciataria de la histórica marca de ‘slots’, presenta concurso de acreedores
Cumple 50 años instalado en España, pero Scalextric no está para fiestas. La marca más popular de los circuitos de coches de carreras a escala se debate entre la vida y la muerte después de que su licenciataria, Tecnitoys, se declarara en concurso de acreedores. La situación, reconoce uno de los accionistas, se había convertido en insostenible. Las ventas habían pasado de rondar los 30 millones de euros en 2007 a quedar reducidos a menos de 10 millones en 2011. Por el camino ha quedado un agujero de 7 millones de euros (14 millones de pasivo y 7 millones de activos) y un sector tocado que no sabe qué fue antes, si el huevo o la gallina.
¿Tecnitoys cayó por culpa del sector o el sector cayó por Tecnitoys? Es una de las cuestiones que rodean al proceso. La compañía controlaba el año pasado el 57% del negocio de los slots, pero pocos años antes había llegado a copar más del 80%, por lo que cualquier reducción de inversión en publicidad acabó lastrando un negocio apreciado por los coleccionistas, pero singularmente pequeño. Empezaba el fin de una etapa que Tecnitoys inauguró en 2005 (pese a ser la licenciataria desde 1997), cuando pensó que era posible recuperar un juguete tradicional para poner a jugar juntos a los baby boomers que crecieron a los mandos del Scalextric y a sus hijos. El moderno concepto del plug and play (conectar y jugar) catapultado por las consolas de videojuegos no ha dado tregua a un juego que se empieza montando pistas.
A tenor de los números del concurso, la empresa ha sido imposible. Los accionistas han sido incluso incapaces de llevar a cabo la liquidación ordenada que encargaron a principios de este año a un especialista, el exvicepresidente de la SEPI Jordi Dagà. El principal accionista de la sociedad, Winkler Internacional (51% del capital), fue el que decidió llevar en septiembre la compañía al concurso, pese a la oposición de Inversiones Hemisferio (25%), la sociedad inversora de la familia Lara. “No nos quedaba otra opción, ya habíamos superado el plazo para presentar concurso”, señala Tomás Fornesa, ex consejero delegado de la sociedad y accionista, con un 6,5% de las acciones, que se abstuvo en la junta de accionistas en la que se decidió el proceso.
La sociedad acude a los juzgados con un agujero de siete millones de euros
La presentación de concurso voluntario, instado ante el Juzgado de lo Mercantil, número 5, de Barcelona, puso fin de forma repentina a la negociación que se estaba llevando con la banca para refinanciar los casi 12 millones de euros que Tecnitoys les adeuda. Fuentes financieras aseguran que el proceso estaba casi cerrado. La docena de entidades afectadas por el concurso habían admitido una quita general del 9% y una refinanciación a 10 años, con dos de carencia. Otras fuentes presentes en el proceso aseguran que si los accionistas se han asegurado acudir al concurso es para intentar incrementar ese recorte crediticio y reducir el impacto en sus bolsillos.
Pero esa decisión deja ahora en el aire el futuro de la marca, cuya distribución solo queda asegurada hasta el próximo 31 de marzo. Hasta entonces, Educa-Borràs —a través de su enseña alicantina Fábrica de Juguete, especializada en inyección de plásticos— es la responsable de explotar los coches y los circuitos de Scalextric. A la juguetera catalana le fue a buscar a principios de año la propia Tecnitoys ofreciendo la licencia de la marca. Aceptó la oferta. Firmaron un contrato puente para asegurar el negocio entre abril de 2011 y marzo de 2012 mientras esperaban encontrar un acuerdo definitivo.
Educa-Borràs estaba dispuesta a quedarse con el negocio a cambio de un acuerdo de refinanciación de la deuda. Prepararon la actual campaña de Navidad (en la que se concentran el 70% de las ventas anuales), iniciaron una modesta celebración del 50º aniversario y ahora no tienen claro qué sucederá después. “Llegamos a intuir esta situación antes de firmar el contrato puente y ni lo firmamos; en un año es muy difícil rentabilizar nada”, asegura Florenci Verbón, director general de la compañía.
Educa-Borràs tiene los derechos de explotación hasta el 31 de marzo
Educa-Borràs no tiene intención de acudir al administrador concursal para presentar oferta por la licencia. “No queremos que se nos relacione con el proceso de concurso”, afirma el directivo, que espera que sí sea al revés: los actores del proceso les ofrezcan un acuerdo.
Fornesa, hijo del expresidente de La Caixa Ricard Fornesa, se lamenta del desenlace. “Es un drama, pero no podíamos continuar más tiempo después de un año escuchando que ‘estamos a punto de cerrar un acuerdo”, señala, en referencia a los últimos gestores de la compañía, contratados para cerrarla.
Se acaba así el sueño de la nueva Scalextric que Tecnitoys emprendió a mitad de los años 2000. Durante cuatro años se encomendó a lanzar cada año un producto nuevo. Desembarcó en la Quinta Avenida de Nueva York en 2007 a través de los almacenes FAO Schwarz, lo que debía ser otra apuesta definitiva. En vez de serlo, desde entonces empezó el declive. Las ventas se desplomaron en paralelo a la evolución de la crisis y la distribuidora estadounidense les dio poco tiempo después un golpe más: se declaró en quiebra con más de un millón de euros en productos.
Tecnitoys intentaba amarrarse a un tronco flotante en la nada mientras los sueños se iban desvaneciendo poco a poco. Incluso el que había tenido un día uno de sus últimos directores generales, Sergio Pastor, el de catapultar definitivamente la marca a través de una película de animación al estilo de la exitosa Cars. Los slots continuaban estando allí, pero los mandos ya no respondían.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.