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ACS relaja la apuesta energética

El grupo que preside Florentino Pérez reduce su participación directa en Iberdrola

Florentino Pérez (ACS) e Ignacio Sánchez-Galán (Iberdrola).
Florentino Pérez (ACS) e Ignacio Sánchez-Galán (Iberdrola).PABLO MONGE (CINCO DÍAS)

La historia de un enfrentamiento de años entre dos personalidades fuertes, dominantes, no es muy original. Hasta Joseph Conrad se inspiró para escribir El Duelo en la historia real de dos militares que se enfrentaron entre sí durante 30 años en decenas de duelos por media Europa. Pero en el caso del grupo constructor y de servicios ACS y de la eléctrica Iberdrola, además de la cuestión personal —que la hay— entre sus presidentes, Florentino Pérez (ACS) e Ignacio Sánchez Galán (Iberdrola), está la cuestión del dinero y la influencia. Y eso anima cualquier relato.

El armazón de la historia es simple: el grupo ACS, que como otras empresas constructoras (Acciona, Sacyr...) apostó siete años atrás por diversificar intereses y saltar del ladrillo a la energía, se ha visto obligado a acomodar sus posiciones. Pesa la crisis y mandan las exigencias de los bancos que financiaron las compras de acciones en el sector energético con la garantía de los propios títulos adquiridos. Resultado: ACS ha reducido posiciones en Iberdrola, donde ha invertido en torno a 6.000 millones y donde llegó a controlar un 20% (3 de enero de 2011), hasta limitar su participación directa al 0,7%.

El resto de la participación de ACS está en derivados —equity swaps— del banco francés Natixis (5,24%) y “cedido” (8,25%) durante tres años a Société Générale que, a su vez, se ha apresurado a colocar en el mercado, ceder y prestar a otras entidades más de un 5% del paquete de iberdrolas.

La última negociación se produjo el viernes con Natixis

Fuentes de ACS sostienen que su participación sigue siendo la misma que antes de la renegociación con los bancos, puesto que pueden reclamar el paquete cedido. Pero en el mercado se considera la renegociación un repliegue ordenado de posiciones. Por resumir: la apuesta energética del grupo ACS, que comenzó en 2005 con la compra de acciones de Unión Fenosa al Banco Santander por 2.200 millones (la vendió en julio de 2008 a Gas Natural por 7.500 millones), ha perdido fuelle al compás de la crisis.

En toda historia hay, como poco, un momento clave. En la que han protagonizado ACS e Iberdrola, también. Uno de ellos sucedió en abril pasado. El día 17, ACS vendió un 3,692% de su participación en Iberdrola y redujo su paquete del 18,542% al 14,85%. El día era importante. El Real Madrid, el club que preside el presidente de ACS, Florentino Pérez, jugaba la semifinal de la Champions League contra el Bayern de Múnich en partido de ida. El Real Madrid perdió por dos goles a uno. Pérez, contra su costumbre, no estuvo en el palco del estadio alemán. Inmediatamente se vinculó la notable ausencia con la noticia conocida ese día: ACS se desprendía del 3,692% de Iberdrola por 798 millones de euros. Comenzó a circular la versión ácida del asunto: los bancos financiadores de ACS —alguno de ellos con jefe de riesgos recién nombrado— presionaban. Con la acción de Iberdrola por debajo de los cuatro euros, muy lejos del precio medio de compra, 7,1 euros, o bien ACS aportaba garantías adicionales o bien vendía títulos en el mercado. En caso contrario, los bancos ejecutarían las acciones pignoradas como garantía.

El grupo sostiene que mantiene el control sobre el 14,8% de la eléctrica

En los mercados, como en los estanques, las pedradas provocan olas. La venta del 3,692% del paquete de Iberdrola, como se ha demostrado, solo era el principio. ACS arriaba poco a poco las banderas de señales que alzó contra la dirección de Iberdrola. Ya se notó en la junta celebrada en junio. El combativo portavoz de ACS, el abogado mercantilista José Luis del Valle, no intervino en la reunión y, más aún, el grupo no votó en contra de ninguno de los puntos planteados por la dirección. Era algo inusual. Porque ACS impugnaba, año tras año, los acuerdos de la junta. Formaba parte de la batalla judicial para reclamar la incorporación de al menos un representante de ACS al consejo de la eléctrica y para hacer valer su participación más allá del 10% como límite previsto en los estatutos de Iberdrola y defendido a toda costa por Sánchez Galán.

En los juzgados, la pugna no ha sido, en general, favorable a ACS. El argumento de Iberdrola de que ACS es un competidor en actividades de ingeniería y energías renovables pesó en los juzgados. Además, la llamada “enmienda Florentino”, para eliminar las limitaciones de voto, aprobada en 2010 por el Gobierno socialista en el texto refundido de la Ley de Sociedad de Capital, sufrió parones suficientes (CiU y PNV retrasaron su aplicación un año) para desactivar sus efectos. La puntilla fue que el PP eliminó la enmienda en junio pasado.

Cuando el viento en contra se convierte en huracán es mejor doblarse que partirse. Y el 18 de julio ACS se aplicó la máxima: fue cuando decidió ceder el 8,25% de su paquete en Iberdrola a Société Générale a cambio de refinanciar 1.600 millones de deuda de ACS. El acuerdo incluyó la cesión de títulos —y sus derechos políticos y económicos— al banco francés a través de un mecanismo denominado prepaid forward (venta futura) durante un plazo de tres años, liquidable en títulos o dinero, a opción de ACS.

El proceso sigue. El viernes, ACS modificó también el contrato con Natixis, valorado en 1.434,2 millones, de forma que, según la compañía, se exime de la obligación de aportar garantías en función de la fluctuación de la eléctrica en Bolsa. En una negociación, es difícil que solo una parte salga beneficiada. ¿A cuánto ascienden las minusvalías de ACS por la apuesta energética en Iberdrola? En el grupo que preside Florentino Pérez no se dan cifras. No es que sea tabú, sostienen, es que todo depende de en qué momento se detenga la película de los precios en Bolsa. Sin duda, habrá un final. Conrad encontró uno creíble para El Duelo.

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