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Un mes que vale años de crisis

En las próximas semanas se concentran decisiones vitales para la economía española Las ayudas a la banca, del Gobierno o de la UE, condicionarán el futuro

Alejandro Bolaños
El ministro de Economía, Luis de Guindos, en el Congreso.
El ministro de Economía, Luis de Guindos, en el Congreso. ULY MARTIN

A un lado, las réplicas del terremoto de desconfianza en la zona euro, con epicentro, una vez más, en Grecia. Al otro, el mar de dudas que suscitan los ajustes presupuestarios y sobre todo, una reforma financiera sin fin. La economía española transita por un desfiladero que, en el próximo mes, se estrechará al límite. De las nuevas elecciones griegas, de la evaluación —que se anuncia como definitiva—, de los riesgos de los bancos españoles, del examen comunitario al plan de ajuste del Gobierno, dependerá en gran medida si el legado de la mayor crisis en medio siglo se queda, para España, en una década perdida o se transforma en una prolongada depresión.

EL BCE AL RESCATE

En cualquier momento, o no

El Gobierno de Mariano Rajoy apenas puede contenerse. Exige al Banco Central Europeo (BCE) alguna decisión como las que ha tomado desde agosto pasado para relajar la presión sobre la deuda pública española —en niveles récord esta semana—, ya sea a través de la compra de bonos o de nuevas macrosubastas de liquidez, que los bancos españoles destinan a comprar títulos del Tesoro. Por ahora, el presidente del BCE, Mario Draghi, se limita a respaldar las reformas de Rajoy, sin más. Y deja que sea Jens Weidmann, el presidente del Bundesbank, el que diga nein.

“El BCE puede llegar a actuar, pero solo en una situación extrema”, apunta Federico Steinberg, investigador del Real Instituto Elcano. “Draghi está de perfil. Salvo que los mercados aprieten más, el BCE se quedará quieto hasta que España aflore todas las necesidades de capital de sus bancos”, abunda Josep Oliver, catedrático de Economía de la Universidad Autónoma de Barcelona. Con el anuncio de otra revisión al alza del déficit público, y las declaraciones del líder francés, François Hollande, sobre el posible rescate de la banca española, los especuladores tienen argumentos para probar al BCE este mismo lunes.

EL TURNO DEL CRECIMIENTO

Miércoles 23 de mayo

Hasta que Grecia y las dudas sobre la banca española volvieron a reclamar el protagonismo, era la necesidad de reequilibrar la ecuación crecimiento/austeridad lo que acaparaba la agenda europea. La UE adelantó a la próxima semana una cumbre informal sobre el asunto. “El que piense que Europa va a hacer una política fiscal a la americana, con más déficit, está muy despitado”, señala Oliver. “Alemania enfatizará la necesidad de más reformas, Francia promoverá un plan europeo de inversiones, financiado con nuevas tasas, o con emisiones de deuda del Banco Europeo de Inversiones. Y habrá consenso”, descuenta el catedrático de Economía. Para la economía española, la iniciativa francesa puede ser un buen agarradero a medio plazo. A corto, lo más importante son los contactos que pueda tener esa noche Mariano Rajoy con los líderes europeos.

BANKIA, SEGUNDA PARTE

La próxima semana

La nacionalización de BFA, el banco malo de Bankia, que además dio el control de la entidad al Estado, fue el pistoletazo de salida de una nueva fase en la reforma financiera. Y de una crecida de las dudas de los inversores sobre la banca española, que ha llevado al Gobierno, forzado por la presión del BCE y la UE, a anunciar una evaluación independiente de la cartera de créditos de toda la banca en menos de un mes.

La nacionalización se produjo mediante la conversión en acciones de 4.465 millones de participaciones preferentes del Estado, al 8% de interés, que la entidad admitió ser incapaz de devolver con sus resultados. El nuevo presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, presentará la próxima semana, su plan de saneamiento. Y los expertos dan por hecho que habrá una nueva inyección de dinero público. El plan de Goirigolzarri suministrará una primera pista sobre si las estimaciones del ministro de Economía, Luis de Guindos, son certeras: el ministro estimó que las nuevas provisiones que se exigen a los bancos, más exigentes para cubrir mayores pérdidas potenciales del crédito vinculado al ladrillo, destaparán necesidades de capital “muy inferiores a 15.000 millones”, que cubriría el Estado.

“Hay que saber si Bankia es capaz de afrontar casi 5.000 millones en provisiones adicionales que se le exige por la nueva reforma, también si de verdad tenían ingresos suficientes para cubrir las que se determinaron en febrero”, explica Joaquín Maudos, catedrático de Economía de la Universidad de Valencia. “Necesitará otra inyección pública”, añade.

COLAPSO EN LOS MERCADOS

En cualquier momento, o no

“Las tensiones financieras en Europa han alcanzado niveles, en muchos aspectos, superiores a los presentes después de la quiebra de Lehman Brothers en octubre de 2008”. Los expertos del BBVA no podían decirlo más claro en el informe anual remitido a la Comisión del Mercado de Valores de EE UU.

Que la creciente retirada de inversores internacionales en España o el goteo permanente de depósitos griegos que se trasladan al exterior no cause más problemas solo se explica por los apoyos a la liquidez del BCE. Los mercados financieros están en máxima tensión y cualquier sorpresa negativa puede disparar la desconfianza y secar, otra vez, los flujos de financiación privada. Todos los ojos están en la banca, síntesis de todos los problemas en Grecia, España o Italia. “No tenemos ni idea de si el euro sobrevivirá, pero sí sabemos qué lo haría colapsar: una fuga masiva de depósitos en la banca”, señalaba esta semana uno de los informes diarios de Eurointelligence, un centro de estudios especializado en la zona euro.

LA REVÁLIDA DEL DÉFICIT

Miércoles 30 de mayo

La desconfianza sobre la economía española está anclada en el rápido aumento de la deuda pública —del 36% del PIB en 2007 al 80% que se prevé para este año—, que convive con un enorme volumen de deuda privada y altos niveles de déficit público desde el desplome de ingresos de 2009. El Gobierno de Rajoy se ha impuesto como prioridad rebajar el déficit a marchas forzadas, aún a costa de agravar la recesión y recortar derechos. El margen aquí era pequeño: es lo que exigía Bruselas, lo que vigilan los mercados.

Subidas de impuestos, amnistía fiscal, tijeretazos a la inversión y al gasto social. Casi todo vale para acercarse a la meta pactada con Bruselas para este año: un déficit del 5,3%. Casi todo vale para que Bruselas admita que esta vez sí se cree el esfuerzo, que está dispuesto a hacer una excepción: relajar el ajuste, postergar a 2014 el sacrosanto objetivo del 3% de déficit.

Las comunidades concentran las dudas de Bruselas y Rajoy pareció dar un paso definitivo este jueves, al fraguar un acuerdo que eleva a 18.000 millones el ajuste regional de este año, una medida sin precedentes. Pero el viernes, se conoció que las cuentas autonómicas de 2011 elevaban aún más el déficit del año pasado, del 8,5% al 8,9%. “El acuerdo del jueves es muy importante y compensa de forma clara esa nueva desviación”, defendió ayer el ministro de Economía, Luis de Guindos.

Por lo pronto, otra delegación de la Comisión revisará esta semana los últimos datos autonómicos. Se espera el dictamen definitivo del comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, para el día 30. Pero muchos de los expertos consultados para este artículo ven posible que suspenda la decisión a finales de junio, hasta ver qué ocurre con el sistema financiero.

GRECIA VUELVE A LAS URNAS

Domingo 17 de junio

“Ahora mismo, la mayor presión sobre España es más por el contagio de la incertidumbre tras una hipotética salida del euro de Grecia, que por el sistema del sector financiero”, opina Steinberg, profesor de Economía Internacional en la Autónoma de Madrid.

Para el investigador del Real Instituto Elcano, “lo más probable es que, haya mayoría de los partidos que apoyaron el rescate, o de los que lo rechazan, intenten seguir en el euro y abran una negociación para suavizar las condiciones”. “Los griegos dependen del dinero europeo, y la UE no quiere arriesgarse a una salida del euro que nadie sabe bien que consecuencias tendrá”, añade. La consecuencia de un resultado así serían varias semanas más de tensión en los mercados. Pero se evitaría el escenario más incierto.

EXAMEN FINAL A LA BANCA

En menos de un mes

En septiembre pasado, el director para Europa del FMI, Antonio Borges, reclamó a España que encargara una “auditoría externa, como en Irlanda” para despejar las dudas sobre la banca. El Gobierno socialista negó que fuera necesario. En febrero, el Ejecutivo del PP, presentó su primera reforma, que ahondaba en la constitución de provisiones para cubrir pérdidas en el crédito al ladrillo más problemático. Hace apenas 10 días, Guindos presentó la segunda reforma, con la exigencia de más provisones para el crédito inmobiliario, problemático o no. La idea es sumar unos 135.000 millones en provisiones, casi la mitad de los préstamos al ladrillo.

En esa segunda reforma se asumió el criterio del FMI: este lunes se encargará a dos consultoras externas un examen de toda la cartera de crédito, que deben tener listo en menos de un mes. El BCE supervisaría ese análisis tras “haber mostrado interés en ello”, según admitió el ministro.

“Lo del BCE y las tasaciones externas es, claramente, algo impuesto”, sintetiza Maudos. “¡Menudo mes nos espera!”, suelta Santiago Carbó, catedrático de Economía de la Universidad de Granada. “El problema es que esa evaluación se produce cuando el mercado espera provisiones mucho mayores que hace unos meses. El consenso de los analistas se sitúa en que los bancos necesitarán 100. 000 millones más. Algunos incluso elevan esas provisiones adicionales a 200.000 millones”.

En esa evaluación, los expertos dan por hecho que se asignará una mayor morosidad al crédito hipotecario y al préstamo a las empresas, algo que hará subir la cuenta de forma notable. En ese supuesto, como ha ocurrido en Bankia, varias entidades no podrían afrontar las provisiones con sus exiguos beneficios y rebajarían su nivel de capital por debajo de los mínimos legales.

“Si la evaluación es rigurosa, creemos que el Estado tendría que financiar una gran parte de ese importe. Y el Estado español ya está emitiendo deuda a niveles muy altos y con una base de inversores pequeña, dada la huida permanente del mercado de inversores extranjeros”, advierte Justin Knight, jefe de Estrategia para Europea de UBS

Aquí es donde entraría la opción de pedir un rescate parcial al fondo de la UE, que se endeuda a un coste mucho menor. Es una solución que recuerda lejanamente a la que se vio forzada a adoptar Irlanda. Tras reconocer pérdidas enormes en la banca después de una auditoría externa, la nacionalización de las entidades empujó el déficit irlandés por encima del 30% del PIB, y el Gobierno se vio forzado a pedir un rescate nada parcial, un crédito de 70.000 millones de UE y FMI, con duras condiciones incluidas.

“Si hay gente en España que cree que Irlanda puede servir como ejemplo a seguir, es que están locos. Irlanda no es un ejemplo, es una advertencia de la consecuencia de decisiones estúpidas”, clama Kevin O’Rourke, catedrático de Economía del Trinity College de Dublín. “Irlanda no es una historia de éxito. El año pasado el PNB [producto nacional bruto] cayó más de un 2%. Y nadie cree que el programa de rescate permita volver a los mercados en el tiempo previsto”, insiste O’Rourke.

“La pregunta del millón es ¿cuánta recapitalización nos pide el mercado?”, inquiere el catedrático Maudos. La respuesta, ahora en manos de unos evaluadores externos, no del Banco de España, determinará si es necesario, o no, el auxilio de Europa.

EXAMEN FINAL A LA BANCA

El día después

“Salga lo que salga de esa evaluación externa, el Gobierno español tiene que tener previsto un plan que diga muy claramente de dónde van a salir los recursos para recapitalizar. Y si se necesita la ayuda de la UE, más aún”, reclama Carbó.

Si la necesidad de capital que aflore del examen de las consultoras es manejable, el Ejecutivo español tiene dos opciones para inyectar dinero: “El FROB [el fondo estatal] podría emitir más deuda pública para prestar recursos al Fondo de Garantía de Depósitos [FGD, el fondo de la banca]. Y también se podría elevar al máximo la aportación de la banca al FGD, lo que permitiría sumar 1.000 millones más al año”, sintetiza Maudos.

Y si se necesita la ayuda europea, “esa posibilidad tendría que estar ya muy negociada para que quede claro que es un problema acotado, que como decía el FMI, afecta a una decena de entidades”, añade el catedrático de la Universidad de Valencia.

Carbó coincide en que si se acaba necesitando un “rescate parcial” de la UE, “debe ser una ayuda en la que queda claro que las garantías para devolverla se exige a las entidades recapitalizadas, en la que quede claro que las condiciones se ponen solo a los bancos rescatados”.

El miedo es que los mercados interpreten que una ayuda parcial —el préstamo al Gobierno español para que nacionalice bancos con agujeros demasiado grandes— comprometa de tal forma las cuentas públicas que precipite una huida de inversores de la deuda pública española y, en definitiva, el rescate. “Existe el riesgo de que los mercados crean que, en caso de problemas, de una reestructuración de la deuda, España pagaría a los acreedores oficiales antes que los inversores en bonos. Eso haría caer el valor de los bonos en el mercado hasta hacer pagar al Gobierno tipos de interés insoportables”, detalla Justin Knight. Para el estratega de UBS eso obligaría a la UE a financiar un rescate que, por el tamaño del sector público español, superaría el cortafuegos del fondo de rescate.

De puertas afuera, el Gobierno español mantiene que las necesidades de capital serán manejables, que no habrá necesidad de ayuda europea. De puertas adentro, se trabaja para evitar que esa ayuda, de ser necesaria, precipite una huida de inversores extranjeros de la deuda española y que se vaya a un rescate inmanejable.

“Si se consigue estabilizar la situación y recuperamos credibilidad, se valorarán las reformas y los ajustes y podemos regresar a las condiciones del verano pasado, cuando incluso se empezaba a crear empleo”, concluye el catedrático Josep Oliver. Pero para que eso ocurra, tienen que salir bien muchas cosas en muy poco tiempo.

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