Maersk McKinney, el magnate danés de los contenedores
Extendió la empresa familiar a más de 130 países y donó la Ópera a Copenhague

Maersk McKinney Moeller (Copenhague, 1913) fue el prototipo de hombre de negocios hecho así mismo. Transformó una modesta empresa familiar dedicada al transporte marítimo en una gigantesca multinacional. Los beneficios que fue acumulando a lo largo de este proceso sirvieron para patrocinar grandes obras de mecenazgo. Este empresario murió a los 98 años en la madrugada del 15 al 16 de abril en el Hospital Real de Copenhague, mientras dormía.
Su padre fundó una pequeña empresa familiar de transporte marítimo en 1904 con la adquisición de un barco de vapor de segunda mano, empresa de la que su hijo Maersk se convirtió en socio en 1940, año en el que contrajo matrimonio con la que fue su esposa durante 65 años, Neergard Rasmussen, fallecida en 2005 y con la que McKinney tuvo tres hijas.
En 1965 McKinney ocupa la presidencia del grupo AP Moeller. Desde ese año hasta 2003, cuando renuncia a su cargo, la entidad pasó de ser una empresa familiar a convertirse en una multinacional cuya actividad se extendía el año pasado a más de 130 países, empleaba a 108.000 trabajadores y generaba unos beneficios de más de 45.000 millones de euros, el equivalente a un 20% del PIB de Dinamarca, según Bloomberg. Y ello a pesar de que sus beneficios han caído un 36% desde 2008, de acuerdo a la misma fuente.
McKinney no solo se limitó a ganar dinero, también fue notoria su labor como mecenas. Contribuyó a la restauración de las murallas de la ciudadela y a la del puente del Rey en Copenhague en 1989 y, sobre todo, a la construcción del Teatro de la Ópera de Holmen de la capital danesa en 2004.
Pese a esta actividad pública, McKinney siempre prefirió la discreción, creía que su empresa ganaba más cuando sus directivos no se sentían “observados”, según unas declaraciones de 1998 recogidas por el periodista Jan Cortzen en el libro Moeller the Myth.
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