Gas: eficiencia, economía y medio ambiente
El gas puede ser uno de los motores que ayuden a España a recuperar la senda del crecimiento
El pasado 27 de enero, el Consejo de Ministros aprobó la suspensión temporal de las primas a nuevas instalaciones de régimen especial. Con esta acción, materializada a través del Decreto 1/2012, se pretende poner freno a un sistema de retribución que entraña unos costes demasiado elevados para el sistema y que están provocando un déficit en la tarifa eléctrica.
Desde la Asociación Española del Gas (Sedigas) venimos considerando que apoyar modelos energéticos no sostenibles económicamente genera encarecimiento de la electricidad y pérdidas de competitividad económica para el consumidor final, entendido este como cualquier industria, negocio u hogar de nuestro país.
El sector gasista ha venido defendiendo el desarrollo de las energías renovables de una manera económicamente sostenible. Es decir, dando prioridad a las más desarrolladas y espaciando en el tiempo las más incipientes y costosas y, a la vez, las que menos aportan al sistema.
Este tiempo es el margen que exige la Unión Europea para la implantación de los objetivos conocidos como 20-20-20 (20% de energía final renovable, 20% de mejora de la eficiencia energética y 20% de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero). En este sentido, la introducción dosificada de las renovables menos desarrolladas en el horizonte 2020 posibilitaría realizar las inversiones en el momento más tardío posible, para aprovechar al máximo las curvas de aprendizaje y las previsibles reducciones de costes de equipos y tecnologías. Todo esto redundaría en un menor coste de primas para el sistema, tanto a corto como a largo plazo.
El hecho de que España se ciña al 20% de energía final de origen renovable también supondría una menor generación de primas, evitando aquellas que se producirían al superar este hito en 0,8 puntos, hasta llegar al 20,8% de energía final renovable que prevé el Plan de Energías Renovables aprobado el segundo semestre de 2011.
Apoyar modelos energéticos no sostenibles económicamente genera pérdidas de competitividad
Sin embargo, y volviendo al real decreto ley aprobado por el Gobierno, algunas tecnologías incluidas en el régimen especial ya son maduras, de alta eficiencia energética y generadoras de empleo, como es el caso de la cogeneración a gas.
Para tecnologías de estas características, el texto legal contempla la posibilidad de desarrollar regímenes económicos especiales que les permitan aportar competitividad y eficiencia al sistema. En este sentido, el sector gas considera la cogeneración como una tecnología que hay que continuar impulsando.
13.000 puestos de trabajo
La cogeneración en España sostiene, en la actualidad, 13.000 puestos de trabajo. Tiene una vinculación muy estrecha con el sector industrial —aunque su potencial en el sector terciario, de edificios públicos y comercial es también importante—, al autoabastecer energéticamente a 1.000 industrias. Actualmente, el 90% de las instalaciones industriales que tienen equipos de cogeneración utilizan el gas en sus procesos, según datos de la Asociación Española de Cogeneración.
Esta técnica permite la sustitución de combustibles más contaminantes —como es el caso del carbón o los productos petrolíferos— por otros más limpios, como el gas, para la generación de electricidad, proporcionando grandes beneficios ambientales para la industria, al disminuir las emisiones de CO2.
También permite que la empresa genere su propia energía, bajando sus costes y favoreciendo su competitividad. El hecho de que esté ubicada en el mismo punto de consumo disminuye las pérdidas eléctricas derivadas del transporte y la distribución.
La legislación actual del sector posibilita que la energía sobrante se pueda vender a la red, por lo que el aprovechamiento de la energía generada es total. Según Red Eléctrica de España, el 12% de la cobertura de la demanda eléctrica en 2012 se produjo a través de la cogeneración.
Esta tecnología permite producir calor y electricidad a la vez. Su eficiencia respecto a otras opciones reside en el aprovechamiento del calor residual que se desprende del proceso de generación de electricidad para producir energía térmica útil.
Gas como motor económico
El sector industrial continúa siendo el motor del consumo de gas en nuestro país —con el 55% de todo el gas consumido—, seguido del sector de generación eléctrica y el doméstico comercial. El papel relevante de la industria en el consumo de gas viene apoyado por la tecnología de la cogeneración, y el hecho de que nuestro país ofrezca precios del gas a la industria un 15% por debajo de la media europea puede que también contribuya a este resultado.
El sistema gasista español es relativamente joven. Desde la descarga en 1969 del primer buque metanero en el puerto de Barcelona hasta la actualidad, se han construido 76.403 kilómetros de gasoductos que han llegado a abastecer a 1.549 municipios al finalizar el año 2011. El resultado ha sido la creación de una industria muy potente que hoy supone el 0,5% del PIB español.
Actualmente, España recibe gas de 13 países diferentes, ya sea a través de gas natural licuado —mediante buques metaneros— o por gasoducto. La existencia de seis plantas de regasificación que favorecen la recepción de buques procedentes de cualquier lugar del mundo no solo garantiza el suministro de gas de nuestro país, sino que posibilita que Europa, en un futuro no muy lejano, pueda beneficiarse de la situación ventajosa de la Península a través de la consolidación de unas buenas interconexiones con Francia.
La industria del gas es además una gran fuente de generación de empleo. Así, se calcula que el empleo cuantificable asociado al sector gasista en España en 2009 ascendió a 52.745 personas, sin incluir los miles de empleos de instaladores de gas que genera el sector (podrían llegar a más de 45.000). Por tanto, se estima que el sector estaría empleando a más de 90.000 trabajadores.
Además, en relación con la contribución directa del sector gasista a la economía, la industria del gas aportó en 2008 6.373 millones de euros en valor agregado bruto (contribución directa del sector gasista al PIB). Así, el impacto económico total del sector al PIB fue de 8.565 millones de euros.
Por otro lado, en términos de inversión, la industria del gas invirtió 11.424 millones de euros en la última década (2002-2011), un indicador más que demuestra el compromiso del sector con el desarrollo de la economía española. Estas cifras dan idea de la importancia de la industria del gas para el desarrollo económico de España y su capacidad para, como motor económico, contribuir a que el país salga de la crisis actual.
A todo esto se le deben sumar las bonanzas medioambientales del gas con respecto al resto de combustibles fósiles: su combustión no genera cenizas ni residuos sólidos, solo vapor de agua, y sus emisiones son inferiores; reduce en un 50% las emisiones en relación con el carbón y en un 35% las del fuel.
Desde el sector gasista defendemos un camino donde prime un equilibrio entre un desarrollo eficiente que tenga en cuenta la economía y el medio ambiente. En este sentido, el gas puede ser uno de los motores económicos que ayuden a España a recuperar la senda del crecimiento económico y de la creación de empleo.
Antoni Peris es presidente de la Asociación Española del Gas (Sedigas).
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