Kodak vive una nueva jornada de vértigo
Los títulos se desploman en Wall Street por el temor a una suspensión de pagos, que la compañía niega en rotundo
Las cosas no van bien en Kodak, y eso crea gran nerviosismo. Un mal que arrastra desde hace años, fruto de su incapacidad para competir en la era digital. Hasta el punto de que el mero anuncio de haber contratado los servicio de Jones Day, uno de los bufetes especializado en reestructuraciones, hizo temer por una inminente suspensión de pagos y desplomó la acción.
Kodak cerró la jornada de ayer con una caída del 53%, tras llegar a perder casi dos terceras partes de su valor bursátil. Minutos después, logró rectificar buena parte del desplome, con un alza del 40%, tras anunciar la dirección en Rochester (Nueva York) que "está comprometida con cumplir sus obligaciones" y dejar claro a los inversores que "no tiene intención de suspender pagos".
Wall Street compró de momento la afirmación. Pero es evidente que necesita emprender un importante ajuste para ser rentable. Kodak, dirigida por el español Antonio Pérez, es un coladero. Es de las empresas que más pierde entre las 500 mayores corporaciones de EE UU. El ejercicio 2010 lo cerró con un agujero de 687 millones de dólares. Y solo tuvo un año en positivo desde 2005.
Lejos queda la era en la que puso el mundo de la fotografía al alcance del consumidor. Pero como otros gigantes, como Motorola, está teniendo grandes dificultades para reconvertirse. La persistencia de la debilidad económica se ceba, además, de un consumidor que no solo recorta el gasto, sino que dispara desde el teléfono y devora contenido desde dispositivos electrónicos.
Y como Motorola, uno de sus atractivos está en su cartera de patentes para la digitalización de imágenes, para las que ya está buscando interesados de forma "activa". Eso atrajo hace unas semanas la atención de los inversores, que se evaporó el pasado lunes cuando anunció que había solicitado un préstamo de 160 millones. Sus títulos se compran a escasamente un dólar.
Ante esta situación de incertidumbre sobre su situación de liquidez a corto plazo, la dirección se limita a decir que "no es inusual para una firma en transformación explorar todas las opciones". Los grandes inversores, entre tanto, no ocultan su descontento y algunos piden que se inicie el proceso de venta de la compañía si surge algún pretendiente.
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