Berlín frena los planes para celebrar una cumbre urgente del Eurogrupo
Alemania dice que lo importante es que el trabajo sobre Grecia siga su curso
La falta de acuerdo en Europa sobre cómo proceder ante el segundo plan de rescate a Grecia parece hacer imposible la insinuada cumbre del viernes del Eurogrupo, los 17 países de la moneda única. Herman van Rompuy, presidente del Consejo Europeo, había dado pábulo a la cita en Madrid y Lisboa al decir que no la excluía, pero hoy su entorno ha enfriado las expectativas al decir que no se ha decidido aún qué hacer. Lo más que se llega a reconocer es que Van Rompuy la convocará "a su debido tiempo".
Para Angela Merkel, el debido tiempo será cuando haya ocasión de que los líderes se pronuncien sobre medidas concretas. "Lo importante es que los trabajos sobre Grecia sigan su curso bajo el control de los ministros de Finanzas", ha declarado la portavoz del Gobierno alemán.
Una Europa acogotada por los mercados y las nuevas valoraciones negativas de las agencias de calificación, esta vez con Irlanda en el punto de mira, sigue sin ponerse de acuerdo sobre la vía a seguir con Grecia a medio plazo.
Alemania, sin prisas
Un portavoz del Ministerio germano de Finanzas ha subrayado hoy que como Atenas tiene resueltos sus problemas de liquidez hasta mediados de septiembre no hay motivos para precipitarse. A ojos de Berlín, celebrar una cumbre sin las garantías de obtener resultados tangibles además de innecesario sería echar leña al fuego.
"No hay planes concretos de cumbre", se ha desmarcado Berlín al tiempo que en Bruselas la portavoz de la Comisión aseguraba que Van Rompuy y José Manuel Durão Barroso, presidente del Ejecutivo comunitario, discutían sobre el particular. París ponía el énfasis favorable. "Francia siempre ha estado a favor de organizar reuniones del Eurogrupo en caso de necesidad", ha manifestado otra portavoz.
Una gradación de declaraciones reveladora de las distintas posiciones en el Eurogrupo sobre cómo intervenir para proteger a Grecia hasta bien entrado 2014. Pero la psicología y la presión de los mercados convierten en una entelequia hablar a tres años vista. Como ha dicho la ministra finlandesa de Finanzas, Jutta Urpilainen, "hay un verdadero peligro de que esta crisis se propague como un reguero de pólvora".
Discrepancias sobre la banca
En eso hay coincidencia, pero no en cómo evitarlo. Finlandia y Holanda reclaman, al unísono con Alemania, que la banca privada soporte a toda costa parte del eventual plan de rescate a Grecia. Es el medio que ven para hacer aceptable a sus crecientemente eurodistanciadas opiniones públicas un nuevo rescate a costa del contribuyente. Para otros, encabezados por el Banco Central Europeo, con el que se alinean España y otros países en la cuerda floja, meter a la banca privada en la ecuación podría extender el contagio.
Mientras Europa sigue debatiendo, las agencias de calificación siguen machacando con sus juicios sobre los problemas de la deuda. La calidad de la deuda irlandesa fue rebajada por Moody's, que la redujo a inversión de alto riesgo o bonos basura, al igual que la de Portugal. Bruselas quedó pasmada.
"Incomprensible", dijo la portavoz de la Comisión Europea, que ofreció la versión contemporánea del cuento de la lechera: "El Gobierno irlandés ha mostrado determinación en la aplicación del programa de ajuste; los bancos irlandeses son recapitalizados; el sistema financiero, reparado; las exportaciones crecen rápidamente, y el país está recuperando competitividad. Todo esto apuntalará un retorno al crecimiento y empezará a reducir el paro".
La agencia de calificación de riesgos Moody's lo traduce todo en una palabra: invertir hoy en bono irlandés es puramente "especulativo".
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