Nubes y claros de una cumbre difusa
Los líderes de la UE se congratulan al final de la cumbre, pero la reunión deja incógnitas respecto a sus objetivos
Los líderes de los Veintisiete se congratularon hoy en Bruselas, tras la conclusión de la cumbre de primavera, del resultado del encuentro, pero no lograron despejar algunas incógnitas con respecto a sus objetivos. Estas son algunas de las claves de la reunión:
Grecia: La Unión Europea aprobó ayer a trancas y barrancas lo que se denomina un bazoca: un arma para disuadir a los mercados contra posibles ataques sobre los países con problemas fiscales.
Se avanza poco respecto al acuerdo de hace un mes, y en dirección a las peticiones alemanas: es un mecanismo de ayuda mixto, con préstamos bilaterales de los miembros de la UE, pero también con una presencia sustancial del Fondo Monetario Internacional (FMI), a quien esta misma semana algunos países -y el BCE- no querían ver ni en pintura. Pero el mecanismo operará sólo como ventanilla de último recurso: Grecia deberá seguir financiándose en los mercados mientras pueda.
Los mercados se relajaron ayer y han seguido hoy por esa senda, pero los expertos no descartan nuevos ataques sobre Grecia, Portugal, España e Italia. ¿Por qué? Porque apenas hay detalles sobre las cifras que pueden alcanzar esas ayudas -sobre el tamaño del posible rescate-, y los compromisos de Grecia son fenomenales: para empezar, 16.000 millones de euros entre el 20 de abril y el 23 de mayo.
La presencia del FMI apunta a las cifras máximas con las que se podrá ayudar a Grecia: unos 10.000 millones de euros del Fondo (por las aportaciones de Grecia al FMI), lo que deja unos 20.000 millones adicionales para la zona euro. Y los expertos consideran que 30.000 millones no serían suficientes en caso de un ataque masivo de los especuladores. En resumen: se trata de un mensaje confuso que no atiende a las demandas de claridad que reclaman desde hace meses los mercados. La crisis fiscal se disipa, sí. Pero sólo por el momento. Los problemas, presumiblemente, volverán tarde o temprano, a pesar del blindaje aprobado en Bruselas.
Objetivos 2020: La presidencia rotatoria española, la Comisión y el Consejo consiguen sacar adelante los objetivos relativos a empleo, I+D y energía y cambio climático. Pero los relativos a educación y pobreza -los más ambiciosos desde el punto de vista social- quedan para más adelante. El problema es el de siempre: algunos países no quieren desprenderse de sus competencias. Hay cierto auge del nacionalismo, y no sólo económico, en Europa. Eso se ha visto claramente en las dificultades para ayudar a Grecia, con los sucesivos palos en las ruedas de Alemania y también de otros países importantes, como Holanda. En el caso de la educación, también ha sido el Ejecutivo alemán uno de los más reacios.
Gobernanza económica: Sigue sin haber grandes avances, más allá de las declaraciones. Sólo el Banco Central Europeo da pasos ejecutivos cada vez que es necesario: frente a la ceremonia de la confusión en la que se ha convertido el rescate griego, el BCE anunció ayer un balón de oxígeno para la deuda griega: la aceptará en las subastas de liquidez aunque las agencias de calificación sigan rebajando el rating, lo que supone un respiro tanto para Atenas como para los bancos que acumulan esa deuda. La mayoría de los expertos considera que en la mejoría de los mercados en las últimas horas pesa más esa decisión que ninguna otra.
G-20: Buenas noticias para España: tendrá una silla siempre, como invitada permanente. Y un toque de atención de la Comisión Europea: la Unión debe cerrar una posición conjunta en la regulación financiera, que sigue sin presentar grandes avances, antes de la próxima cumbre de Toronto.
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