Píldoras de ironía contra la desconfianza

El humor puede ser un antídoto efectivo contra la falta de confianza. Como hiciera el mítico Groucho Marx durante los meses que siguieron al crack de 1929, con sus comentarios sobre inversores, acciones y banqueros -no en vano sufrió las consecuencias en sus propios bolsillos-, el semanario The New Yorker ha decidido buscar la sonrisa de sus lectores y dar la vuelta al dramatismo de una crisis que hace tambalearse los cimientos del sistema financiero estadounidense. En su primer número de octubre la prestigiosa publicación dedica una serie monográfica de 13 viñetas que completan un recorrido en clave irónica por las posibles consecuencias del desastre.

La fachada del First National Bank... &Grill (algo así como el Banco y Asador Nacional), una señal de tráfico que señala el único camino alternativo a Wall Street en dirección a las alcantarillas de Nueva York o Dios contemplando desde una nube cómo un meteorito se encuentra a punto de destruir la tierra. Con los brazos en jarra, acompañado por un ángel, sentencia: "¡Espero que hayan previsto un plan de rescate!".

Es la primera vez que el semanario neoyorquino -propiedad de Conde Nast-, dedica su sección gráfica a un tema en exclusiva y, como no, el precedente corresponde a la crisis financiera. En otro de los dibujos una mujer que asiste a un cóctel le pregunta a un hombre calvo: "¿Es usted banquero? ¿Y cómo hace para ganarse la vida?". Una crudeza que completa con sarcasmo otra de las viñetas. En ella un hombre de mediana edad, corbata suelta y cartera mano, abre la puerta de su casa y, en vez del clásico "¡cariño, ya estoy en casa!", le grita a su mujer: "¡cariño, nos hemos quedado sin casa!".