Perder la Liga, ganarse a Guardiola
La estupenda marcha del Madrid en el campeonato desgasta al Barcelona, exigido por el calendario, limitado por las lesiones y pendiente del futuro de su técnico
El presidente del Barcelona ha confesado que le gustaría preguntar a los socios si preferirían ganar la Liga o que renovara su contrato Pep Guardiola. La cuestión provocó muchas interpretaciones y ni el propio Sandro Rosell supo responderlas, sino que tiró por el camino de en medio, señal de que su formulación iba muy en serio, tal que fuera un asunto existencial e incompatible. "A mí me gustarían las dos cosas", replicó, igual que cuando votó en blanco al plantear a la asamblea la acción de responsabilidad contra Joan Laporta. Puede que la Liga la gane el Madrid, sobre todo si mantiene su ritmo de puntuación, de manera que al barcelonismo le ocuparía mientras tanto asegurarse la continuidad de su entrenador.
El entrenador ha hecho lo urgente y lo importante
A los directivos les toca lo esencial, garantizar el estilo y el modelo del club
Las cosas le han ido tan bien y han sido tan rápidas en el Barcelona, los títulos han sido tantos y continuados (13 de 16 en tres temporadas y media), que al seguidor azulgrana le cuesta asimilar ahora que los partidos se le hagan tan largos, las jornadas resulten tan difíciles de pasar y los siete puntos de diferencia con el Madrid parezcan tanto como siete años. No es fácil digerir en el bando barcelonista, y menos desde la militancia, que pedía la cabeza de José Mourinho como trofeo de la temporada. Más que preocuparse del entrenador del Madrid, al Barça le toca, de momento, cuidar de su propio técnico.
No es lo mismo alinearse con Guardiola como líder que en calidad de aspirante. Hay que aceptar que Messi no sea sustituido ni cuando tiene gripe, entender que para manejar un vestuario es mejor una plantilla corta que larga, confiar a ciegas en La Masia y mostrarse comprensivo cuando se cuestiona el estado del césped. El compromiso con la entidad, la identificación con la afición y la apuesta por una cultura futbolística propia ponen a Guardiola por encima de los resultados, incluso de la clasificación en la Liga. Utilizando la terminología de Evarist Murtra, exdirectivo, ideólogo y asesor del técnico, una vez que el entrenador ha hecho lo urgente y lo importante, a los directivos les toca lo esencial, que sería garantizar la continuidad del estilo y del modelo del club.
Aunque la presencia de Andoni Zubizarreta como director deportivo garantiza respuestas inteligentes, la tarea no es fácil porque el proceso se ha dado a la inversa de lo que es costumbre. El proyecto empezaría justamente ahora y no en 2008, cuando Guardiola pasó del filial al Barça. Así que se trataría de competir con el Madrid con la misma escala de valores que distingue al propio Barcelona.
No es fácil aguantar a Mourinho, y menos a Karanka y Paramés, capaces de denunciar el sobaco de Pinto en Mestalla y después de no ver en Getafe las manos de Pepe, que se desplomó como si le hubieran dado con una piedra en la cabeza. Ya han quedado retratados en varios partidos y hay aficionados distinguidos como Javier Marías que hasta se han quitado del fútbol por culpa de Mourinho. La grandeza del Madrid está, sin embargo, en saber imponer su fútbol en una situación de máxima dificultad por la oposición del Barça. Hoy se habla menos de Mou y de Cristiano y, en cambio, se aplaude el juego de Özil y el caudillaje de Sergio Ramos.
Ni el liderato del Madrid ni los trofeos ganados por el Barcelona se justifican por la intervención de los árbitros. La actual trayectoria del plantel de Mourinho en la Liga no se discute después de ser eliminado en la Copa. Le ayuda la bonanza del calendario y su profundidad de plantilla. Jugar un partido a la semana significa normalmente victoria asegurada para los grandes equipos.
Ahora se debate sobre las alineaciones del Barcelona, exigido por el carrusel de jornadas, lastrado por las lesiones, condicionado por la limitación de recursos. Hay muchos detalles discutibles, también si es bueno o no jugar sin un 9. No hay dudas, en cambio, sobre Guardiola. Juntar a Tello, Cuenca y Dos Santos ante la Real Sociedad no significa tirar el campeonato, sino sobrevivir con Valdés y Puyol y visualizar el futuro con ocho jugadores de la cantera. El mérito del Barça es competir por la Copa y la Champions y no rendirse en la Liga ante un imperial Madrid sin Iniesta, Villa, Pedro ni Xavi y con la mitad de Messi. Y la mayor de las grandezas para los azulgrana sería que, si llega el caso, después de batirse por el título, acepten que el Madrid gane sin culpar a nadie, al revés de como haría Mourinho. Rosell, mientras tanto, haría bien en renovar el contrato a Guardiola sin esperar a la Liga.
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