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Crítica:Vesna Maric - Bluebird. Memorias | LIBROS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Empezar una vida

Guillermo Altares

Memorias. Los líderes nacionalistas llevaban años fomentando el odio, pero, aun así, la rapidez con la que se desató la guerra de Croacia en el otoño de 1991 sorprendió a muchos yugoslavos. Un profesor francés de lenguas eslavas, Paul Garde, que había pasado la vida viajando por los Balcanes, escribió un libro, Vie et mort de la Yougoslavie (Vida y muerte de Yugoslavia), en el que, además de explicar magníficamente la historia de este país, lanzaba una predicción final: es imposible que el mundo permita que la guerra llegue a Bosnia, porque la mezcla de etnias y religiones provocaría una carnicería terrorífica. Desgraciadamente, tuvo que publicar una segunda edición con un nuevo epílogo. Eso es exactamente lo que le ocurre a la familia de Vesna Maric (Mostar, 1976), la autora de este pequeño y estupendo libro, que recibió muy buena acogida en el Reino Unido. Cuando las cosas comienzan a torcerse en Mostar, la capital de Herzegovina, donde conviven bosnios musulmanes, serbios ortodoxos y croatas católicos, su primera reacción fue tratar de partir hacia Sarajevo, porque pensaban que en la capital estarán seguros (el destino quiso que no pudiesen llegar y se encaminasen a Inglaterra vía Croacia).

Bluebird. Memorias

Vesna Maric

Prólogo de Elvira Lindo

Traducción de Isabel Arregui

Ikusager. Vitoria, 2011

192 páginas. 19 euros

Dicho esto, Bluebird no es un libro sobre la guerra de Bosnia, son unas memorias que no hubiesen existido sin aquel conflicto porque la vida de la autora hubiese sido completamente diferente sin aquel torbellino de destrucción y odio, y porque sus recuerdos van y vuelven desde Herzegovina, donde se quedó una parte de su familia, hasta Inglaterra, donde se refugió. Es un libro que trata un tema más universal incluso que la guerra: los seres humanos a los que la vida arrastra a establecerse en otro lugar, a empezar su existencia en otro país. Por decirlo en términos cinematográficos, tiene más que ver con una película de Ken Loach (o, a veces, por sus descripciones de algunos personajes y lugares, con la serie Little Britain) que con filmes como En tierra de nadie o, incluso, Beautiful people, un estupendo retrato de exiliados bosnios en el Reino Unido.

"Hull fue el lugar donde sufrí mi primer trauma cultural en Reino Unido. Las hileras infinitas de viviendas adosadas me recordaron los escenarios de las películas de Monty Phyton, las calles sin árboles resultaban grises y apagadas". Sin embargo, como antes le había ocurrido con otras localidades en las que recaló, acabó encontrando su lugar. Es un relato lleno de personajes inolvidables, que arranca a menudo sonrisas por la mezcla de ternura, ironía y crudeza con la que describe la evolución de una adolescente bosnia en Inglaterra, relata las historias de la comunidad de refugiados bosnios o de los tipos que se va cruzando en su camino mientras poco a poco construye su vida. Bluebird recuerda mucho una frase de la película de Philippe Claudel Hace mucho que te quiero, en la que un médico iraquí que ha logrado rehacer su existencia en Francia, un país al que llegó como refugiado, sin nada, le explica a un amigo: "En el fondo, la guerra es débil, no puede destruirlo todo".

Imagen tomada en los primeros noventa en Dobosnica.
Imagen tomada en los primeros noventa en Dobosnica.FRANÇOISE DE MULDER / ROGER VIOLLET / GETTY IMAGES

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.
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