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Reportaje:DOS ISLAS EN 72 HORAS

Gran Canaria, Tenerife y no parar

Entre los 3.718 metros de altura del Teide y las 400 hectáreas de arena y dunas de Maspalomas, tres días de vertiginosa aventura

Amanece en Agaete. Por su ubicación en el extremo noroeste de la isla, y su impronta marinera de casas de paredes encaladas, es uno de los pueblos más pintorescos de Gran Canaria. Desde hace 20 años es también un nexo, una puerta de entrada y salida gracias a una línea de ferris que la comunican con Tenerife en una travesía de una hora de navegación.

01 EN EL FERRI

El madrugón merece la pena. Además de ganarle tiempo al sueño, la luz del amanecer dibuja lentamente uno de los perfiles más hermosos de la costa insular. La cadena de montañas que continúa la villa de Agaete -el Andén Verde-, con sus 25 picos, aparece desde el final de la noche invernal deslizándose al mar y silueteando la dramática cola de un gigantesco dragón.

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Introducimos el coche en la panza del catamarán. Estamos en marcha. El mar no está malo, pero tampoco del todo bueno. Nada nuevo para una de las naves que componen la flota de los ferris de alta velocidad de la compañía de origen noruego Fred Olsen, que remonta su actividad en Canarias a 1904 en la isla de La Gomera.

Es recomendable disfrutar del trayecto en clase Oro, pasaporte a un confortable saloncito con toda la prensa a tu disposición y en el que se puede matar el hambre con viandas sin coste adicional. Pero, sobre todo, lo más importante es el salvoconducto a ese balcón de popa en el que concluyen los 126 metros de eslora de la nave y sin cuyas vistas el viaje carecería de la poética del Atlántico abriéndose y agrandándose lentamente mientras la isla se aleja hasta desaparecer tras la línea del horizonte.

Mientras nos alejamos de la costa, distinguimos aún el Hotel Spa Rocanegra en lo alto de un promontorio. Es una de las mejores opciones para dormir en Agaete, situado a un tiro de piedra de las fantásticas piscinas naturales que en marea alta rebosan de espuma y en bajamar proporcionan un refugio inmejorable para el batir del potente mar del norte contra la roca volcánica de la costa. Atrás quedan la paz y los fabulosos atardeceres que proporciona la cima de esa atalaya en la que se mimetiza el hotel. Desde ahí hemos vislumbrado el Teide en la vecina isla de Tenerife, hacia la que navegamos ahora a una velocidad cercana a los 40 nudos en una soleada mañana del final de diciembre.

02 HACIA EL TEIDE

Tras abandonar el ferri en Santa Cruz de Tenerife, elegimos la ruta de La Esperanza para ascender sin demora al Teide. La frondosidad e inquietante luz de ese monte de altísimos pinos explica por qué Juan Carlos Fresnadillo lo eligió para rodar la secuencia más potente de Intacto, su primer largometraje, aquella en que unos jugadores corren con los ojos vendados estampándose contra los árboles. Nosotros lo atravesamos con el Adagio de Albinoni a toda pastilla en los altavoces del coche, sorteando a audaces ciclistas de montaña y parsimoniosos motocarros agrícolas.

Antes de entrar dentro del parque nacional del Teide recordamos a Humboldt, que en 1799 visitó la isla. El naturalista describió cómo el manto de nubes se desgarró, en medio de un azul adorable, y, "como si no formara parte de la Tierra, como si se abriera la perspectiva hacia un mundo extraño", se les apareció el Teide "en toda su majestad". Camino del pico, a Humboldt le sorprendió "la prodigiosa transparencia del paisaje". Aquí estamos ahora. Los pinos han desaparecido. Cesa también la música. El silencio es total. Tres millones de personas visitan anualmente la zona.

Pasamos de largo por los dos centros de visitantes en mitad de esta abrumadora nada de tonos ocres y rojizos de 18.990 hectáreas de superficie. Nos dejamos llevar hacia la única construcción reconocible en las faldas del volcán, el parador de Las Cañadas del Teide. El palmero Pedro Cruz es su director. El edificio estrena estos días una remodelación de mobiliario y maquinaria que le permitirá, por primera vez, disponer de aire acondicionado. Ciclistas y corredores profesionales, geólogos, astrónomos y vulcanólogos son clientes fijos de la instalación. Para Cruz, no hay ningún parador insertado en medio de la magnificencia de un paraje similar. Cuando el Teide erupcionó por última vez, Colón descubría América. Por eso el navegante lo pudo ver humeante cuando desde Gran Canaria bordeó Tenerife para repostar agua en La Gomera.

Le preguntamos a Cruz si es de los parajes que hay que visitar una vez en la vida. Nos corrige: "¡Una vez al año hay que regalarse este lujo! Y pasando al menos dos días. Reflexionar a esta altura ayuda a mantener los pies en el suelo". En el monumento natural casi siempre luce el sol. "Por eso se disfruta desde el primer hasta el último haz de luz del día. Y es diferente en cada tramo. En invierno, por la nieve. En primavera, por la floración y esos olores de la retama y el codeso que no olvidas nunca". Sesenta plantas endémicas conviven, entre las que sobresalen la esbeltez del tajinaste rojo y la fragilidad de la violeta del Teide. "Las noches de Luna llena son impresionantes por las sombras que proyecta el volcán sobre el campo. Pero las de Luna nueva no son menos". Pocos lugares tan asequibles para el viajero para contemplar con semejante nitidez este emocionante, conmovedor, campo de estrellas.

03 LORO PARQUE

Al amanecer, descendemos del paisaje extraterrestre por La Orotava para dirigirnos al Puerto de la Cruz. Hace 40 años, el empresario alemán Wolfgang Kiessling decidió afincarse allí. El 17 de diciembre de 1972 abrió su empresa estrella, Loro Parque. Entonces era el primer espectáculo de loros de Europa. Hoy, sus 135.000 metros cuadrados son más que un zoológico. Es un vergel, un jardín botánico que esconde en sus tripas instalaciones punteras en el mundo para albergar animales. Que da cobijo también a una fundación que desde 2004 ha invertido 10 millones de euros en proyectos de recuperación de especies en los cinco continentes. El emblemático, el del papagayo de Spix chileno, extinguido en la naturaleza. El lugar, que ya han visitado 40 millones de personas, cuenta con 450 especies de animales (de los cuales, 350 son papagayos) y cerca de 20.000 ejemplares -nacidos siempre en cautividad o rescatados del tráfico ilegal-, entre loros, tucanes, flamencos, caimanes, aligátores, chimpancés, tigres, panteras, tiburones, pirañas, perezosos, iguanas, tortugas de patas rojas y monos tití, delfines, leones marinos y orcas enormes y juguetonas. Cuenta también con uno de los mayores pingüinarios y un aviario donde el visitante comparte paseo con guacamayos y loros en pleno vuelo bajo una discreta malla de 30 metros de alto.

Pero a nosotros nos conmueve la historia de los siete gorilas machos solteros. Estos animales perdieron en su día la lucha por convertirse en los machos dominantes. Su destino era vivir en soledad y, muchas veces, en malas condiciones. Para remediarlo, Loro Parque y el Programa Europeo de Especies en Peligro decidieron crear en 1992 una reserva genética que contribuyera a su supervivencia. Sus dormitorios y alimentación serían hoy la envidia de muchos en estos tiempos de crisis. La visita al Loro Parque se lleva casi media jornada. Pero aún queda tiempo para relajarse en el spa del hotel Botánico y pasear por la costa del Puerto de la Cruz hasta las piscinas de César Manrique en el lago Martiánez.

04 SIAM PARK

Se nos ocurre que una de las mejores formas de afrontar el último día del año debería englobar adrenalina, sol, agua y ejercicio. Es hora de coger el coche hacia el sur de Tenerife para pasar el día en el Siam Park, también propiedad de Kiessling, un gigantesco parque acuático. Diez atracciones, 29 toboganes y una enorme piscina con olas artificiales. La experiencia es de vértigo en el Dragón. Descansada en el Río Lento. Fulgurante en la Torre del Poder. Pasar un día de invierno con sol y a 23 grados tampoco está mal.

05 GALDÓS, EN SU CASA

El barco nos devuelve a las seis de la tarde a la isla de donde Benito Pérez Galdós partió a los 18 años a Madrid en su viaje sin retorno. Su casa natal, en el número 6 de la calle de Cano del barrio de Triana de Las Palmas, acaba de ser reformada para mostrar en detalle y con soporte audiovisual el legado personal y documental de este ilustre que contó la historia del siglo XIX en España mejor que los libros de texto, como aseguró Gonzalo Torrente Ballester. La estatua de 1930, deteriorada por el efecto del batir del mar junto al viejo muelle de San Telmo, inicia la visita, que acaba en la casa de finales del siglo XVIII donde nació, y cuyas habitaciones conservan muebles de San Quintín, su casa de Santander. También la cama donde murió en 1920 en Madrid, cuando provocó una gigantesca manifestación popular de duelo sin redes sociales en la Puerta del Sol.

06 MASPALOMAS

Despedimos el viaje en el restaurante Samsara, junto a la charca de Maspalomas, con la Luna iluminando el campo de dunas. En 2012, el inicio del desarrollo turístico del sur de Gran Canaria está de celebración: cumple 50 años. Esta urbe turística que recibe tres millones de turistas al año no sería la misma sin este mar de arena tan grande como 400 campos de fútbol que recuerda a los visitantes que el desierto del Sáhara no está tan lejos. Una ondulante sábana amarilla visitada por fotógrafos y cineastas de todo el mundo donde Julio Iglesias quiso construir su vivienda antes de emigrar a Miami.

Picantes langostinos al curri rojo thai servidos por elegantes camareros. Decoración exótica entre budas, zonas cubiertas y al exterior. Paragüitas blancos invertidos en el techo. Una buena carta de vinos. Crujientes suspiros y dulce de leche en crepescon helado de vainilla. La noche se espesa a la misma velocidad que la Luna se aleja en el cielo. Buen momento para pasear por la arena de la reserva especial natural y hacer lo que recomienda Stephen Hawking: mirar hacia las estrellas y no hacia nuestros pies. Oímos solo el ruido del mar. Disfrutamos con el frío de la arena de noche. Nos hacemos fotos con nuestros smartphones.

Vista del Teide, en Tenerife, desde el parador.
Vista del Teide, en Tenerife, desde el parador.LUIS ROCA ARENCIBIA
Arriba, Casa Museo Pérez Galdós (Las Palmas) y motoristas en el Andén Verde de Gran Canaria. Abajo, el acuario de Loro Parque (Tenerife).
Arriba, Casa Museo Pérez Galdós (Las Palmas) y motoristas en el Andén Verde de Gran Canaria. Abajo, el acuario de Loro Parque (Tenerife).LUIS ROCA ARENCIBIA / GEMA GARCÍA
Las dunas de Maspalomas, reserva natural al sur de Gran Canaria, ocupan una superficie de 403,9 hectáreas (unos 400 campos de fútbol) en el municipio de San Bartolomé.
Las dunas de Maspalomas, reserva natural al sur de Gran Canaria, ocupan una superficie de 403,9 hectáreas (unos 400 campos de fútbol) en el municipio de San Bartolomé.LUIS ROCA ARENCIBIA
JAVIER BELLOSO

Guía

Visitas

» Parque nacional del Teide (reddeparquesnacionales.mma.es; 922 92 23 71). Tenerife

» Loro Parque (www.loroparque.com; 922 37 38 41). Puerto de la Cruz. Tenerife. Adultos, 33 euros; niños (de 6 a 11), 22.

» Siam Park (www.siampark.net). Costa Adeje, Tenerife. Adultos, 32 euros; niños (de 3 a 11), 21.

» Casa Museo Pérez Galdós (www.casamuseoperezgaldos.com; 928 36 69 76). Cano, 2 y 6. Las Palmas de Gran Canaria. Lunes, cerrado. La entrada es gratuita.

Información

» Turismo de Gran Canaria (www.grancanaria.com).

» Turismo de Tenerife (www.tenerife.es).

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