Un '10' con la carga del '9'
A la exigencia de responder al cartel de mejor jugador del mundo, Messi añade la necesidad de marcar goles desde que el Barça juega sin ariete - Sin chispa, en los últimos partidos ha evidenciado un momento bajo de forma
El Barça compite con el Barça de la misma manera que Messi se ha convertido en el rival de Messi. El grado de exigencia con el delantero aumenta en la misma proporción que se agranda su leyenda y se amplía su vitrina de trofeos. Acaba de adjudicarse el tercer Balón de Oro consecutivo y, finalizada la primera vuelta de la Liga, ha batido con 22 goles el récord de César (1950-1951). Incluso se cruzan apuestas sobre el partido en el que La Pulga desbancará al Pelucas como máximo artillero en la historia del club (216 goles en 203 partidos frente a 235 en 348) y no se descarta que en mayo supere su propia marca de la pasada temporada, 53 tantos, después de que ahora cuente ya 36. Así, visto con perspectiva y hechas las cuentas globales, no se duda sobre la progresión de Messi.
Intuitivo en jugada, se debate si es menos efectivo a balón parado, con tiempo para pensar
No ocurre lo mismo, en cambio, si se analiza su hoja de servicios futbolística desde que regresó en enero de las vacaciones de Navidad. Los siete goles que ha marcado se concentran en tres de los nueve partidos jugados. El miércoles, además, falló un penalti en Mestalla, el séptimo de 27 como barcelonista. Diego Alves, un especialista -solo ha encajado seis de 19-, le aguantó y le adivinó el tiro. Messi casi siempre dispara a la izquierda del portero, tal que fuera su rincón de seguridad: únicamente uno de sus lanzamientos fallidos no encontró portería. El error invita a debatir si Messi pierde efectividad a balón parado porque le da tiempo a pensar en la jugada mientras que en movimiento actúa de forma intuitiva. Nadie del Barça discute, sin embargo, su papel de especialista en la estrategia.
Ya no está Eto'o para polemizar sobre quién tira los penaltis y los compañeros del argentino le ceden también la posibilidad de golpear las faltas. La Pulga asume cada vez más funciones y, consecuentemente, aumenta su responsabilidad. Ahora mismo ya no solo se viste con el 10, sino que ejerce de 9 o de falso 9, de manera que se le pide como a un delantero centro, normalmente goleador. Entiende Pep Guardiola que es el puesto natural de Messi, circunstancia que obliga a los demás delanteros, incluso a un clásico como Villa, a jugar en los costados. El técnico ha condicionado la reestructuración del plantel y ha replanteado el juego en función del argentino, de tal manera que después de la final del Mundial de clubes, el técnico del Santos confesó que en Brasil le tomarían por loco si jugara "con un 3-7-0".
Encajar a los cuatro centrocampistas por excelencia (Xavi, Busquets, Iniesta y Cesc) y dejar el frente de ataque para Messi ha provocado que el Barça se desplegara a partir del 3-4-3 como una norma más que como un recurso. El dibujo ha funcionado en los partidos decisivos y en el Camp Nou mientras que ha sido más irregular en cancha ajena: los azulgrana han perdido en Getafe y empatado en Anoeta, San Mamés, Mestalla, Cornellà y El Madrigal. Messi, curiosamente, solo ha marcado en Bilbao y Málaga.
El partido de La Rosaleda, el pasado 22 de enero, pareció marcar el punto de inflexión para Messi después de que marcara tres goles, lo que aumenta la sensación de que se mueve por rachas. Fue una falsa impresión porque en sus tres últimos encuentros (Madrid, Villarreal y Valencia), más trampeados por el adversario que el de Malaga, ha evidenciado un bajo momento de forma respecto a épocas anteriores. Aunque mantiene su punto de competitividad, le ha faltado magia y chispa. A veces fuerza incluso en exceso las jugadas, actúa sin su naturalidad habitual, necesitado como está de reencontrarse con el gol. La mayoría de sus compañeros coinciden en que la situación de la Pulga es pasajera y auguran que recuperará su regularidad. "Con Leo todo es exagerado", asegura uno de los capitanes del Barça; "incluso las críticas. No vemos dónde está el problema".
El vestuario presume de Messi y de Guardiola, y se remite al rosario de lesiones de los delanteros (Villa, Pedro, Alexis e Iniesta) para explicar por qué se ha abundado en el centrocampismo y se ha puesto el foco en Messi. Titular siempre y jamás sustituido, centro del universo, La Pulga necesita que el Barça gane partidos para justificar su protagonismo y el equipo precisa de los goles de La Pulga para cantar victoria. No se ven el uno sin el otro y menos ahora en que, por la falta de rivales propios y ajenos, excepción hecha de Cristiano, Messi compite contra Messi. Llegados a tal punto, su actual versión no es precisamente la mejor. Al igual, en cualquier caso, que la del Barça.
Un mes de contrastes
Tras caer eliminado en su enfrentamiento directo en la Copa, el Madrid tendrá un calendario más benévolo que el Barcelona en febrero. Además de sus dos partidos en casa, los desplazamientos en la Liga del conjunto de Mourinho serán a Getafe y Vallecas, con lo que los blancos solo saldrán de Madrid para afrontar la ida de los octavos de final de la Champions ante el CSKA en Moscú. El Barça tendrá que viajar a Pamplona, Leverkusen y al Calderón además de encarar la vuelta de las semifinales coperas ante el Valencia.
Messi, desde los 11m
- De los 27 penaltis
que ha lanzado en el Barça, Messi ha metido 20
y fallado siete, el 26%.
En cuatro de sus fallos lanzó
a la izquierda del portero.
- De los seis lanzamientos
que ha efectuado este curso,
el argentino ha errado dos. Uno, en la Liga, ante Javi Varas (Sevilla) y otro, en la Copa, ante Alves (Valencia).
- Cristiano suma nueve goles de nueve penaltis
y Falcao cinco de cinco. Desde que llegó al Madrid,
el portugués ha tirado 24
y metido 23. Solo falló precisamente ante Alves.
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