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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Sarkozy arriesga

Frente al giro a la izquierda de Hollande, el presidente francés se envuelve en la ortodoxia

Nicolas Sarkozy ha decidido arriesgar. Frente al giro a la izquierda que ha presentado el candidato socialista, François Hollande, el presidente, rezagado como va en las encuestas, ha decidido presentarse como el paladín de las reformas estructurales, de la austeridad y del equilibrio presupuestario, presentando la transformación de Alemania bajo la batuta de Schröder (socialdemócrata) y Merkel (democristiana) como el ejemplo a seguir por Francia. Es una estrategia que ha puesto los pelos de punta a algunos de sus asesores, pero muy propia del personaje y de su arte de recuperar la iniciativa.

Las propuestas de Sarkozy tienen cierta trampa, pues la subida del IVA se aplaza a octubre, la tasa sobre transacciones financieras que constituye un guiño a la izquierda, a agosto, y no es seguro que haya tiempo de aprobar antes de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, el 22 de abril, algunas de las reformas estructurales que propone, como la flexibilización de la jornada laboral según las empresas (para socavar aún más la de 35 horas que impusieron en su día los socialistas).

Tampoco habrá tiempo para ratificar el Pacto Fiscal europeo, que se firmará el 1 de marzo, y que Hollande se ha comprometido a renegociar si gana. Con lo que el futuro de Europa, una vez más, estará pendiente de lo que ocurra en Francia.

Sarkozy intenta lavar la mancha que le ha supuesto que la agencia Standard & Poor's le quitara la máxima calificación, AAA, a la deuda francesa. Se presenta como el estadista responsable que ofrece sacrificios, pero también como el presidente que da con la salida a una Francia anquilosada, con perspectivas de crecimiento rebajadas al 0,5% para este año y donde la tasa de paro se acerca al 10%. Aunque su activismo contraste con el inmovilismo de su predecesor, Jacques Chirac, todas las grandes reformas estructurales que ahora propone pudo haberlas hecho antes.

La participación de Merkel en su campaña electoral indica no solo cómo han progresado unas relaciones que fueron sumamente frías al principio, sino sobre todo que Sarkozy quiere centrar su apuesta presidencial en la unidad europea y la salvación del euro. Utilizar a Alemania como ejemplo no es algo necesariamente popular en Francia, pero puede serle útil si le sirve para arrinconar por antieuropeísmo tanto a su rival socialista, François Hollande, como a la ultra Martine Le Pen, que utiliza la salida del euro como bandera.

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