Extranjeros aislados en un polígono de Barcelona
"Estamos en pleno centro de la ciudad y, aún así, tardamos una hora en llegar al CIE", denuncia Alba Cuevas, de SOS Racismo. El centro para extranjeros de Barcelona está situado en un polígono industrial y apenas conectado por el transporte público, con una línea de autobús. Su aislamiento "añade opacidad a la vida en el centro", añade.
"Antes estaba en un barrio de la periferia, la Verneda, pero al menos era un entorno urbano", recuerda Cuevas. Los familiares que, tras un largo recorrido, llegan hasta la calle E se encuentran que a menudo deben esperar sentados en la acera, porque los horarios de visita son restringidos. La monotonía marca el día a día en el CIE de Barcelona, donde los internos pasan una media de 20 días sin nada que hacer. "Ni siquiera hay un profesional de trabajo social", dice Cuevas.
No dispone de médico ni enfermero por la noche
La madrugada del pasado 6 de enero, Idrissa Diallo, un joven guineano de 21 años, sufrió un infarto y murió. Los asesores de la Defensora del Pueblo visitaron por ese motivo el CIE y concluyeron que había deficiencias en la asistencia sanitaria; entre otras cosas, no hay médico ni enfermera en horario nocturno. La Defensora resaltó la falta de cámaras de vigilancia en un centro que desde hace dos años no admite a mujeres -por falta de instalaciones adecuadas- y que divide a sus internos en función de su origen. "No separan a los que están por un delito y los que solo han infringido una ley, que a menudo tienen miedo", recuerda Olga Hernández, de la Asociación Catalana de Profesionales de Extranjería.
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