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El deterioro del mercado laboral

La destrucción de empleo se desboca

2011 acaba con un nuevo récord de 5,3 millones de parados - La tasa de desempleo sube al 22,8% - La recaída acaba con 600.000 empleos en un año

Manuel V. Gómez

España ha vuelto a lo peor de la crisis: a destruir empleo a espuertas y a arrojar a centenares de miles de personas al paro en un solo trimestre. El desplome del mercado laboral de los últimos meses solo admite parangón con el de los peores momentos de la Gran Recesión. Entre octubre y diciembre se han evaporado 348.700 puestos de trabajo, más de la mitad de los 600.000 destruidos en todo el año, según el Instituto Nacional de Estadística. El resultado es escalofriante: 2011 acaba -como ya hiciera 2010 y como ya hizo 2009- con un nuevo récord de desempleados, 5.273.600 parados y una tasa de paro en el 22,8%, solo un cambio en la metodología de cálculo que se hizo en 2002 evita que también este dato sea el peor de la serie.

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Cuando en una crisis se conjugan las tensiones financieras, el estallido de una burbuja inmobiliaria y deuda desmedida la recesión va para largo y la recuperación tarda todavía más en llegar. Este es el pantano en el que la economía española está enfangada desde 2007 (estuvo en un lodazal parecido en los setenta) y el que hace prever un horizonte todavía más sombrío para el año que acaba de empezar.

La encuesta de población activa, el mejor termómetro del mercado laboral, publicado ayer demuestra que la recesión ha vuelto. La caída de empleo respecto al año anterior, el 3,26%, triplica 2010. No hay mejor prueba. Pero también demuestra que este nuevo capítulo de la crisis conserva los rasgos de la anterior (congelación del crédito y hundimiento inmobiliario) a los que se suma uno nuevo: los recortes presupuestarios. En el último trimestre de 2011, las administraciones públicas destruyeron 90.000 empleos. Es la primera vez que lo hacen durante la crisis.

"Era de esperar lo que ha pasado. Es lógico cuando paras una economía como la estás parando", analiza José García Montalvo, catedrático de Economía. Por esta brecha que se abre ahora, por la que se triturará empleo en el futuro. "El sector público no ha hecho el ajuste gordo. Acaba de empezar", explica Sara Baliña, de Analistas Financieros Internacionales.

Y esa herida se abre cuando las llagas viejas todavía supuran. La construcción ha perdido 295.600 empleos más en 2011. En lo que va de crisis ha destruido 1,5 millones (el 55% del total). Y las que habían cicatrizado se han vuelto a abrir en canal. La industria ha perdido 50.000 ocupados en tres meses y los servicios, donde se concentra el grueso del empleo, se han dejado 305.700 entre octubre y diciembre.

La recaída de la industria y los servicios explica que esta nueva recesión haya empezado arañando al núcleo duro del empleo, a los trabajadores fijos. Muchos de los males que aquejan al mercado laboral español han llegado porque mucho de los contratos temporales no se han renovado al acabar. Pero esta nueva fase de la crisis también conlleva un aumento de los despidos de los trabajadores con empleo indefinido.

El balance final de 2011 en el mercado laboral también sirve, en este punto, para evaluar el paso de José Luis Rodríguez Zapatero por la Presidencia del Gobierno. Cuando llegó a La Moncloa en abril de 2004, España contaba 17,6 millones de ocupados, más de siete años después apenas suma 200.000 más. Si el examen se realiza por el reverso del mercado laboral, por el paro, el resultado es demoledor. El número de desempleados ha pasado de 2,2 millones a 5,3.

A pesar de esto, la candidata a secretaria general del PSOE, Carme Chacon, no dejó pasar la oportunidad para acusar a los conservadores europeos de la situación. La política socialista les pidió que aflojen la "soga al cuello" que suponen las políticas de ajuste, aunque en España fue el Gobierno del que ella era responsable de defensa el que comenzó con el ajuste.

La persistencia de la crisis y el deterioro laboral se ve en varios de los datos conocidos ayer. Por ejemplo, la población activa, aquellos que tienen edad y disposición para trabajar, ha bajado hasta los 23.081.200, 53.400 menos que al acabar el verano. La caída llega, sobre todo, porque muchos españoles han tirado la toalla. Los economistas llaman a este fenómeno, muy habitual en las épocas de crisis (excepto en esta), el efecto desánimo.

También el comportamiento del paro de larga duración sirve de ejemplo. La mitad de los desempleados, 2,6 millones, llevan más de un año sin trabajar. Esta cifra, junto a la del número de hogares en las que ninguno de sus miembros tiene un empleo (1.575.000), conforman la peor cara de la crisis, ya que sitúan a millones de españoles en riesgo de exclusión social.

Junto al desplome de la construcción, una de las constantes que se repiten trimestre tras trimestre es la escalada incesante del paro juvenil. La tasa de desempleo entre menores de 25 años ha escalado hasta el 48,5%. Es decir, casi uno de cada dos jóvenes españoles que busca empleo no lo tiene.

El Gobierno aprovechó ayer este desolador balance para esgrimir la necesidad de la reforma laboral que ha prometido. Que, según anticipó el secretario de Estado de Economía, Fernando Jiménez Latorre, será "completa, equilibrada y valiente" e irá "más allá de lo acordado" por sindicatos y empresarios en el pacto salarial firmado esta misma semana. Incluso, traspasará los límites del texto pactado por los agentes sociales allí donde ellos no creen que es necesario hacerlo, en negociación colectiva, según Jiménez Latorre.

Defiende el Gobierno, en contra de la mayoría de economistas, que la reforma laboral traerá la confianza necesaria para generar empleo. Sin embargo, las previsiones caminan en dirección contraria. Baliña, de AFI, pronostica entre 400.000 y 500.000 empleos menos en 2012 sin tener en cuenta los datos de ayer, que superaron sus peores pronósticos.

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Sobre la firma

Manuel V. Gómez
Es corresponsal en Bruselas. Ha desarrollado casi toda su carrera en la sección de Economía de EL PAÍS, donde se ha encargado entre 2008 y 2021 de seguir el mercado laboral español, el sistema de pensiones y el diálogo social. Licenciado en Historia por la Universitat de València, en 2006 cursó el master de periodismo UAM/EL PAÍS.
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