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Columna
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'Good news'

Algunas mañanas abro el periódico sólo para encontrar mi lugar en el mundo. Voy pasando por las distintas secciones como quien recorre la vida buscando algo. A veces lo encuentro en el horóscopo, otras en los crucigramas, o en los anuncios por palabras como cuando tenía 20 años y me compré un radiocassette de segunda mano. Pero lo normal es que no. Hay secciones pavorosas, por las que paso con el corazón encogido. También huyo como de la pólvora de algunas tribunas de opinión que tienen todas las respuestas y sus autores consienten en explicarlas parsimoniosamente para que el lector pueda aburrirse un poco a su gusto, no vaya a ser que alguien se les entusiasme.

Si un día echan en falta una opinión, no se preocupen, hay de sobra por ahí, y sobre todo ya tienen ustedes la suya. Yo cada vez opino peor. Además, si mi opinión no interesa ni siquiera en casa, no entiendo por qué les iba a interesar a ustedes. Cuando se vive en precario conviene tener claras las prioridades y ahora mismo lo que está en peligro no es el articulismo de opinión si no las buenas noticias. Así que les cuento:

Hace unos días, coincidiendo con la conmemoración del viaje de Amundsen y Scott al Polo Sur, unos tipos llegaron a la Antártida sin ayuda de nadie en trineos tirados por alas. Hay que imaginarse la belleza del paisaje. Fue el mismo día en el que el FMI anuncio la entrada en recesión de la economía europea, algo así como: "El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos". Hace falta estar loco, claro, para hacer una cosa así. Pero me pareció una noticia estupenda.

Otra. Una madre coraje consigue mantener vivo el Centro de Investigación Príncipe Felipe, vendiendo rifas y camisetas por las calles. Si sólo con 7.000 euros esta mujer logra que siga adelante un proyecto de investigación sobre la diabetes, imagínense lo que podría haber conseguido con los 300.000 que costó la famosa estatua de Fabra en el aeropuerto de Castellón.

Puestos a recaudar fondos, tampoco les ha ido mal en Chez Lyon, un restaurante a donde a veces me lleva a cenar Alfons Cervera, un sitio tranquilo, buena cocina, camareros simpáticos. El maitre, Paco, tiene un corazón de poeta de toda la vida. Colabora con una ONG que recauda fondos para críos con cáncer y vende unas botellitas de náufrago donde algunos escritores dejan su mensaje. Está Navidad batió récord de ventas. Si pasan por allí, no olviden llevarse una.

El lunes pasado, el periodista Ramón Lobo llegaba a casa por la mañana, después del turno de noche hecho polvo, y vio un cartel en una ventana. Le hizo una foto con el móvil y la colgó en su Facebook. En la calle el sol matizaba el frío de Madrid. El cartel ponía: "Con la que está cayendo y ha salido el sol". Que a las ocho de la mañana un cartel callejero te arranque una sonrisa de vaho, no está nada mal.

Son algunas razones para el optimismo en medio del frío. ¿No?

Pero a ver... No se me vayan a entusiasmar.

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