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Fin de legislatura
Columna
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El error Viera

Lo peor que tienen los políticos es no saber reconocer sus errores. Lo que conduce inexorablemente a seguir cometiéndolos.

La elección de los delegados al 38º Congreso Federal del PSOE, en el que se elegirá al nuevo secretario general, ha reabierto las viejas heridas de algunas agrupaciones socialistas.

El caso de Sevilla, la provincia con mayor número de militantes, es el más sangrante. El PSOE ha dado una lección de democracia interna al convocar a sus militantes para elegir a su nuevo líder. Aunque, como es lógico, se haya producido una división entre los partidarios de Alfredo Pérez Rubalcaba o de Carme Chacón.

Pero muchos dirigentes, antes que sopesar la valía de uno y otra, han estado más pendientes de su futuro: qué va a ser de mí después del congreso y cómo quedaré yo en el partido.

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El fantasma del paro político hace estragos. Perdidos centenares de puestos en Ayuntamientos, Diputaciones, Parlamentos, tras las dos estrepitosas derrotas del pasado año, muchos dirigentes intentan refugiarse en algún carguillo del partido para capear el duro invierno político. O simplemente intentan ajustar cuentas con sus adversarios internos.

La pelea más feroz se ha desarrollado en Sevilla. Su secretario provincial, José Antonio Viera, llegó a echarle un pulso al secretario general regional, José Griñán, que además es presidente de la Junta y candidato en las inminentes elecciones autonómicas.

La número dos regional del partido, Susana Díaz, le resta importancia a posteriori al desencuentro con Viera. Y el portavoz en el Ayuntamiento, Juan Espadas, reconoce que hubo "algún que otro problemilla".

Pero lo cierto es que en el momento histórico de mayor debilidad del socialismo andaluz, Viera ha producido un daño extraordinario y gratuito a quien debe competir contra un Javier Arenas aupado en la ola conservadora que azota a Europa.

Por si no fuera poco el desgaste que sufre Griñán por la crisis, el paro, el repugnante asunto de los ERE y la ofensiva brutal del Gobierno central por la solvencia de las finanzas públicas andaluzas, Viera añade una nueva fractura en el PSOE sevillano.

No es el primero de sus errores. Aún se recuerdan sus intervenciones tras los pésimos resultados electorales del pasado año. En las municipales, perdió la capital, Sevilla, pero se mostró ufano por haber ganado en la provincia. No valoró adecuadamente el retroceso de su partido: pasó de una ventaja sobre el PP en 2007 de 18 puntos a algo menos de dos. En las generales, el PP acortó aún más la diferencia: en 2008 era de casi 27 puntos y quedó reducida a tres y 200.000 votos menos. Un político más autocritico habría reconocido que el retroceso era mayúsculo.

Pero, además, Viera tiene que cargar con otra cruz: mientras él era consejero de Empleo empezó a engordar la bicha de los ERE. Nadie duda (yo no) de su honestidad personal. Pero es bien cierto que, bajo su mandato, el ex director general de Empleo Javier Guerrero repartía generosas subvenciones entre amigos y parientes, desde la barra de un bar. Viera argumenta que tenía 13 directores generales, 12 de los cuales "funcionaron magníficamente". ¡No faltaba más! El problema es que el decimotercero ha sumido al Gobierno andaluz y a su partido en la mayor crisis en sus 30 años de gobierno.

Al error de no detectar al garbanzo negro, suma Viera su acta de diputado al Congreso. Porque, ¿qué pasará si un día la juez Mercedes Alaya decide imputarlo? Su acta de diputado no impedirá su imputación, si así lo decide la juez. Viera no habrá hecho más que añadir más leña al fuego que consume al socialismo andaluz.

El siguiente error puede estar a la vuelta de la esquina: cuando se confeccionen las listas electorales para los comicios de marzo. ¿Habrá otro pulso con el candidato Griñán?

Veremos.

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