Louie
Aún no ha aterrizado en España la serie Louie, que es la comedia en mejor forma de la televisión norteamericana. Como una especie de Seinfeld con humor seco y negro, Louis C. K., comediante minoritario conocido por sus actuaciones en bares y locales de stand up, se interpreta a sí mismo, padre divorciado con dos hijas y tipo algo vulgar y malencarado. La serie no persigue una trama sino tan solo la creación de viñetas hiperrealistas, siempre cortadas por un mismo estilo de malhumor helado y tensión cómica. Es un producto personal, donde el actor escribe a solas, dirige y monta los episodios, rodados con equipo reducido en un esmerado esfuerzo de televerité. Tras el fracaso de su primer intento para HBO, titulado Lucky Louie, la nueva propuesta va por su tercera temporada en el canal FX.
Habrá tiempo de comentar la serie cuando esté disponible, pero entre tanto, Louis C.K. ha abierto otra línea interesante de negocio, siempre fortalecida por la radical individualidad. Ha colgado en la Red su último especial, una rutina cómica representada en el teatro Beacon, por la que cobra directamente a los espectadores, sin el paraguas de ningún canal ni ninguna página de gran potencia promocional. Ha querido explorar el intercambio directo con sus seguidores, multiplicados por el éxito televisivo. Al precio de cinco dólares es una propuesta directa que se baja desde su página web y ahora también desde Amazon.
Con un lema bastante claro, Bájate la cosa, y sin una presentación cuidada, Louis ha esquivado las tentaciones para plantear una vía directa de negocio. En tiempos de dispersión y cambio de paradigma, cualquier iniciativa particular es mirada con lupa. La oferta permite copiarlo en DVD y no tiene restricciones de territorio. Y según algunos datos ya ha recaudado cerca de un millón de dólares. Todo ello bajo la estela de un humor directo, de hombre blanco de clase media con problemas y sin sonrisas amables ni enlatadas.
El atajo entre el artista y su público anda explorando caminos posibles. Nada es aún factible sin la popularidad que conceden los medios convencionales, pero en el limbo intermedio las propuestas personales pueden ofrecer un espacio rentable, siempre y cuando el comercio ilegal no boicotee las iniciativas más humildes.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.