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Reportaje:

Un futuro más limpio y 'verde'

Sader, la mayor empresa de Euskadi de tratamiento de residuos industriales, cumple 25 años - La creciente conciencia ecológica juega a su favor

"Hay una nueva conciencia. Se nota en el ámbito personal e industrial. En toda empresa, por pequeña que sea, hay un departamento medioambiental. No se puede tirar los residuos. Antes había quien descargaba en una campa de noche es que ahora ni tus empleados te lo permiten. El desprestigio social y de imagen de empresa es tal que es imposible". José María Otaola, director general desde 1992 de Sader (Sociedad Anónima de Descontaminación y Eliminación de Residuos), la mayor empresa de gestión de residuos industriales de Euskadi, se felicita del creciente sentido ecológico de empresas, aunque éste le obligue a reciclarse, tanto como la propia crisis.

"Tenemos que ir buscando las alubias en otros lugares. Zapatero a tus zapatos, pero surgen nuevas actividades porque hay nuevos retos y necesidades a las que dar respuesta", afirma Otaola. El director general de la compañía afirma que su intención es "posicionarnos en nuevas áreas de negocio siempre dentro del mundo medioambiental. Por ejemplo, el tratamiento de suelos contaminados, la recuperación de metales valiosos..." ¿Y la energía nuclear? La negativa de Otaola es rotunda. "No tiene nada que ver las técnicas, tienen otras características otra peligrosidad, de la que carecen los industriales".

"Ni tu plantilla te deja ya descargar en una campa", dice el director de la firma

¿Y la crisis? "De la crisis, que está siendo durísima, se aprende y se sale. Haciendo ajustes y poniendo todos lo mejor de nosotros. La base de cualquier negocio es la atención al cliente. Toda la empresa debe estar volcada con el servicio al cliente y estar al día. Este país tiene capacidad de regeneración y de salir adelante", asegura Otaola.

A consecuencia del desarrollo industrial, a partir de los años cincuenta, se produjo una ingente contaminación. "No había conciencia", sostiene Otaola. Hasta los 80 la situación no cambió. Sader se constituye en septiembre de 1986. En aquella época la situación medioambiental de la zona era complicada. "Un grupo de empresarios vio la oportunidad de un mercado medioambiental e instalaron una planta para el tratamiento y gestión de residuos industriales. Ese fue el inicio. La valentía de un grupo de personas que apostaron en un momento complicado, de crisis, y con poca conciencia medioambiental", rememora Otaola.

En aquella época la contaminación era "tremenda" por la abundante industria pesada ubicada en el territorio, pero Otaola asegura que sí "había, a nivel social, una conciencia", inexistente en el mundo industrial. Sader, que cuenta con una cartera de clientes de 600 entre los que hay empresas de Cantabria, Castilla-León, Navarra, Rioja y Aragón, celebra su 25 aniversario en su ubicación de siempre, junto a la ría, en Zorroza, aunque planea mudarse a medio plazo. "El urbanismo de Bilbao empuja a ello", dice Otaola.

¿Como hace una empresa de este tipo para no contaminar en exceso? La planta cuenta con la ISO 9000 de Calidad y la 14.000 de Medio Ambiente, y las tecnologías que tiene aplicadas están probadas en toda Europa y diseñadas para no contaminar.

Todos residuos están identificados en el listado europeo de residuos. "Cada familia tiene un código. Desde la primera tonelada estás obligado a que sea tratado por un gestor de residuos. No vale decir: 'Como hago pocas toneladas me olvido de ellas o solo cumplo las primeras cien", subraya Otaola.

Y no cabe escapar de los controles de la UE y el Gobierno vasco. "La viceconsejería es tremendamente exigente. Las industrias producen hoy menos residuos debido a la crisis porque producen menos, pero hacen enormes esfuerzos de mejora de sistemas", admite el director general.

"El cambio ha sido radical en la sociedad y los esfuerzos de la industria por acomodarse a las nuevas normativas" hoy son una realidad. La entrada del Estado en la Unión Europea con todas sus consecuencias fue básico. "Hoy por hoy no puedes realizar una actividad industrial si no tienes en cuenta el componente medioambiental", afirma Otaola.

La compañía, de 63 empleados, empezó con una sola línea de tratamiento de aguas residuales, y posteriormente pasó a los hidrocarburados.

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