¡Santa Rita, santa Rita...!

En la Valencia de los trajes los odios efervescentes a veces dejan paso a la quietud del alma. Se mezclan rencores con momentos de pacífica lucidez. Rita Barberá es también sus arrebatos. El que tuvo el viernes fue de sinceridad. Pero bien pudo ser de cargo de conciencia solidaria con Camps, ahora en el banquillo de los trajes.

La alcaldesa banalizó las dádivas a políticos (y de camino el artículo 426 del Código Penal) e implícitamente asumió lo que explícitamente no negó: que también ella pudo recibir regalos de Alvarito / El Bigotes. Olvidó el viejo símil de las anchoas de Revilla a Zapatero y pareció confesarse: "Un bolso de Louis Vuitton es un regalo absolutamente habitual", dijo a los periodistas. Venían a cuento sus palabras: en el juicio de Camps se acababa de oír otra de las grabaciones del lenguaraz Bigotes; esta vez, contando a su contable Cándido Herrero (3 enero de 2009) que estaba comprando un bolso del rey Louis Vuitton a la alcaldesa. Y no era el primero. La lengua es a El Bigotes lo que el pen drive a Correa. Entre una y otro la policía ha tejido Gürtel.

Pero ojalá le hubiese dado a Rita semejante arrebato de franqueza hace dos años, cuando, airada, se propuso entrullar a EL PAÍS por publicar justamente lo que ahora se ha oído en el juicio. Ni una coma más. Y dado que la vehemencia suele contener irreflexión, se querelló por injurias y calumnias contra EL PAÍS. Aun hoy, uno se pregunta: ¿Por qué solo denunció a EL PAÍS y liberó al hombre de la lengua ágil? A lo mejor le dio lástima y quiso evitarle, solo a él, más paseos por los juzgados. ¿O quizás pensó que Alvarito podía darle la vuelta a la tortilla...?

Azuzada por Trillo (Federico, que en Gürtel no ha sido el señor Lobo que algunos esperaron de él en el PP), exhibió públicamente un malhumor canino y activó la maquinaria judicial. Total, para nada. La juez dictaminó que EL PAÍS había contado la verdad. Los bolsos de Rita no están en Gürtel por agobio laboral. No de ella, sino de la policía. Cuando los agentes tocaron el avispero de Correa, no imaginaron tantas mugrientas ramificaciones. Abordarlo todo era imposible. Bastante tenían encima. Hasta salió implicado el secretario de Rita en la FEMP, Álvaro de la Cruz, supuesto cliente de la caja B de Gürtel.

Pero insisto: ¿Por qué ahora y no entonces este arrebato de llaneza? Una ocurrencia: Quizás piense Rita que lo de Vuitton está prescrito. En cuyo caso podría espetarle a El Bigotes aquello de ¡Santa Rita, santa Rita... lo que se da no se quita!