Los inventos del señor de las pinzas
Antonio Campins transformó objetos de manicura en utensilios de cocina
Con un alicate de manicura adaptado como cortador de crustáceos empezó la redecoración de la vida profesional de quien podría calificarse como el "señor de las pinzas". Del azar y de la experimentación han surgido muchas ideas de éxito y la trayectoria de Antonio Campins (Barcelona, 1949) es un buen ejemplo.
Pinzas de precisión que pueden pillar un pétalo o un grano de arroz o que desescaman pescado y quitan las espinas más rebeldes; espátulas de acero para emplatar, rompedores y hurgadores de marisco (mezcla de tenedor, cuchara y garfio), cuchillos abridores de ostras y de erizos, cuentagotas, cucharas con agujeros para hacer esferificaciones, cucharitas que aguantan el aperitivo en la copa, protectores de dedos, dedales tenedor, miniaerosoles, soportes de conos, cilindros pintalabios para dulces, moldes geométricos, pipetas-degustación de plástico... Todo esto y más forma parte del imperio de cacharros de Porium, empresa catalana nacida en 1980. De las pinzas, limas, tijeras y utensilios de belleza pasó al instrumental de precisión culinaria usado por chefs de más de 30 países.
Una docena anual de patentes y varios millones de unidades distribuidas forman parte del balance de un extenso catálogo de inventos y de distribución de utensilios de uso profesional y doméstico que están en las cocinas del mundo y en muchas casas del público cocinilla y gourmet.
Campins es abogado, pero la ley que rige su vida es la gastronómica. Entrenó el paladar ya de pequeño (su madre y su abuela eran cocineras) y de asuntos culinarios tratan sus cinco libros publicados y uno de ellos, Sake, la seda líquida, es toda una referencia sobre los secretos de producción de esta bebida. Y su adicción a la cultura japonesa se refleja en sus producciones. Unas pinzas se llaman Kappabashi, avenida de Tokio paraíso de las herramientas culinarias y por donde Campins se pierde extasiado con el contenido de las tiendas.
De hecho, el diseño de las pinzas de acero parte del uso de los palillos orientales y su forma permite que se posen sin manchar la mesa. Son fabricadas en Sialkot, una ciudad paquistaní con fábricas especializadas en instrumentación quirúrgica.
Lo más nuevo en pinzas, avanza Campins, será un diseño en titanio (que cambia de color según la luz) para el bar de tapas Tickets. Otra novedad es la fabricación del instrumental diseñado por el chocolatero Enric Rovira. Y la próxima importación exclusiva de Campins (siempre atento a las tendencias) son unas planchas macizas de sal del Himalaya (de moda en Estados Unidos y Japón) sobre las que se puede cocinar sin pasarse en el punto sabroso.
Los hermanos Adrià, los Roca, Juan Mari Arzak, José Andrés, David Muñoz, Jordi Cruz... son algunas de las figuras con las que ha colaborado Campins. La creación conjunta de cacharros útiles y novedosos es "un viaje de ida y vuelta" de ideas y sugerencias. Como ese alicate que adaptó para un amigo o el corcho con un clip que usaba Andoni Luis Aduriz para comprobar el punto de cocción de las patatas caolín. Las ocurrencias empiezan en un boceto de Campins y su diseñador Guillermo Torres y terminan en el molde de la fábrica paquistaní.
"Sin la creatividad de los chefs no existiría el prestigio de la gastronomía española. Pero los inventores son las cenicientas de la cocina", dice el empresario. Desde el anonimato, se ha creado e invertido mucho en instrumental. Con los platos y los cacharros vanguardistas hemos hecho mercado internacional".
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