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Adiós a un símbolo de la cultura democrática

"Lo entregamos a Galicia"

La familia decidió dar sepultura al artista, que prefería "volver a la tierra"

Sabía que llegaba su fin y quería que así fuera, rechazando toda medicación. Pero a Isaac Díaz Pardo seguro que le afloraría esa característica sonrisa de medio lado y ojos de niño travieso al ver el goteo de autoridades ayer ante su féretro en un tanatorio coruñés. Y tendría más de una ocurrencia, con ese humor fino del que hizo gala hasta casi el último suspiro, según sus hijos, cuando desembarcaron, en tropa, los nuevos responsables del remodelado y a la vez recortado departamento de Cultura de la Xunta, ahora unido a Educación. Por mucho que Isaac, en los últimos días de hospital, ya ni ganas tuviera de visitas. "Dígales a esos que se marchen", rogó a su cuidadora ante un grupo de amigos. "¿Y cómo hago, Isaac?", le preguntó la mujer. "Pues repártelos", replicó.

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Su fallecimiento, a las 8.30 horas, marcó la toma de posesión, pocas horas después en Santiago, del equipo del nuevo macroconselleiro, Jesús Vázquez. Sus primeras palabras, tras jurar los cargos, fueron para Isaac, "ese gran humanista". Y también su primer acto. Flanqueado por su flamante segundo para asuntos de cultura, Anxo Lorenzo, y el secretario general de Comunicación, Alfonso Cabaleiro, Vázquez llegó al tanatorio para rendir homenaje a uno de los grandes en un velatorio que se suponía familiar, previo a los fastos institucionales de hoy en Santiago.

"Yo, que no quería ver al nuevo conselleiro ni en pintura, tengo que encontrármelo aquí", lamentaba un consagrado escritor. La desaparición de la Dirección Xeral do Libro del organigrama del Gobierno planeaba en el velatorio. "Hai que roelo", le replicó otra amiga del fallecido, también del mundo de la cultura. Quien finalmente no se desplazó, a la espera del homenaje de hoy, fue Feijóo. Sí coincidieron por la tarde el expresidente Touriño y el líder del PSdeG, Pachi Vázquez.

A la puerta de la pequeña sala del tanatorio que albergaba su cadáver, un cartel rezaba: "Isaac Díaz Pardo. Pendiente de confirmación". "Era un hombre muy público y en la familia estábamos pendientes de las cosas para decidir la esquela", explicaba su hijo mayor, Camilo. La primera idea fue incinerarlo en el tanatorio frente al hospital en el que falleció y luego trasladar sus restos a Santiago. "Pero la presión de sus grandes amigos", empezando por Ramón Villares, presidente del Consello da Cultura, obligó a cambiar el guión. Organizó el gran acto cívico en el Museo do Pobo Galego y luego el entierro en el cementerio de su ciudad natal. "La familia dejamos que así se hiciera, al servicio del pueblo gallego, lo entregamos a Galicia porque era nuestro, pero también de todos vosotros", explicó Camilo Díaz. Hacía pocos días que le había preguntado a su padre qué quería que se hiciese, tras su muerte. "Lo lógico sería volver a la tierra, pero hacer lo que os pete, que de todas formas es lo que vais hacer".

Ausente, "como en una nebulosa", a Mimina, la compañera de toda la vida de Isaac, se la llevaron a las instalaciones de O Castro en Sada donde ayer no paró de sonar el teléfono. Lleva días sin comer nada sólido y su familia está preocupada de que descanse ante el arrollador trajín. Todos quieren rendirle homenaje. El alcalde de A Coruña, Carlos Negreira, se lamentaba de no haber convencido a la familia para organizar el velatorio en la Fundación de Luís Seoane, el alter ego y socio de Díaz Pardo.

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