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Crónica:ALBACETE 0 - ATHLETIC 0 | COPA DEL REY | Ida de los octavos de final
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Athletic piensa en San Mamés

El Albacete no concede respiro al conjunto de Bielsa y le convierte en vulgar

Podría parecer que Bielsa es tan políticamente correcto que molesta al tópico orgullo bilbaíno. Que si nadie vence antes de tiempo, que con el nombre no se gana, que el Athletic no ha vapuleado a nadie, que si la realidad es terca como una tormenta de verano: huele bien en la tierra mojada, pero moja. Que todo era verdad, porque el Albacete, amén de corazón, puso cabeza al partido, se olvidó del quitamiedos de su diferencia de categoría (un primera contra un segunda b) y se encontró a gusto. Tanto que discutió al Athletic el espacio, el balón, las ocasiones, el ánimo y el miedo.

Tiene el Athletic el sorteo a su favor para alcanzar la final. Presuntamente. En la teoría, como piensan todos los que vienen por su costado. Pero ha bajado el pistón. Ayer, con tres defensas y más gente en el centro del campo, perdió tantos balones que parecía que, en vez de las Navidades, hubiera transcurrido una pretemporada. Con Herrera de falso nueve, de Cesc, a Iturraspe el balón se le acolchona y la dirección del equipo le cae a un tipo intermitente, aunque genial, como Muniain. Aun así, la primera ocasión la tuvo Iraola y después Susaeta malgastó otra.

ALBACETE 0 - ATHLETIC 0

Albacete: Campos; Alba, Joan Castillo, Santamaría, Zurdo; Teté, Roche (Añón, m. 81) Candela (Colorado, m. 70), Adriá; David Torres (Núñez, m. 58) y Calle. No utilizados: Miguel; y Herreros.

Athletic: Iraizoz; Iraola, Javi Martínez, Amorebieta, Aurtenetxe, De Marcos (San José, m. 46); Susaeta (Ibai Gómez, m. 46), Iturraspe, Muniain; Herrera (Íñigo Pérez, m. 90) y Toquero. No utilizados: Raúl; y David López.

Árbitro: Mateu Lahoz. Amonestó a Roche, Castillo, Candela e Iturraspe.

12.000 espectadores en el estadio Carlos Belmonte.

En ese ir y venir con menos peligro que un paseo por el campo, creció el Albacete, bien meneado por Tete, un extremo zascandil, y controlado por el grandullón Calle, capaz de fijar a la defensa rojiblanca y de un disparo que exigió la atención de Iraizoz.

Cuando parecía que, si no por la técnica, se podría imponer el Athletic por el argumento físico, resultó que el Albacete, sin perder el orden, sin descomponerse, sin entregarse al desánimo ni a la euforia, igualó en mayor medida el partido. Era un Athletic vulgar, como si de pronto hubiera decidido sobrevivir. Campos, el portero del Albacete, fue un extraño, salvo para sus paisanos. El Athletic no le miró a la cara. Ni de reojo.

Se presuponía un ejercicio de superioridad física athlética en la segunda mitad y una actitud de supervivencia albaceteña para mantener sin abrir la caja de las sorpresas hasta San Mamés. No fue así. Nunca perdió el orden el Alba. No es el queso mecánico de Benito Floro, pero tampoco es mantequilla que cualquier cuchillo pueda cortar. Menos aún si no está afilado. Y acabó presionando, llegando con muchísima gente al área de Iraizoz, asustando con su grandullón, al que Amorebieta trató de mantener a raya, pero que le inquietó más de la cuenta. Toquero, a cambio, se quedó más solo que la una y Herrera muy lejos del campo de batalla. El Albacete jugaba con las ganas en las botas y San Mamés en la cabeza. Todo, al alba.

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