Represión en Siria
Comprobamos diariamente cómo el régimen del líder sirio Bachar el Asad continúa derramando la sangre de su pueblo con total impunidad, sin contemplaciones, ni amago alguno por poner freno a tanta barbarie.
El Gobierno sirio llegó a aceptar una iniciativa de paz de la Liga Árabe, creada con el objeto de poner fin a una masacre que ya ha costado la vida a buen número de inocentes, y que consistía principalmente en la retirada de las tropas de las calles, en iniciar los diálogos con la desmembrada oposición y en liberar a los pesos políticos.
Tras la aceptación de la citada propuesta, los civiles han seguido cayendo en Damasco, los tanques circulan a su antojo por las calles y los francotiradores continúan formando parte del mobiliario urbano.
Desde que empezó la revuelta popular en Siria, Bachar el Asad ha atentado sistemáticamente contra todo aquel empeñado en alcanzar un ápice de libertad. Ni las sanciones de La Liga Árabe, ni sus observadores internacionales, ni el acentuado aislamiento que ejerce Turquía o la condena de la ONU están teniendo efecto alguno.
Hoy, parece que no hay nada que pueda poner freno de manera eficaz a los crímenes que el mandatario sirio y su Gobierno están cometiendo y que permita que el pueblo sirio deje de estar destinado, de una vez por todas, a convivir día a día con la destrucción y la muerte.
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