El testigo clave del juicio jura que Camps "jamás pagó ni un euro de sus trajes"
El sastre José Tomás dice que nunca quiso perjudicar con su declaración al expresidente valenciano, al que quería mucho
José Tomás García, exdirector comercial en las tiendas Milano y Forever Young, testigo clave en el juicio de los trajes derivado del caso Gürtel, pasó ayer todo el día declarando en el tribunal y aseguró que Francisco Camps "jamás ha pagado ni un solo euro ni en Milano ni en Forever. Lo juro por Dios y ante este jurado". Tomás, conocido como el sastre, narró el temor que embargó al expresidente al conocer que él iba a declarar al día siguiente sobre los supuestos regalos que la trama Gürtel hacía a cargos valencianos, entre otros, a él mismo y a Ricardo Costa. "El día anterior me llamó no una, sino seis o siete veces. La última fue cerca de la una y media de la mañana"; "me llegó a decir: 'Por favor, sácame de esta, que cuando pase esto hablaré con tu jefe y no te va a faltar de nada".
"El día anterior a declarar Camps me llamó no una, sino seis veces"
"Yo les acompañaba desde que entraban hasta que salían de la tienda"
El testigo afirma que Ricardo Costa pagó algunas de las prendas
"Parece como si fuera un traidor. Yo, que toda la vida he votado al PP"
La declaración de José Tomás se esperaba con la sensación de último asalto. Los muchos testigos que han desfilado ya ante el Tribunal Superior de Justicia valenciano han aportado su versión sobre los fragmentos del supuesto cohecho que tuvieron oportunidad de conocer. Tomás era, sin embargo, el único que podía ofrecer un teórico relato completo de lo ocurrido, desde el día en que tomó por primera vez medidas a Camps en el Hotel Ritz de Madrid y a Costa en su despacho de secretario general del PP valenciano, hasta el envío de las prendas a Álvaro Pérez y el pago por parte de las empresas de la trama "con talones, transferencias o en efectivo". "Yo era el que les acompañaba desde que entraban en la tienda hasta que salían", contó.
Las defensas, especialmente la de Camps, habían dedicado muchas sesiones a intentar desacreditar anticipadamente a Tomás. La táctica pareció haber dado algún resultado porque cuando el sastre entró en la sala y se sentó, alguno de los jurados lo miró con un gesto que parecía expresar algo más que prevención. A medida que la representante de la Fiscalía Anticorrupción avanzó en el interrogatorio y Tomás fue hablando (con respuestas extensas, una considerable dispersión y un buen número de anécdotas) los rostros fueron cambiando, como si se cumpliera el principio de que la credibilidad la dan los detalles. Y Tomás dio muchos.
Confirmó, tal y como ha declarado Camps, que hizo cuatro trajes que el expresidente acabó devolviendo. "¿Esa devolución era porque rechazaba el regalo?", preguntó el abogado de la acusación popular que representa a los socialistas, Virgilio Latorre. "Fue porque no le quedaban bien. Me llamó y me dijo: 'Oye, a mí esto no me gusta cómo me queda. El tercer botón este es altísimo...", contestó Tomás. "El señor Camps me dijo que jamás se ponía una prenda si no estaba hecha exactamente como a él le gustaba. Desde el primer detalle al último", añadió.
Contó cómo, para satisfacer esas peticiones, decidió finalmente pedirle a Camps un traje ("uno con el que se sintiera cómodo") y desmontarlo completamente para tomar de ahí las medidas. Explicó cómo hablaba posteriormente por teléfono con el encargado de la sastrería industrial Sastgor para asegurarse de que las prendas quedasen exactamente a su gusto. Y la premura con la que en algunas ocasiones tuvo que terminar los encargos del expresidente. Una vez, con motivo del premio de fórmula 1 en Valencia. Otra, para una recepción en Nueva York. Y una tercera para conseguirle un esmoquin negro ("como manda el protocolo del Vaticano") para ir a ver al Papa a Roma.
Tomás aseguró que todos en las tiendas sabían que las prendas para Camps y Costa las pagaba el número dos de la red Gürtel, Pablo Crespo, y que este "no se fiaba" de que Álvaro Pérez, El Bigotes, no cargara a otras prendas que eran para él. "Crespo me hacía detallarle por personajes qué prendas compraba cada uno", dijo Tomás.
La defensa de Camps había tratado de convencer al jurado por anticipado de la animadversión que el sastre tenía contra el expresidente. Tomás afirmó, en cambio, que todo el proceso le había dolido "muchísimo" y que "los quería mucho". "Parece como si se me responsabilizara de haber dicho la verdad. Como si yo fuera un traidor a algo. Yo, que toda la vida he sido votante del Partido Popular", sostuvo.
La línea del interrogatorio de la acusación popular chocó un poco, en un principio, al adoptar un tono más inquisidor que conciliador con un testigo clave para sostener sus acusaciones. Sin embargo, de inmediato quedó patente que el letrado utilizó su turno para adelantar todas las contradicciones en las que podía incurrir el sastre cuando comenzara a preguntar la defensa de Camps. Tanto fue así que este, Javier Boix, llegó a agradecer a la acusación, no sin cierta sorna, "que haya adelantado las cosas que yo quería preguntar".
Las preguntas se refirieron, fundamentalmente, a las declaraciones, hasta seis, que José Tomás ha protagonizado ante la policía y los juzgados. Ayer, ante el jurado, insistió en que nunca se ha desdicho de ninguna de ellas y mantuvo que únicamente puede haber precisiones entre unas y otras y que se hayan recogido afirmaciones que él realmente conoce por boca de otros empleados de las tiendas. Sin embargo, en su primer tramo de interrogatorio, que continuará hoy, la defensa de Camps no dejó de instigarle sobre las diferentes versiones y pidió la incorporación de los testimonios ofrecidos hasta ahora. Esta documentación se añade como prueba de la credibilidad del testigo ya que el jurado no ha de conocer nada de lo que se tramitó en la causa sino únicamente los testimonios y pruebas que se planteen durante el juicio.
Además, José Tomás tenía preparado un golpe de efecto que no gustó a las defensas. Al ser preguntado por unos tiques de Forever Young, los que supuestamente fueron manipulados y sobre los que el propietario de la tienda, Eduardo Hinojosa, acabó admitiendo que eran copias, el sastre dijo que los documentos que le estaban mostrando eran falsos. ¿Cómo lo sabe?, le preguntó el abogado de la acusación. "Porque yo tengo los originales", dijo, y sacó unas fotocopias que, según aseguró, están en un CD de la causa principal, que se instruye en Madrid y que corresponden a esos mismos tiques en los que figura claramente el nombre de Camps.
La insistencia de José Tomás sobre la ausencia de cualquier tipo de pagos de Camps varió al referirse a Ricardo Costa, del que llegó a decir que en ocasiones pagó algunas prendas. El testigo ratificó la versión del acusado sobre un primer traje encargado en Milano ya que confirmó que su secretaria llamó para pedir el precio. Incluso admitió saber que Costa le había dado el dinero a El Bigotes para pagarlo, pero aseguró que ese dinero "nunca llegó", sino que el encargo siguió el trámite de todos los demás, que fueron pagados por el número dos de la trama, Pablo Crespo. A pesar de ello, Tomás siguió las instrucciones de Álvaro Pérez y llamó a la secretaria de Costa para agradecerle el pago y decirle que "no corría tanta prisa". Al margen de este encargo, el sastre certificó la existencia de otros encargos realizados por el ex secretario general del PP valenciano que no fueron abonados.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.