Luz verde a las cuentas del recorte a los funcionarios
López saca adelante su tercer presupuesto apoyado por el PP
Los presupuestos de 2012, aprobados ayer, los terceros del Gobierno de Patxi López en alianza con el PP, quedarán marcados por su extrema austeridad y por los recortes a la función pública. El debate se desarrolló con los sindicatos en protesta a las puertas del Parlamento, y todos los grupos, salvo el PP, criticando ese y otros aspectos de las cuentas.
El pleno coincidió, además, con el anuncio, por parte de la consejera de Justicia y Función Pública, Idoia Mendia, de que en enero regulará, por un acuerdo de consejo de Gobierno para agilizarlo, el recorte de los complementos para las bajas laborales del funcionariado que no ha podido pactar con los sindicatos. A estos les acusó de preferir "la pancarta al acuerdo" y dijo que al levantarse de la mesa de negociación todas las centrales el Ejecutivo se ve con "las manos libres". Mendia lamentó que no se haya valorado el mantenimiento de las OPE comprometidas, que reducirán la interinidad, así como la supresión "al máximo" de la externalización de servicios, aspectos que también resaltó la portavoz del PSE, Joana Madrigal.
"Mientras en otros sitios no lejanos se despiden empleados públicos y se cierran quirófanos y colegios", las cuentas vascas, dijo, tienen "unas líneas rojas: la sanidad y la educación gratuitas y universales, atender a los ciudadanos que se quedan sin recursos y apostar por una Euskadi innovadora". El resto, si tiene que esperar, esperará", zanjó ante las muchas críticas recibidas para cuando intervino y previendo las que recibiría del último grupo en hablar, el PNV.
Las cuentas -10.449 millones, un 1% menos que en este año- parten de un nivel de ingresos como el de 2006, y destinan 1.497 millones más que entonces a Sanidad y Educación, además de una subida de 182 a 402 millones entre Renta de Garantía, Ayudas de Emergencia y ayudas complementarias a vivienda, describió.
Madrigal defendió la existencia de "un compromiso del Gobierno con el empleo público" y justificó que el Ejecutivo se haya dotado, a través de una enmienda impugnada en vano por toda la oposición, de cobertura legal para regular "condiciones, requisitos y porcentajes" de abono de los complementos en casos de bajas laborales. La parlamentaria socialista se mostró incluso reivindicativa: "Sí, se suspende subidas salariales. Y sí, se suspenden primas por prejubilaciones a los 60 años" porque costarían 35 millones y otros 43 la "sangría" de complementar hasta el 100% el salario a las 48.135 bajas registradas en 11 meses.
El aluvión de ataques de todos los partidos, empezando por UPyD y acabando por el PNV, tuvo coincidencias y diferencias, pero hubo un elemento común a todos: que el Gobierno ni siquiera ha llamado este año a los grupos para explicarles el proyecto y escuchar sus posiciones. "Ni una llamada, ni un contacto", el peor de los tres años" y una absoluta "falta de gallardía y talante", resumió el portavoz peneuvista Ricardo Gatzagaetxebarria. "Pese a todo, no votaremos en contra", anunció, en una intervención que vio abortada por el fallo informático que acabó con el debate.
El PP reiteró que los aprobados ayer no son sus presupuestos, en un desmarque que ya realizó el secretario general del partido, Iñaki Oyarzábal, al presentar en solitario las enmiendas, a diferencia de otros años en que PSE y PP las han planteado juntos. El portavoz popular, Antón Damborenea, guardaba para la réplica un pronunciamiento más distanciado, pero como no hubo lugar a ella, para las actas quedó su defensa de las cuentas. "Cumplen criterios de estabilidad, limitan en endeudamiento y la contención del gasto corriente se produce", justificó.
Aralar achacó al Gobierno "dependencia del PP" y dijo no entender otros recortes al funcionariado mientras se le aportan dos millones a planes de pensiones privados. UPyD acusó al Ejecutivo de haber "ido a lo cómodo: recortes sociales y favorecer a sus Ayuntamientos y los del PP". Esta formación compartió con EB la crítica al gasto en San Mamés (35 millones), mientras EA afeó la reducción de gasto social. El PP vio derrotada su enmienda contra la partida de un millón de euros para víctimas de excesos policiales.
Eguiguren y el 18 de julio
Probablemente, no exista peor día en todo el año parlamentario que el debate final de los presupuestos para que un fallo informático deje a la Cámara sin voz y sin voto. Pero eso fue, literalmente, lo que pasó ayer, al hacerse imposible tanto escuchar lo que sus señorías decían en la tribuna, como grabarlo o registrar electrónicamente su presencia en el escaño a la hora de votar.
El ordenador central, que rige todas las instalaciones electrónicas del salón de plenos, dejó de funcionar, y no por un plazo, sino, como se supo después, para siempre. La Cámara deberá ahora sustituirlo. Como consecuencia, no solo se acortó el debate en un turno completo -el de las réplicas, para el que los portavoces guardan los últimos cartuchos- sino que el del PNV, Ricardo Gatzagaetxebarria, vio incluso su única intervención reducida a la mitad del tiempo que le tocaba.
Los cinco minutos de receso que estableció la presidenta del Parlamento, Arantza Quiroga, para ver si existía alguna opción de arreglar el desaguisado se convirtieron en casi una hora, hasta que los servicios técnicos determinaron que la avería era irreparable.
Cuando la sesión se reanudó, Quiroga comunicó que la Junta de Portavoces se había reunido y decidido dar por concluido el debate para pasar directamente al turno de votaciones, que deberían realizarse todas ellas a mano alzada. Tampoco para esto hay peor sesión en todo el año: se dirimían 1.463 enmiendas a las partidas presupuestarias, 16 al articulado y tres votos particulares, que, aun agrupadas, no libraron a sus señorías de tener que levantar el brazo hasta 58 veces.
Tras ello, el presidente del PSE, Jesús Eguiguren, pidió la palabra expresamente para hacer lo que llamó "una observación", que no gustó ni a los suyos, aunque parte de la Cámara la jaleó. "No se habían visto tantos brazos en alto desde el 18 de julio", dijo, en alusión al golpe de Estado de Franco. Y apostilló: "Espero que no sea un signo de los nuevos tiempos", en lo que todo el mundo vio una referencia al nuevo Gobierno que encabeza Mariano Rajoy.
Quiroga le respondió que menos mal que sus palabras no se habían grabado, aunque, realmente, sí estaban perfectamente registradas.
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