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Reportaje:24 HORAS EN... RABAT

Sorpresas en la medina

Una cena en un fabuloso 'riad' oyendo música andalusí, paseo por la recuperada zona de murallas o compras en el nuevo barrio de Hayy Ryad. Aspectos de la pujante capital de Marruecos

La capital del Reino Alauí no se conforma con ser solo eso. Acaba de presentar su candidatura para ser declarada Patrimonio Mundial 2012 por la Unesco, y durante ese año celebrará, además, su centenario como capital.

Hoy, los proyectos se multiplican: una ambiciosa actuación firmada por Norman Foster, Zaha Hadid y Marc Mirmam en el río Bu Regreg. Un tranvía que atraviesa la ciudad facilitando el tránsito entre Rabat y su vecina Salé. En obras: un zoo y un centro de recuperación de fauna africana, pionero en sus métodos de reproducción en cautividad, un conservatorio musical y un museo de arte contemporáneo, entre otros.

9.00 Desayuno en un 'riad'

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La renovación de Rabat

La medina de Rabat (1), de las menos turísticas de Marruecos, fue fundada por los moriscos en el siglo XVII tras la expulsión de Felipe III. Sin embargo, esconde edificaciones anteriores descubiertas recientemente, como son la mezquita, la madraza y el hammam, o baño turco, de época almorávide (siglos XII-XII), junto al zoco de los zapatos. En esta tranquila medina hay ya un buen número de riads, casas tradicionales con patio central, que ofrecen una estancia entre callejas íntimas, en un ambiente familiar. Dar Bathul (2) es uno de los más recomendables palacetes, con su genuina arquitectura de estilo rabatí y su exquisito patio (www.riadbatoul.com). Otra opciones son Dar Aida (www.dar-aida.com), y Riad El Maâti (3) (www.riadelmaati.com), un sobrio y original riad puesto al día, con una azotea desde la que disfrutar los desayunos y las noches, y un pequeño spa.

10.00 Murallas medievales

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Al salir de la medina por la calle de los Cónsules (4), y recorrer algunas de las mejores tiendas de artesanía, se alcanza de frente la kasbah, o ciudadela de los Udaya (5), situada sobre un promontorio que domina la desembocadura del río Bu Regreg. Es recoleta y segura, y no precisa de los guías espontáneos que por allí merodean. Uno de los accesos se hace a través del Jardín Andalusí, enclave de sabor morisco creado por los franceses a principios de siglo XX, en el que las parejas se arrullan y los mirlos se desgañitan. Allí conviene visitar el Museo Nacional de la Joya (6), en un palacete del siglo XVIII, con dijes prehistóricos, fenicios, romanos e islámicos. Después hay que adentrarse por el dédalo blanco y añil, y callejear entre patios y portones con aldabas hasta alcanzar el Café Moro, un emblemático rincón con terraza que planea sobre el estuario y el océano. Se saldrá por la imponente puerta de los Udaya. Desde allí se bordea la muralla y se accede cuesta abajo hasta el río, que una intervención radical ha saneado y dotado de un agradable paseo (7). La vista sobre el recinto fortificado de la kasbah es simplemente espectacular. Algo más lejos del valle se vislumbra el nuevo puente firmado por Marc Mimram (8), la marina y un complejo residencial concebido por el equipo de Norman Foster.

12.00 El corazón blanco de la ciudad

Caminando, en petit taxi o en tranvía, se llega al centro, distribuido en torno al bulevar de Mohammed V (9), jalonado de palmeras y flanqueado por algunos de los más bellos ejemplos de la arquitectura francesa colonial, mezcla de art déco, eclecticismo y neomorisco. Entre ellos, Correos, el Parlamento, el Banco del Magreb y la estación de ferrocarril (10) recientemente restaurada. Muy recomendable es la visita al Museo de la Moneda del Banco del Magreb (11). Seguimos cuesta arriba y nos tomamos un té con tartaleta de limón en Au Délicieu. De camino se puede echar un ojo a las librerías Libre Service y Kalila wa Dimna, a las joyas de estilo andalusí de Azuelos (número 285), y a los bolsos y maletas de Le Marocain, de calidad y precios imbatibles (en un primer piso, frente a la estación, 05 34 70 93 11). Parada obligatoria es la Villa des Arts (12) antiguo palacete colonial convertido en galería de arte contemporáneo, la catedral (13), edificio modernista aún abierto al culto, y el populoso y blanco barrio de Hassan que lo rodea, hasta dar, si el tiempo lo permite, con el célebre alminar homónimo (14), que los almohades pretendieron que fuera el mayor de África.

13.00 Cuscús o vieiras con 'risotto'

El almuerzo será en el centro. En Arabica (15) (Muley Abdelhafid, 4, inmueble 6), en pleno barrio Hassan, cerca del hotel Diwan. A modo de una acogedora jaima bereber, ofrece los más suculentos tayines, rfisa y cuscús (los viernes) por poco más de ocho euros el cubierto. Otra opción, regresando al bulevar de Mohamed V 279, es la brasserie de estilo art déco Le Grand Comptoir (16) con cocina francesa de autor especializada en pescado, y una carta de vinos exhaustiva (unos 25 euros).

15.00 Tumbas y restos arqueológicos

Estamos en Chellah (17), en las afueras de la ciudad. Aquí se conjugan sin pisotearse y sin apenas intervención humana desde hace siglos dos épocas distantes: la romana y la meriní (siglos XIII-XIV), que convirtió el recinto en una necrópolis y lo dotó de muralla y puerta de acceso monumental. El lugar desprende un encanto singular con su vegetación tupida y algo asilvestrada, sus jardines y huertos colindantes y las tumbas reales meriníes. Entre ellas, la de Sol de la Mañana, cristiana convertida al Islam y esposa bienamada del sultán Abu l'Hassan. Alrededor, bajo el vuelo parsimonioso de las cigüeñas, se extienden varios morabitos, y entre ellos, el de un santón con baraka y un nombre curioso: Sidi Amor el Mesnaui. Junto a un estanque por el que corre un manantial y nadan anguilas sagradas, las mujeres vienen a curarse de su infertilidad.

17.00 El barrio chic para comprar

Terminamos la tarde con otro registro: el del Rabat moderno y branché (conectado), en el barrio de nuevo cuño Hayy Ryad (18), con edificios administrativos y viviendas de lujo, cafeterías y tiendas apetecibles. En Moroccan Touch (avenida de Ennajil, 10) se encuentran prendas de vestir de tipo "tendencia marroquí": caftanes, chilabas y zaragüelles reinterpretados.

21.00 Cena entre laúdes andalusíes

La cena será en Le Ziryab (19) un fabuloso riad de la medina, restaurado con gusto exquisito. Los chefs recuperan platos de la cocina tradicional marroquí difíciles de encontrar en otras mesas. Imprescindible reservar (Rue des Consuls, 10 Impasse Ennajar, 05 37 73 36 36). Si tras la cena quedan ganas de desmentir que Rabat es aburrida, se puede terminar escuchando música y observando a la gente guapa en los barrios residenciales de Souissi y Agdal. Alguna de estas opciones es el pub inglés Upstairs (20), en la avenida de Michlifen, 8 (Agdal). En Soussi están el Sofia Palace (21) (avenida de Mehdi Ben Barka, 2) -restaurante y pub- y el Centro Prestige (22) (avenida de Ahmed Rifai con Mohammed VI). Los más jóvenes: Harolds, Le Réservoir y Le Privé, con música en vivo o disc jockeys.

De izquierda a derecha, tres imágenes de Rabat: murallas almohades de la <b><i>kasbah</b></i> de los Udaya, la explanada de la mezquita de Yacoub el Mansour y dos jóvenes en el mirador del Sémaphore.
De izquierda a derecha, tres imágenes de Rabat: murallas almohades de la kasbah de los Udaya, la explanada de la mezquita de Yacoub el Mansour y dos jóvenes en el mirador del Sémaphore.INÉS ELÉXPURU / JACQUES SIERPINSKI (AGE)

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