_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Lo que faltaba

Almudena Grandes

Solo faltaba la ultraderecha, y ya está aquí. El verano pasado, la matanza de Utoya, en Noruega, devolvió a la Europa alegre y confiada a una época que nunca iba a volver. Con independencia de que Anders Breivik, alto, rubio, blanco, culto e internauta, sea o no un esquizofrénico, aquella masacre fue el primer crimen por odio ideológico que se cometía en el continente desde hacía muchas décadas. No es que en los últimos años no haya habido esquizofrénicos asesinos. Es que mataban por otras causas.

En la última semana, Turín, Lieja y Florencia han consolidado la tendencia. Una noche de cristales rotos -aunque en las chabolas de los gitanos que incendiaron los ultras del Juventus no habría muchos-, un atentado indiscriminado de un enamorado de las armas de fuego y, por fin, un ultraderechista de la raza superior tirando al blanco sobre los vendedores ambulantes senegaleses que intentan ganarse la vida en la calle. Gianluca Casseri no vestía una camisa parda, pero su proeza encaja a la perfección con la teoría y la práctica del fascismo que se apoderó de Europa, empezando por Italia, hace 80 años: odio racial, complejo de superioridad, sensación de impunidad derivada de la convicción de que su país le pertenecía, fanatismo ideológico y desprecio por la vida de los otros. Nordine Amrani ni siquiera era ario, y, sin embargo, compartía varias de estas características que la estampa de Breivik, disparando al azar sobre los militantes de las juventudes socialistas de Noruega, ejemplifica de manera admirable.

En 1930, Occidente sufría las consecuencias de una terrible crisis económica. En 1930, los líderes europeos demostraron ser incapaces por igual de tomar decisiones sobre la crisis y sobre la radicalización ideológica que provocó el empobrecimiento de sus ciudadanos. La historia del siglo XX es agorera, yo no.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Almudena Grandes
Madrid 1960-2021. Escritora y columnista, publicó su primera novela en 1989. Desde entonces, mantuvo el contacto con los lectores a través de los libros y sus columnas de opinión. En 2018 recibió el Premio Nacional de Narrativa.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_