"Las víctimas en los años ochenta eran doblemente asesinadas"
Yo perdoné públicamente hace 31 años. Escribí una carta a Eugenio Etxebeste, Antxon, en 1985, que es primo mío y fue uno de los jefes de ETA, contándole la historia de mi hermano Ramón y su asesino. Cómo Ramón le había salvado la vida siendo él bebé, cuando lo arrancó de los brazos de su madre segundos antes de que un camión los atropellara a ella y a su otro hijo, y cómo años más tarde esa misma persona le disparó acabando con su vida. Le hablaba de la necesaria conciliación entre familias y vecinos vascos. Esa mano que le tendí entonces, sigue más vigente que nunca. Me encantaría sentarme con él y reflexionar sobre la violencia ejercida".
Pedro Mari Baglietto vivía en Madrid cuando mataron a tiros a su hermano en el Alto de Azcárate, cerca de Azkoitia (Gipuzkoa), el 12 de mayo de 1980. Dejó dos hijos, de 9 y 13 años, y una viuda, Pilar. Era simpatizante y colaborador de UCD. "Durante los 400 kilómetros de camino tuve instintos de venganza, pero al final llegué a la conclusión de que no tenía sentido. Ya en Azkoitia, nos abrazamos todos diciendo que teníamos que perdonar, porque mis padres eran muy religiosos. El perdón, en mi caso, es una actitud cristiana. Respeto muchísimo que otras víctimas tengan otra disposición. Además, que haya perdonado no significa que no esté dolido, ni que el Estado no deba cumplir con su obligación de impartir justicia. Y me gustaría que en algún momento ETA hiciera al menos un reconocimiento genérico de que todo esto ha sido un error".
"A muchos amigos los eché de menos en el funeral. No se atrevieron a ir por cobardía", relata. "Prefirieron mirar para otro lado. En ese momento las víctimas eran enterradas casi en la clandestinidad. Eran doblemente asesinadas. Primero las aniquilaban físicamente. Después, la sociedad vasca las miraba mal, acusándolas de ser cualquier cosa: un txibato, un confidente de la policía... Afortunadamente, esa percepción social ha cambiado.".
Los cruces en el País Vasco son tales que la hija de su primo José Alberto es una conocida abogada de miembros de ETA, Ainhoa Baglietto. Con esa rama de la familia también le gustaría reunirse. "Sería un encuentro difícil, pero estoy dispuesto".
Lo que no acaba de ver claro es que se mezclen las víctimas de ETA con las del GAL. "No me parece justo. Lo que está mal hay que reconocerlo, pero no creo que esté bien juntar a víctimas de ETA totalmente inocentes con gente que estaba dispuesta a matar". -
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