Una tarea titánica
El nuevo líder deberá recuperar la masa electoral socialista, reducida en las autonómicas a la mitad
Pere Navarro, el nuevo primer secretario del Partit dels Socialistes (PSC) surgido del XII Congreso del partido, deberá hacer frente a una tarea delicada: recuperar la masa de votantes socialistas perdida en la última década, una base electoral que ha ido en caída libre desde que el PSC tocó techo en las elecciones autonómicas de 1999. Paradójicamente, cuando los socialistas coparon en 2003 todas las instancias de poder, su pérdida de votos se aceleró hasta lograr, en el último ciclo electoral, poco más de la mitad de los votos que cosechó en sus buenos tiempos.
Los comicios de 1999 supusieron un punto de inflexión para el PSC. Pasqual Maragall, en sus primeras elecciones catalanas, venció por primera vez en sufragios a Convergència i Unió. CiU logró conservar el poder gracias al reparto de escaños, pero el aumento socialista fue notable. El PSC ganó 300.000 votos y logró afianzar una base electoral sólida, alrededor del millón de votantes. A partir de entonces, entró en un suave descenso que acabó en descalabro en este annus horribilis.
Lo reconoció José Montilla en el informe de gestión que presentó el viernes en el congreso socialista. "Quizá no tuvimos perspicacia y humildad para detectar, en tiempos de bonanza, los signos que anunciaban grietas en nuestro proyecto político. Pero los electores hace tiempo que empezaron a indicárnoslo". La victoria del PSC en 2003 -en votos, que no en escaños, triunfo que siguió apuntándose CiU- disimuló el hecho de que los socialistas perdieron más de 100.000 sufragios. El PSC seguía instalado en una cómoda base electoral, que se disipó en las generales de 2004: el rechazo al PP y el ascenso de José Luis Rodríguez Zapatero permitió al partido situarse en millón y medio de votos.
El primer mazazo vino en las autonómicas de 2006: el PSC pagó la gestión del primer Gobierno tripartito y la sucesión del líder que le había dado todo el poder en Cataluña, Maragall. Montilla logró conservarlo pero perdió otros 200.000 votos. Las elecciones generales de 2008, de nuevo, lograron que los socialistas olvidaran el bajón. El PSC logró los mejores resultados de su historia, rozando 1.700.000 votos y contando 25 escaños en el Congreso.
A partir de ahí, vino el descalabro. Lo que venía siendo un dulce descenso -los socialistas caían en apoyo, pero seguían mandando en todas las instituciones- se convirtió en una sangría de votos que ha desalojado al PSC de todo su poder. Las autonómicas de 2010 fueron un primer golpe: poco más de medio millón de votos, la mitad de los logrados en 1999. Las municipales siguieron la senda, con una fuga menor, 200.000, que, sin embargo, provocó dolorosas derrotas en Girona y Barcelona. La catástrofe definitiva para los socialistas vino el 20-N. Las elecciones legislativas siempre habían sido un bálsamo para el PSC: nunca en la historia el partido había perdido unas generales en Cataluña. Esta vez no pudo ser: los 920.000 votos quedaron muy lejos de los prácticamente 1,7 millones de 2008. Solo en 1977 y 1979 el PSC había bajado del millón de votos en las generales.
Navarro, tras ser elegido, proclamó que el PSC debe "salir a ganar". Su tarea es titánica: solo si el PSC logra recobrar parte de sus antiguos votantes podrá plantar cara a la hegemonía de CiU.
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