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Análisis:
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

A modo de recordatorio

Luis R. Aizpeolea

Entre 2000 y 2003, ETA protagonizó una ofensiva terrorista que costó la vida a 46 personas (políticos, concejales, periodistas, policías...). En ese clima de terror, Jesús Eguiguren, presidente del PSE, y Arnaldo Otegi, líder de Batasuna, se pusieron en contacto a través de Paco Egea, exconsejero socialista del Gobierno vasco PNV-PSE (1995-98), en el que también participó Rosa Díez. Eguiguren y Otegi, desde posiciones antagónicas, querían contribuir a acabar con aquella sangría y se fijaron como modelo el proceso de paz irlandés, entonces en boga. Estaban en esas conversaciones cuando Aznar y Zapatero, que las desconocía, firmaron el Pacto Antiterrorista y las Cortes aprobaron la Ley de Partidos.

Eguiguren y Otegi iniciaron el diálogo en una de las ofensivas más duras de la banda

Eguiguren y Otegi diseñaron un proceso de final dialogado de ETA, tras analizar los fracasos precedentes de Argel y de Lizarra. Para evitar que se repitieran, idearon la constitución de dos mesas de diálogo para separar los temas políticos, competencia de los partidos, de los relacionados con presos y desarme, correspondientes a Gobierno y ETA. La fórmula se inspiraba en el Pacto de Ajuria Enea, firmado por todos los partidos vascos en 1988.

Su pretensión era que el plan lo gestionara el Gobierno elegido en las elecciones de 2004. Para ellos fue una sorpresa que ganara Zapatero, quien, una vez conocido el plan de Eguiguren, le dio cobertura política con la aprobación de una declaración parlamentaria acordada por todos los partidos, menos el PP, en mayo de 2005 y basada en el Pacto de Ajuria Enea. La declaración autorizaba el diálogo con ETA si la banda anunciaba una tregua. Igual que hicieron los Gobiernos de González y Aznar.

El siguiente paso fue la apertura de un diálogo informal con ETA para alcanzar la tregua. El Ejecutivo decidió que Eguiguren fuera el interlocutor, pero sin representación formal. Logró la tregua tras largas conversaciones con el dirigente de ETA Josu Urrutikoetxea (Josu Ternera) en Ginebra y Oslo. Pactaron, con la tregua, una declaración del Gobierno de apertura del proceso -inspirada en la de Downing Street, del proceso irlandés- y una hoja de ruta, centrada en el diálogo de paz por presos sin compromisos políticos concretos. Esos los adquirirían los partidos posteriormente.

ETA declaró la tregua en marzo de 2006 cuando llevaba tres años sin matar. Más tarde se ha sabido, por sus textos, que no tenía unanimidad y que Thierry reprochó a Urrutikoetxea no haber comprometido políticamente al Gobierno. De hecho, tras la declaración de Zapatero de junio de 2006, con la que formalizó el proceso, la delegación de ETA se negó a abrir la negociación de paz por presos prevista en la hoja de ruta pactada por Eguiguren y Urrutikoetxea. Quería compromisos políticos.

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Hasta entonces, los pasos del Gobierno se ajustaron a la declaración parlamentaria de mayo de 2005. Pero en su pretensión de salvar el proceso, con las reservas de Alfredo Pérez Rubalcaba, se saltó la hoja de ruta tolerando la formación de una mesa de partidos antes de lograr el compromiso de final de la violencia. Fue el error más serio que cometió en el proceso y, además, no lo salvó, porque ETA no aceptó el preacuerdo político alcanzado por PNV, PSE y Batasuna al basarse en la Constitución.

Pero ETA cometió otro aún mayor. Para forzar la situación, atentó en Barajas el 30 de diciembre de 2006 y mató a dos inmigrantes ecuatorianos. No sirvió para nada el intento, a la desesperada, de salvar el proceso, auspiciado por el entonces primer ministro británico, Tony Blair, y en junio de 2007 ETA rompió la tregua.

A partir de entonces, sobre ETA ya no solo cayó en tromba la acción policial, judicial y social. También la de la izquierda abertzale, que al comprobar que gente como Thierry se llevaba por delante su movimiento político inició la batalla por ganar la hegemonía a ETA.

Sin la actuación del Estado de derecho no hubiera habido cese definitivo de ETA el 20 de octubre. Pero tampoco sin el enfrentamiento de la izquierda abertzale contra ETA, que propició el proceso de 2006. Conviene recordar que solo entre 2000 y 2003, ETA mató 46 personas. Y que desde 2003 hasta hoy, 11. Los últimos, en julio de 2009. Conviene recordarlo ante quienes se llenan la boca con acusaciones de "traición" contra quienes de buena fe y con errores contribuyeron a que el 20 de octubre ETA declarara el cese definitivo del terror.

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