La gran lección de Achille

Monica Castiglioni es creadora de joyas e hija del gran diseñador industrial Achille Castiglioni (Milán, 1918-2002). También es su fan número uno, y destaca el estudio de su padre (www.achillecastiglioni.it; visitable bajo petición) como su lugar preferido de la ciudad. Situado frente al Castello Sforzesco, este espacio es una lección de diseño en sí mismo. Se encuentra tal y como lo dejó Castiglioni, fallecido en 2002, lleno de archivadores, reglas, compases, mesas de dibujo y cientos de objetos que le inspiraban. Para Achille Castiglioni, que diseñaba desde el sentido común, los objetos debían ser funcionales. Sus creaciones partían de la observación de la vida cotidiana, y el humor era una de sus herramientas preferidas. "Veo demasiada seriedad en mi profesión", comentaba.

Desde pequeña, a Monica Castiglioni, más que la observación de la vida cotidiana, le atrajo la riqueza de la naturaleza, el espectáculo de sus infinitas formas. De ahí nacen sus joyas, en las que utiliza materiales clásicos como el bronce, el cobre y la plata, que moldea en su tienda taller del Quartiere Isola, una zona ubicada en pleno centro de Milán que se ha convertido en un foco para artesanos, artistas y diseñadores.

En su tienda está integrado el laboratorio, donde trabaja entre cientos de herramientas. Algunas de sus piezas están expuestas en el Victoria & Albert Museum londinense. Ella cultiva también la fotografía: acaba de exponer en Milán y pronto mostrará en Nueva York una selección de las obras recogidas en su libro New York city. A Glimpse in the Puddle (Charta, 2008), imágenes en las que captura retazos de la Gran Manzana.

En el mismo Quartiere se encuentra el estudio de su amiga Constanza Algranti. Esta artesana descubrió la poesía que encerraba una tubería oxidada o una pequeña barca de pescadores medio destruida en un puerto. Transformando los objetos encontrados, la barca se hace silla, con la madera cuarteada y restos de la pintura original, y la tubería recubre muebles. Así, cada material cuenta una historia, la de su pasado. En el caos ordenado de su taller se despliegan los materiales, recogidos en desguaces y obras, entre piezas ya acabadas: cocinas, barras de bar, aparadores, mesas, sillas... Allí, Constanza Algranti, simpática y omnipresente, vestida con un mono de trabajo, cuenta el relato de cada pieza.

Hay otros diseñadores que están tomando este camino, como el holandés Piet Heik Eek o Cisdak Dalmás, dos creadores italianos afincados en España. Huyen de la industria y realizan piezas que se mueven en un terreno entre el diseño, la artesanía y el arte.

Al lado del taller de Constanza Algranti se encuentra la floristería Número 9, llevada por Giulio Guazzoni. La tienda, pintada de gris verdoso, tiene un aire muy contemporáneo, y es en su gran mesa central revestida de acero donde él y su equipo se encargan de los pedidos. Sus arreglos florales decoran eventos y espacios como los hoteles Bulgari y Palace o las tiendas de Chanel y Pomellato. También formará parte de Excelsior Milano, la nueva multitienda situada en un antiguo cine renovado por el arquitecto Jean Nouvel.