Un agujero ruinoso
El rescate de la CAM costará más de 6.500 millones a la banca, pero no será el último
El rescate de la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) es el más costoso de los que ha afrontado el sector financiero español, equivalente a varias veces lo que costó sanear Banesto. El descontrol en la gestión, la apuesta desaforada por el sector del ladrillo, los peajes políticos en forma de inversiones ruinosas, las vergonzosas prebendas de ejecutivos incompetentes y el ansia de crecimiento a toda costa han dado lugar a un agujero récord.
La CAM reúne a gran escala casi todos los males que han aquejado a buena parte de las cajas de ahorros y que han llevado ya a la intervención o nacionalización de media docena de ellas y a la necesidad de apoyo financiero público para muchas más. Tampoco queda en buen lugar el supuesto rigor de la alabada supervisión del Banco de España, que en este caso no fue capaz de poner coto al desmadre.
Antes de ser entregada al Sabadell por un euro, la CAM recibirá 5.249 millones del Fondo de Garantía de Depósitos (FGD), ya dinero perdido. El coste del rescate no se limita, sin embargo, a esa cifra. El FGD garantiza además el 80% de las pérdidas no provisionadas que surjan de una cartera de 17.684 millones en créditos problemáticos y de casi otros 7.000 millones en inmuebles (suelo, promociones, pisos, acciones de inmobiliarias...). El supervisor calcula que solo eso obligará, en un cálculo optimista, a asumir otros 1.300 millones de pérdidas. Desde el lado del comprador, el Sabadell hace una apuesta arriesgada, pero con una buena cobertura. Ahora su reto es replicar en una entidad más grande y problemática el éxito que ha tenido con pasadas adquisiciones.
El Gobierno y el Banco de España han decidido que sea el propio sector financiero el que pague sus rescates para no hacer recaer el coste sobre los contribuyentes. Pagan justos por pecadores. Los bancos tienen razones para sentirse discriminados, pues cuando hubo rescates bancarios las cajas no contribuyeron y ahora les toca a ellos pagar los agujeros de las cajas. Además, el FGD se ha quedado casi sin recursos de una tacada y quedan más rescates por llegar, con lo que es probable que agote sus fondos y tenga que ser financiado por el Estado.
La nueva vuelta de tuerca a la banca no ayuda, por otro lado, a la apertura del grifo del crédito que tanto necesita la economía española. Una de las tareas urgentes del nuevo Gobierno será culminar la reestructuración del sector.
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