No son molinos, son violines
A Strauss 'El Quijote' le sonaba a heroico poema sinfónico. Gerhard vio en el libro una excusa para el baile. Y Falla, una lanza para recuperar la música antigua. Hoy se encuentran los tres en el Auditorio
Observando el grosor de El Quijote parece imposible pensar en una versión en la que el hidalgo cervantino no abra la boca para decir una sola palabra. Sin embargo, la fascinación de los compositores por llevar esta novela a los atriles ha sido una constante desde finales del siglo XVI. El Auditorio Nacional reúne tres de esas versiones en un concierto a cargo de la Orquesta Nacional de España y bajo la dirección de Josep Pons, en la que el violonchelista y solista de la ONE Miguel Jiménez ejerce de Quijote para la obra de Richard Strauss.
Jiménez comenzó con la guitarra en el conservatorio, pero a los 13 años ya supo que aquello no era lo suyo -"La odiaba", confiesa el violonchelista-. ¿Cómo le llegó la revelación? "El primer concierto al que acudí fue el Don Quijote de Strauss con la orquesta de la RTVE y Paul Tortelier, uno de los grandes chelistas de la escuela francesa. Era la viva imagen de Don Quijote: alto, espigado, huesudo, vehemente. Desde ese momento, me enamoré del violonchelo", comenta.
El hermano mediano de la cuerda es la voz de Don Quijote en la primera obra del programa, la de Richard Strauss. Completan el repertorio el Quijote de Gerhard y El retablo de Maese Pedro de Falla. "El chelo se ha relacionado tradicionalmente con la voz humana, especialmente la masculina. Su registro medio tiene una nobleza y unos colores que reflejan con mucha claridad la personalidad de Don Quijote", explica el músico.
De Sancho Panza se encarga la viola, y los dos instrumentos abren una grieta que separa al escudero del hidalgo y, a su vez, el mundo real del de los sueños. "Strauss utiliza re mayor para reflejar el mundo real y el mundo de la ensoñación en la que vive Don Quijote queda plasmado por una serie de tonalidades muy lejanas. Hay veces que las superpone para mostrar cómo en la mente del personaje se mezclan el mundo ficticio y el real. Para Sancho utiliza melodías simples, casi sin desarrollar, que reflejan un carácter tozudo y más llano", explica Jiménez.
Los contrastes entre el Don Quijote de Strauss -un poema sinfónico muy descriptivo en el que se oyen hasta las aspas de los molinos y el balido de las ovejas- y los de Gerhard -unas danzas- y Falla -una ópera a medias- son notables. El catalán Roberto Gerhard vivió mucho tiempo en Reino Unido tras exiliarse de España por su afinidad republicana durante la Guerra Civil. También fue alumno de Schonberg. "Su lenguaje estético es muy distinto. Introduce elementos del dodecafonismo y de las vanguardias del siglo XX", explica el músico. "La visión de Falla incide en el momento del teatro de guiñoles, con un lenguaje muy arcaizante intentando recordar la música antigua española. Mezcla la tradición armónica española con un lenguaje de principios del siglo XX".
Pero la obra que supone un cambio radical en cuanto a las versiones que se han hecho de la obra de Cervantes es la de Strauss. "Es más descriptivo. Le gustan los temas épicos, relatos protagonizados por héroes", explica Jiménez. Descriptivo y poco modesto, ya que fraguó en su poema sinfónico Ein Heldenleben (Una vida de héroe) su propia carrera, elevándose a sí mismo a los altares de la música tras superar numerosos obstáculos -por la obra desfilan críticos, compañeros de profesión y retales de sus grandes obras como Don Juan o la ópera Salomé-.
de Strauss, Gerhard y Falla. Viernes, sábado y domingo. Auditorio Nacional. Entradas: de 4 a 29 euros.
Don Quijote
Los 0tros 'Quijotes'
- El ruso Ludwig Minkus creó un célebre ballet sobre el ingenioso hidalgo que se estrenó en 1827 en Moscú.
- En la España del siglo XX, hay unos Epitafios de Rodolfo Halffter, dedicados a Don Quijote, Dulcinea y Sancho Panza.
- La más antigua es casi una rareza: Don Quixote et Sancho Pança, cantata francesa de Courbois fechada en 1710.
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