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Cuatro días de batalla contra el tren de residuos radiactivos

Cerca de 3.000 activistas plantan cara a 20.000 policías y bloquean en Alemania el convoy que transporta 2.500 toneladas de residuos tóxicos desde Francia

El tren cargado con 2.500 toneladas de basura nuclear apenas avanzó ayer un par de kilómetros en poco más de 14 horas. Alrededor de 3.000 mil manifestantes antinucleares se tumbaron en las vías de varias localidades del norte de Alemania e impidieron el paso de los once contenedores tipo castor -por el acrónimo inglés de Contenedor de Almacenamiento y Transporte Radioactivo-, que partieron en la noche del viernes desde La Hague, en Francia, con destino al cementerio de Gorleben. El Gobierno tuvo que enviar 20.000 policías para lograr, con escaso éxito, el avance de los convoyes. En los fuertes enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas de seguridad, aquellos lanzaron cócteles molotov, bengalas y piedras, y los agentes respondieron con abundante uso de cañones de agua, pelotas de goma y gases lacrimógenos dejando medio centenar de heridos. La copresidenta del Partido Verde alemán, Claudia Roth, aseguró ayer en Gorleben, en declaraciones a la televisión pública ZDF, que el amplio dispositivo policial era propio de "un estado de excepción".

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Las localidades de Hitzacker, Harlingen y Vastorf fueron los principales escenarios de la protesta. La etapa más conflictiva fueron los últimos kilómetros antes de que el tren llegara a Dannenberg, donde los contenedores dejan las vías y son depositados en camiones que los llevarán hasta Gorleben. Sin embargo, las condiciones meteorológicas adversas podrían dificultar la descarga ya que los fuertes vientos desatados podrían desaconsejar la delicada maniobra del trasvase.

Durante el fin de semana, los policías trataron de mantener despejados los raíles, desalojando las sentadas de los antinucleares. Como ya ocurrió en 2010, los activistas quitaron la gravilla sobre la que descansan las vías ferroviarias para así impedir el avance del tren. El convoy del año pasado originó también enormes acciones en contra, porque se puso en marcha cuando el Gobierno planeaba alargar la vida útil de las nucleares alemanas. Tardó 92 horas en llegar a su destino. A las seis de la tarde de ayer, el transporte actual ya llevaba 98 horas en tránsito.

Y tras las multitudinarias concentraciones de 2010, las más concurridas en décadas, estas protestas de ahora son las primeras desde la aprobación el apagón nuclear de la canciller federal, Angela Merkel, bajo el impacto de la catástrofe de la central atómica japonesa de Fukushima

El masivo movimiento antinuclear alemán ve en los castores la encarnación de los riesgos de la energía atómica. Devuelven a Alemania los restos de combustible nuclear usado que sus centrales nucleares enviaron a La Hague y a Sellafield (Gran Bretaña) para su reprocesamiento. La basura radiactiva, que será peligrosa durante miles de años, debe ser enterrada en Gorleben hasta que Alemania designe un cementerio nuclear definitivo para estos peligrosos deshechos.

Los seiscientos metros de contenedores sobre raíles son, año tras año, motivo de grandes movilizaciones ciudadanas. Siempre se registran episodios violentos y cargas policiales con decenas de heridos. Este año, los enfrentamientos empezaron ya el jueves, un día antes de que el tren se pusiera en marcha.

Este duodécimo castor será también el último de deshechos altamente tóxicos que proceda de La Hague. Alemania prohibió en 2005 que el combustible usado se envíe a plantas de reprocesamiento. Sin embargo, además de las miles de toneladas que ya habían mandado a la localidad francesa, las nucleares alemanas también enviaron casi mil toneladas de residuos a la planta de Sellafield. Estos regresarán entre 2014 y 2017, con una nueva serie de vagones castores.

La policía alemana vigila las vías del tren tras la sentada de los activistas antinucleares, cerca de Harlingen.
La policía alemana vigila las vías del tren tras la sentada de los activistas antinucleares, cerca de Harlingen.FABRIZIO BENSCH (REUTERS)
Arriba, un grupo de activistas toman la vía por la que iba a pasar el tren con los residuos. A la izquierda, la policía intenta romper las cadenas 
a las que se habían atado los antinucleares.
Arriba, un grupo de activistas toman la vía por la que iba a pasar el tren con los residuos. A la izquierda, la policía intenta romper las cadenas a las que se habían atado los antinucleares.C. KOALL (GETTY) / J. SCHLUETER (AP)

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