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EL CÓRNER INGLÉS | FÚTBOL | Internacional
Columna
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Como el fénix de las cenizas

- "Nunca es demasiado tarde para ser quien podrías haber sido".

-George Eliot, novelista inglesa del siglo XIX.

El mercado español se ha convertido en uno de los principales objetivos de los ojeadores ingleses. En este momento, hay unos 20 jugadores españoles en la Premier League. Algunos llegaron muy jóvenes, como Gerard Piqué y Cesc Fàbregas en su día o David de Gea y Oriol Romeu ahora. Los ojeadores españoles, en cambio, no parecen prestar la más mínima atención a lo que ocurre en los campos ingleses. ¿Hay actualmente algún inglés en la Primera División española? No, que se sepa.

Quizá los buscatalentos españoles deberían replantearse las cosas e imitar el ejemplo revolucionario de sus homólogos ingleses cuando empezaron a extraer jugadores de España a principios de la década pasada. El haber robado a Wayne Rooney de Inglaterra cuando tenía 15 o 16 años podría haber dado resultados espectaculares al Real Madrid o al Barcelona, al Sevilla o al Atlético de Madrid. Y él, seguramente, habría acabado siendo mejor jugador: más inteligente y más profesional.

Ravel Morrison, reserva del United, posee una habilidad descomunal, pero ha pisado repetidamente los tribunales

Al fichar jóvenes ingleses, los clubes españoles se podrían hacer grandes favores a sí mismos y, al mismo tiempo, hacérselos al fútbol inglés, lo que tendría su justicia, ya que la experiencia de jugar en la Premier ha sido de gran beneficio para muchos jugadores españoles y, a su vez, para la selección. El favor español consistiría no solo en enseñar cosas nuevas, en cuanto a táctica, técnica y disciplina, a los jóvenes talentos ingleses, sino también en sacarlos del ambiente tóxico de la sociedad inglesa. Demasiados de ellos se crían en un entorno de familias rotas, borrachera y hooliganismo que poco les prepara para la fama súbita y que contamina sus posibilidades de explotar su talento al máximo. Rooney es un jugador de una habilidad natural extraordinaria, pero es la sombra de que lo podría haber sido si se hubiera criado, como Messi, rodeado de personas como Xavi e Iniesta.

¿A quién se podría fichar hoy de la juventud inglesa? Pues, por ejemplo, a Ravel Morrison. Quizá, pese a que solo tiene 18 años, sea demasiado tarde. Quizá, expuesto ya de manera nociva a lo peor de su tierra, ya no sea rescatable. Pero sería una interesante apuesta traerle a España; un experimento intrigante. Juega para las reservas del Manchester United, en el que todo el mundo sabe -desde el entrenador, Alex Ferguson, hasta el exjugador Paul Scholes y el propio Rooney- que posee una habilidad descomunal. Atrevido, fuerte, rápido, goleador igual de bueno con ambos pies, tiene un regate que recuerda a muchos a Ryan Giggs y posee además esa capacidad que solo los muy grandes tienen de regatear a tres jugadores y dar a la carrera una asistencia mortal.

Pero el Manchester United está a punto de desprenderse de él, incluso de regalarlo. ¿Por qué? Porque es el prototipo del personaje que participó en los salvajes disturbios del verano en Londres y Manchester. Ha comparecido repetidamente en los tribunales acusado de robo, de intimidación de testigos y de pegar a su madre y a su novia. Sin embargo, en el campo es un tesoro para el United y por eso los jugadores del primer equipo han hecho cola para hablar con él rogándole que se calme, que no tire su carrera a la basura. Pese a todo, el club está al borde de perder la paciencia con él. Hace un par de semanas, le dejaron en el banquillo como castigo y empezó a twittear su inconformidad a todo el mundo. "Ojalá que llegase ya el final de la temporada", escribió.

No casualmente al final de la temporada acaba su contrato con el Manchester United. Traerle a España, alejarle de las malas compañías en la que se siente demasiado cómodo, le podría servir como terapia de choque. Sería como enjaularlo en una cárcel dorada. Pero, si el tratamiento funcionase, posee todas las condiciones para acabar volando por todo lo alto. Como el fénix, renacería de las cenizas. El riesgo es grande. Habría algo que perder, pero muchísimo más para ganar. A ver si alguien se atreve.

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