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Reportaje:

Una red contra la violencia

El Grupo de Atención a los Malos Tratos de la Policía Local de Valencia asiste de forma integral a las víctimas. La unidad protege a 1.500 mujeres de sus agresores

Cristina Vázquez

"Se quería apoderar de mí, quería controlar mi vida en todos los sentidos, incluso las relaciones con mi hija. Se metía en mi trabajo y en todo. Yo me negaba y de este modo llegó a la violencia física y psicológica y decidí denunciarlo". D. M, de 37 años y nacionalidad rusa, relata su historia horas después de enfrentarse en los juzgados al que fuera su pareja y luego agresor. Ella es una de las más de 1.500 mujeres a las que protege y ayuda el Grupo de Atención a los Malos Tratos (Gama) de la Policía Local de Valencia, una unidad creada en 2003 que se ha convertido en referencia para policías del resto de España y Europa.

"Cuando ella me llama por teléfono, siento que alguien se preocupa por mí, que no soy un caso anónimo y aislado", dice la mujer de la agente de Gama que le han asignado. El grupo trabaja para lograr el "empoderamiento" de la víctima frente al agresor. Y para ello los agentes establecen una relación directa con ellas, que trasciende la protección policial. Visitan sus casas, hablan con ellas, valoran el riesgo al que están sometidas, y luego les ayudan a conseguir desde apoyo psicológico a una renta mínima, según el caso. "Siempre que ha habido un quebrantamiento de la orden de alejamiento por parte de él, han venido enseguida. Una vez lo descubrí vigilándome de noche desde la calle, llamé y al poco se presentaron y lo detuvieron", relata la mujer.

GAMA exporta su modelo de atención a policías del resto de España y Europa
"Intentamos más hacerlas fuertes que protegerlas como si fueran niñas"

Hasta que superan el problema, y eso requiere tiempo, el simple hecho de tener al agresor a unos metros, las altera. "Uf, no sé. Es que cuando lo veo, me mareo y todo", dice de su maltratador. Su consejo a otras mujeres víctimas de malos tratos: "Decirles que la vida es muy bonita pero una se la tiene que ganar y estar fuerte para conseguirlo", responde sin dudar.

Estefanía Navarrete, inspectora coordinadora operativa de Gama, desgrana las claves de un grupo que es referencia internacional y lidera el programa europeo HERA. "Una de nuestras fortalezas es que empezó desde la base. Fue la inquietud de un grupo de compañeras que vieron la necesidad de dar un trato más personal a las mujeres víctimas de malos tratos que se atrevían a franquear las puertas de una comisaría". Esa demanda caló en los mandos y poco a poco se fue armando un grupo de profesionales policías que tenían además formación en Derecho, criminología o asistencia social. Es un grupo de acceso voluntario.

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"Desde que entran intentamos más hacerlas fuertes que protegerlas como si fueran niñas. Todo para que ellas solas puedan salir de la situación. Les ayudamos a dar esos pasos importantes, pero la iniciativa la tienen que tener ellas. Nunca les mentimos y somos realistas, incluso en situaciones críticas tenemos que ponderar más su seguridad que ellas mismas", explica.

Gama tiene a su cargo en la ciudad de Valencia 1.572 víctimas con órdenes judiciales de alejamiento de sus agresores. Un 80% son víctimas de la violencia de género. El seguimiento de estas víctimas lo comparte con el Cuerpo Nacional de Policía, mediante un acuerdo que funciona desde el pasado junio. El resto de casos son de violencia doméstica -de padres a hijos, de hijos a padres o entre hermanos- y los realiza Gama.

El grupo, compuesto por 50 agentes está descentralizado, es decir, repartidos por las siete unidades de distrito de la Policía Local. Cada víctima tiene asignado un agente y así evitan que las mujeres tengan que contar su caso cientos de veces. Las víctimas llegan a la unidad por diferentes vías; lo más normal es que lleguen por orden de protección judicial. Entonces se aplica un protocolo que ha resultado eficaz y, sobre todo, humano para unas mujeres que llegan muchas veces aterrorizadas, anuladas por el miedo.

La inspectora Estefanía Navarrete detalla el proceso: "Se le hace la primera visita a la víctima en su domicilio, así conocemos más en detalle su entorno. Luego coordinamos con el Ayuntamiento de Valencia otras políticas de apoyo. Si es una persona sin trabajo, intentamos tramitarle la renta activa de inserción, si es inmigrante, le ayudamos a regularizar su situación, y así con todo".

Poco a poco las víctimas se recuperan, aunque el ciclo es largo: "Las heridas del alma no se curan tan fácilmente como las físicas", relata la responsable operativa del grupo, mientras explica que muchas de ellas pasan años en tratamiento psicológico.

Son cada vez mejores en prevención secundaria, es decir, cuando la mujer se decide a denunciar, pero falta apuntalar la prevención primaria, que consiste en conseguir que las víctimas anónimas, que no existen para el sistema, afloren. "Es un trabajo muy difícil, más social, de comunicación y en el que se debe implicar mucho más toda la sociedad", afirma. Los especialistas en violencia de género concluyen que un gran número de las mujeres que mueren a manos de sus agresores eran desconocidas para el sistema.

Gama ha expuesto su experiencia en el simposio internacional de gestión policial de la violencia de género, que ayer se clausuró en Valencia dentro del Proyecto HERA, que lidera la Policía Local de Valencia y al que asisten varios países europeos socios, como Inglaterra, Rumanía, Italia, Lituania y Letonia.

En lo que va de año, esta unidad ha realizado 12.630 llamadas telefónicas a víctimas, 1.915 visitas domiciliarias, 659 entrevistas en comisaría, 700 gestiones con servicios sociales, 5.000 tareas burocráticas, 158 detenidos y 187 diligencias ante los juzgados. Es un grupo activo, no reactivo.

La atención al maltrato no es una empresa fácil, depende de los países. No se considera igual un primer bofetón a una mujer en unos lugares que en otros. En un país donde pegar a la mujer está de algún modo aceptado socialmente, la actitud de la policía es otra. Hay países en los que esto no es un delito, hay países en los que sí. En otros no hay responsabilidades penales, pero sí civiles. "España es uno de los países más avanzados en la penalización de la violencia de género", describe Navarrete.

La víctima es lo más importante y no se trata de darle solo protección policial. "Debemos de ser su figura de referencia y apoyo. Hacemos doble vigilancia, policial y social. El riesgo es una situación relativa, es un factor más", describe Navarrete. Una mujer con un riesgo apreciado bajo, en un minuto de su vida puede pasar a riesgo alto. Es algo vivo. "La policía no puede olvidarse de esa mujer porque sea un riesgo bajo", apunta.

La vocación de esta inspectora viene de lejos. Terminó la carrera de Derecho en el año 1997, entró en la policía y se sintió fascinada. "No entendía nada. Yo les decía: pero si te está pasando esto y esto. Pero ellas veían otra realidad. Algún compañero opinaba al final que la culpa, en el fondo, era de ellas por aguantarlo. Y es que la ignorancia es muy osada y el miedo, muy destructivo. Ahora todos los agentes cuentan con formación específica, todos entienden". Gran parte de los compañeros que forman el grupo ha tenido, más o menos cerca, algún caso de violencia de género.

La inspectora Navarrete ha vivido en Gama momentos duros y otros más felices. De su primera intervención salió impactada. Fue la agresión a una mujer en el domicilio conyugal. Cuando la agente Navarrete llegó al domicilio de la víctima, lo primero que oyó fueron sus gritos y lo segundo, vio en el recibidor una foto de boda de la pareja. "La mujer del retrato y la que yo vi después no eran la misma persona. Estaba irreconocible físicamente", recuerda.

Uno de los casos más felices que recuerda la inspectora es el de una mujer, madre de un niño pequeño, víctima de una fuerte depresión por el maltrato recibido de su pareja. El juez quería darle la custodia del niño al padre, cuando él estaba condenado por agresión. Logramos, entre todas las instituciones que intervinimos, que la custodia la recibiera la madre de la víctima porque la verdad es que ella no estaba para tutelar al bebé, pero al menos no perdió el contacto con su hijo.

Una agente del Grupo de Atención a los Malos Tratos de la Policía Local de Valencia atiende a una víctima.
Una agente del Grupo de Atención a los Malos Tratos de la Policía Local de Valencia atiende a una víctima.MÒNICA TORRES

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Cristina Vázquez
Periodista del diario EL PAÍS en la Comunitat Valenciana. Se ha ocupado a lo largo de su carrera profesional de la cobertura de información económica, política y local y el grueso de su trayectoria está ligada a EL PAÍS. Antes trabajó en la Agencia Efe y ha colaborado con otros medios de comunicación como RNE o la televisión valenciana À Punt.

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