La jaqueca sueca
Ibrahimovic, en principio una solución táctica, terminó siendo para Guardiola un dolor de cabeza que reaparece hoy como rival
Zlatan Ibrahimovic llegó al Barça como una solución para Pep Guardiola y terminó convertido en un dolor de cabeza insoportable. Como una persistente jaqueca, Ibra vuelve a cruzarse en el camino del técnico, que lo padeció en el camerino y ha soportado sus ataques verbales antes del reencuentro de esta noche en la Champions, en Milán, aplazado en la primera vuelta, en Barcelona, por una sorprendente lesión del delantero, que en su autobiografía, publicada hace unos días, ha desvelado la turbia relación que mantuvo con él.
Ibra ha explicado que durante el año que pasó en el Camp Nou estuvo a punto de agredir a Guardiola tras ser suplente en un partido en Vila-real y le desafió al llegar al campo al volante de un Ferrari. Igualmente, ataca a sus excompañeros, a los que acusa de comportarse como una secta, en especial a Messi, Iniesta y Xavi, cuya actitud, sostiene, es la de escolares, no la que se espera de unas estrellas.
"No tengo problemas con él. Le saludaré. Somos deportistas", anuncia el técnico
"Si lo encuentro, le saludaré como deportistas que somos. Nos ayudó mucho en la Liga y para llegar a las semifinales de la Champions. No tengo ningún problema con el señor Ibrahimovic", insistió ayer Guardiola, en su discurso habitual. En el entorno del entrenador azulgrana se insiste en recordar que antes del futbolista está la persona y que el perfil del sueco resultó más complicado de integrar en el vestuario que en el campo.
"Nunca fue uno más. Era algo distante, pero jamás generó problemas", admiten excompañeros que le trataron durante el año que vivió en Barcelona. "Nunca le llegamos a conocer porque no se dejó conocer", matiza otro, que recuerda: "Apenas intimó. Se llevaba bien con Maxwell, pero, al final, tampoco en exceso". "No es un mal tipo, pero es raro", sostienen los más comedidos. "Todo un personaje", resumen en los bastidores azulgrana.
Futbolísticamente, Ibrahimovic fue, en principio, una solución para los planes de Guardiola porque permitió al de Santpedor librarse de Eto'o y le ofreció alternativas tácticas importantes. "Es técnicamente muy bueno; físicamente, potente, rápido al ganar la espalda a los defensas, y juega bien de espaldas y fija a los centrales. Así que nos permitía jugar con alguien a su lado", apunta el técnico.
Ahora que le encara en Milán, el problema ya no es tenerle contento para que no se enfade si no juega, sino cómo parar sus casi dos metros de estatura. "No va de cabeza, no le gusta. No es Llorente, para entendernos. Prefiere levantar el pie tres metros a usar la cabeza", dicen excompañeros suyos. "Hay que anticipársele", advierte Piqué. "Gerard, Abi, Mascherano, Puyol... Tenemos diferentes opciones", dicen los técnicos. "El problema es cuando controla el balón. Entonces necesitas alguien muy físico porque mete el codo y se gira. Físicamente, es un armario. Pero, al tiempo, es rápido y ágil", añaden.
"Marcar a Ibrahimovic es una cosa de todo el equipo y muy difícil. Hay que anticipársele o aguantarle porque, en el cuerpo a cuerpo, lo más probable es que pierdas, ya que es muy fuerte y muy duro", apunta Puyol, que, como antes Busquets, descartó que sea una motivación extra tener en cuenta lo que ha dicho Ibra. "Jugar contra el Milan ya es suficiente", matiza el capitán.
En Milán ha vuelto a brillar Ibrahimovic en el campo, ya que en las calles sigue siendo tan invisible como lo era en Barcelona. No hay rastro de él en la vida cotidiana milanesa. Reservado y poco mundano, mantiene una buena relación con los veteranos Nesta y Gatusso y es fácil verle reírse de las ocurrencias de Cassano o Robinho, aunque Allegri, el entrenador milanista, suele explicar que se hace querer exclusivamente por lo que hace en el rectángulo de juego. Por eso tiende a perdonarle sus excesos y relativizar sus salidas de tono (por ejemplo, la pelea que tuvo con Onyewu en un entrenamiento la pasada temporada). Ayer, sin ir más lejos, avisó al hablar de Ibra: "Si cuando tuvo mal el estómago, le dimos Maalox, si le vemos nervioso por medirse al Barça, le daremos un Válium".
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